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Salvador Vitelli Macías manifestó que la agresión sufrida por los ciudadanos en los lamentables sucesos del cuatro de julio, acaecidos en la glorieta de la fuente de Paseo de Montejo, definitivamente fueron consecuencia de una acción orquestada por diversas instancias gubernamentales de distintos niveles y no como falsamente argumentan diversas instancias, "consecuencia de un enfrentamiento de diferentes grupos de manifestantes".
Salvador Vitelli recibe una patada de un porro en los sucesos del cuatro de julio
Vitelli Macías, agredido salvajemente por porros con motivo de la protesta ciudadana en la fuente de prolongación de Paseo de Montejo, destacó que la violencia es el último recurso de la gente que carece de argumentos y de la gente que vive alejada de la ética y del valor de buscar el bien común.
Soy vecino... Comentó que su participación en dichos sucesos fue dada su calidad de vecino de la zona. Desde su infancia vivió por dicha área de la ciudad y tras contraer matrimonio decidió mantener su residencia por el rumbo. Este le agrada especialmente por su ubicación y porque por ahí posee gran número de amigos.
Intentamos dialogar con las autoridades. Recordó que todo comenzó con un movimiento de vecinos inconformes con la realización de la obra del paso deprimido; quisieron ver cuántas personas más podían sumarse a esta postura, tratando de impedir una obra carente de todo sustento técnico y presupuestal. En las primeras juntas se invitó a la autoridad municipal y se les solicitaron cosas muy sencillas: el proyecto de vialidad para la zona y el proyecto ejecutivo de la obra, asistiendo siempre un gran número de vecinos a estas convocatorias.
Puntualizó que la obra contraviene aspectos fundamentales como el respeto a la ecología y facilitar la movilidad de los peatones. Lo anterior, sin mencionar que la obra se verificaría en una zona catalogada por la propia administración municipal en funciones como "patrimonio urbano".
Dimos alternativas. Indicó que el problema de vialidad ahí no es serio y que pudo haberse solventado de manera sencilla ubicando elementos policíacos; independientemente de que se dieron diez alternativas a la autoridad municipal y que nunca se tomaron en cuenta. Consideró que la inversión de más de $70 millones que la obra representa, no se justifica.
Consideró que habían aspectos de ingeniería que debieron ser mejor valorados, como la posibilidad de hallar agua y sobre todo la manera en que se canalizarían las aguas en época de lluvia.
Subrayó que un gobierno democrático debe poner sus actividades al alcance y bajo el escrutinio de la ciudadanía y mantenerse accesible siempre al diálogo. Las opiniones de ciudadanos, estudiantes y colegios de profesionistas, eran lo suficientemente válidas como para que la autoridad las hubiera escuchado y tomado en cuenta, consideró.
Angélica nunca acudió. Llama la atención que aunque se le invitó en repetidas ocasiones, Angélica Araujo nunca acudió; quien participaba en ellas era el director de obras, cuando esto tenía que ver con desarrollo urbano. La verdad es que nunca se les dieron oídos a las solicitudes de los vecinos y las cámaras y de manera artera se inició la obra, entrando a la media noche y con guardias de seguridad privada —que ninguna injerencia tenían en este caso y menos ante la ausencia de los elementos de la Secretaría de Seguridad Pública.
Parte del grupo de porros que agredió a los manifestantes el cuatro de julio
"Nos están golpeando..." Indicó que lo llamaron entre doce y media de la noche y una de la mañana, muchachos que estaban ahí en la glorieta, simplemente manifestando su oposición a los trabajos e intentando evitar que se consumara un atentado contra la infraestructura urbana. Me dijeron textualmente: Salvador nos están pegando y nos piden que nos quitemos de aquí, por favor ven...
—Pues terminé de despertar; lógicamente estaba durmiendo. Me vestí y fui para allá.
Cuando llegó, muy rápido —vive a tres cuadras de ahí— se encontró a un par de muchachos muy fuertemente golpeados por gente no identificada como integrantes de la policía o del ayuntamiento de Mérida. Aparentemente se trataba de gente de la constructora y de elementos de seguridad vinculados a esta empresa.
Fue llegando mucha gente y el primer punto a valorar es que si no se estaba violando ninguna ley, no había motivo para desalojar a nadie, porque estábamos protestando de manera pacífica. "Tan que lo sabían que por eso no intervino la policía. Con el transcurrir del tiempo fue llegando más gente para patentizar su inconformidad, pero también fueron llegando más personas no identificadas que empezaron a agredir a los jóvenes".
Los primeros incidentes. Empezaron a jalar a los jóvenes que estaban sentados en las banquetas y junto a los árboles y comenzaron a realizar otro tipo de agresiones. A partir de las cinco de la mañana ya hubieron golpes, empujones y agresiones verbales incluso para señoras y jovencitas y, con ello, los ciudadanos empezaron a llamar a las autoridades y a la policía. Yo en lo personal no realicé ninguna llamada a las fuerzas del orden, aunque quien lo hizo, me refirió que en la central policíaca aseguraban que atenderían el llamado.
La policía decía que iba a intervenir. Sin embargo, curiosamente, a pesar de que iba avanzando la gente de la constructora, se bloquearon las calles adyacentes con grúas, vehículos y elementos de la Secretaría de Seguridad Pública. Ellos ya sabían qué estaba pasando. Es triste que una autoridad haya decidido no intervenir para proteger a sus ciudadanos.
—Como a eso de las seis de la mañana, encontré compañeros que también militaban en el PAN, que me decían que igualmente los habían llamado ciudadanos para decirles que, por favor, fueran porque los estaban golpeando. Había un claro vacío de autoridad.
Los porros sacaban a rastras y con lujo de violencia a los manifestantes
No responder a las agresiones. —Ante las agresiones, dijimos a la gente que no hacíamos nada malo; que no respondieran a las provocaciones ni a las agresiones y que todo lo que debíamos hacer era sentarnos en el suelo y entrelazar nuestros brazos para formar una cadena e impedir a la gente de la constructora el paso, pero sin agredir a nadie. Reiteramos siempre que no había que responder a las agresiones o nos acusarían de haber iniciado la violencia.
—Como a las seis de la mañana, a estas personas que habían estando agrediendo a los manifestantes, les dieron camisas blancas como para identificarlos. Ahora sabemos que era gente identificada con el Partido Revolucionario Institucional. Eran como cuarenta los integrantes de este primer grupo.
—Lo que es importante precisar, es que ninguno de los vecinos ni de los manifestantes golpeamos ni atacamos a nadie. Tan que es así, que no hay ninguna evidencia consistente en imágenes o video que pruebe esto.
—Como a las diez de la mañana ya no solo había vecinos, estudiantes e integrantes de la sociedad civil, sino gente perteneciente a partidos políticos, pero de todos, porque estuvieron ahí funcionarios del ayuntamiento, algunos líderes del PRI, gente del PRD, de Nueva Alianza, del PAN obviamente, pero sobre todo señoras, que eran las que encabezaban la protesta. Realmente lo que hacíamos nosotros era tratar que no les hicieran daño.
Los porros bajaron de camiones. —Como a las dos de la tarde, bajaron a otro grupo como de ochenta personas de camiones, que estuvieron deambulando por las inmediaciones de la manifestación y provocando conatos de pleito y provocando a la gente, hasta que les pedimos a quienes estaban en la protesta replegarse hacia el restaurant de hamburguesas, en la parte de afuera. Ahora sabemos que eran taxistas y empleados del rastro que tenían la consigna de ir a golpear.
—Por supuesto, para los intereses del PRI y las autoridades lo más fácil es decir que fue un enfrentamiento, porque así intentan esconder su falta de argumentos para justificar la obra y la agresión de que fuimos objeto.
—El grupo agresor se puso enfrente y empezó a lanzar consignas, pretendiendo encender los ánimos. Nos decían que nos fuéramos a trabajar y preguntaban qué hacíamos ahí. Gritaban: "¡Fuera panistas!" Decían que "a ellos los habían mandado y que estaban haciendo su trabajo". Hubo gente que asegura que les preguntó cuánto les pagaban por su labor, a lo que contestaron que trescientos pesos; que los habían mandado a golpearnos y que mejor nos fuéramos, porque las cosas iban a acabar mal.
Hasta mujeres participaron en la brutal agresión
—La señora Patricia Mier y Terán se había subido a una maquinaria y lo que querían era cercarnos, para que pudieran bajar a su gente y nosotros no pudiéramos hacer nada para tratar de impedirlo.
"¡Ivonne, Ivonne, Ivonne!" —De pronto se escuchó el grito: ¡Ivonne, Ivonne, Ivonne! a lo que replicó alguien: ¡que venga a dar la cara y a hablar! Y en ese momento, a quien hemos identificado como Calín (Carlos Herrera Chalé) dio una orden y se nos vino encima una avalancha de gente, con la intención de golpear y desalojar a todo aquel que tuvieran enfrente.
—La senadora Beatriz Zavala, que había tratado de mediar entre las partes, fue uno de los primeros objetivos a los que atacó este contingente. Yo estaba junto a dos señoras, a las que traté de sacar del sitio de conflicto y dirigirlas a lugar seguro.
La golpiza. —Refirió que al voltear, fue más que nada porque ya había recibido el primer golpe y de ahí recibí muchos más, hasta que caí al suelo. No me fijé sinceramente de mis agresores por la velocidad de los acontecimientos. Por fotos y videos sé que fueron entre ocho y diez personas las que me atacaron.
—Acabé en el suelo, en posición fetal, tratando nada más de cubrirme y no sé cuánto tiempo duró la agresión. Después supe que tuve once golpes en la cabeza y contusiones en todo el cuerpo. Creo que los primeros golpes, con los que me lograron, tirar fueron puñetazos. Yo nunca traté de golpear a nadie, me limité a cubrirme para tratar de parar los golpes. Cuando caí, creo que lo que más recibí fueron patadas y golpes que me asestaron con la base de un cono, como se ve en fotografías y en video. La agresión fue con toda la saña del mundo.
—No sé cuánto tiempo me estuvieron agrediendo. Solo se que un grupo de personas entre las que después supe se encontraban Juan Peón, Orlando Pérez Moguel, Julio Sauma, Israel Rodríguez, el doctor Alfonso Peniche Manzano y hasta la diputada federal Mary Yoly Valencia, intervienen para tratar de sustraerme de mis agresores e intentar detener la golpiza. Mi agradecimiento a todos ellos y a los que de manera involuntaria esté omitiendo —manifestó emocionado.
Indicó que de alguna manera consiguieron sacarlo y que estuvo varios momentos aturdido como consecuencia de los golpes recibidos y cuando logró hacer conciencia, estaba del lado de las oficinas de Nextel y alcanzó a ver cómo iban llevando al cónsul (José Enrique Gutiérrez López).
—En ese momento, me empecé a percatar que tenía dolor en todo el cuerpo y en la cabeza, que iba en aumento de manera paulatina. Intenté participar en las gestiones para sacar al cónsul: primero ante unos policías que no quisieron hacer nada, después ante una persona de una camioneta gris, que luego supe era un contratista, que se negó a hacerlo, argumentando que era empleado de la constructora y le acarrearía problemas. Fue hasta después que se lo llevaron a bordo de una camioneta negra, en la que lo acompañó el diputado Pedro Couoh.
—Empecé a caminar hacia una esquina, donde vi a una chica que golpearon, sangrando por todos lados y con la camisa hecha tiras. Buscamos tratar de canalizar a los golpeados a recibir atención médica, hasta que alguien me indicó que por tantos golpes recibidos en la cabeza debía irme a un hospital; pero se aproximó Orlando Pérez, a quien golpearon aún más y decidimos que lo que debíamos hacer era ir a interponer una denuncia.
A denunciar. —De ahí nos trasladamos a la sede de la Fiscalía General del Estado. Ahí vimos ir llegando a los demás agredidos y nos tuvieron mucho tiempo. Salí casi a las ocho de la noche de interponer la denuncia y me fui a mi casa, de donde mis familiares me llevaron al hospital, de donde salí a las tres de la tarde del día siguiente.
—Tuve contusiones múltiples, fisura en dos costillas, contracturas en la rodilla y muchos golpes en la cabeza que se temió fueran derrames internos, que gracias a Dios no fue así —manifiesta.
Carlos Herrera Chalé y sus porros agrediendo a los manifestantes
—El ayuntamiento no quiere admitir su responsabilidad política y civil y su incapacidad de conciliar con la ciudadanía, que tenía la razón de su lado. Más que las lesiones, lo que nos queda es el sentimiento de no estar dispuestos a vivir en una ciudad y un estado donde no se respete la ley. No estamos dispuestos a vivir en un estado donde los ciudadanos se percaten que las autoridades solapen este tipo de actos, inadmisibles por definición...
Habrá consecuencias. —Considero que esto definitivamente tendrá consecuencias para el PRI y no descarto que esto incluso sea una zancadilla tramada desde su partido para tratar de propinarle un revés en sus aspiraciones políticas. Los sucesos demostraron que el ayuntamiento hizo gala de una notoria falta de oficio político, de argumentos legales y hasta de calidad moral para desalojarnos de ese modo. Los meridanos no olvidaremos esto y confío en que la sociedad en lo sucesivo eligirá gobiernos que los representen adecuadamente y sepan responder a sus verdaderos intereses y no nada más a las indicaciones de sus jefes políticos, finalizó. GBF