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Nuestro cerebro es un gran instrumento. Nos ayuda a pensar con gran agilidad y a resolver complejos problemas. Por desgracia, nuestro cerebro no envejece bien. Con el envejecimiento, nuestros cerebros se hacen más pequeños. Esto los hace vulnerables a disfunciones cognitivas tales como la pérdida de la memoria y la demencia senil.
Estudios que comparan el envejecimiento de los cerebros del humano y los del chimpancé muestran cómo los de nuestros parientes mamíferos cercanos mantienen su tamaño conforme envejecen. La pérdida lenta de nuestras consciencias parece ser el precio a pagar en la evolución de nuestro cerebro mayor y nuestro tiempo de vida más largo.
Hasta ahora solo hemos encontrado enfermedades como el Alzheimer —en USA afecta a 50% de la gente mayor de 85 años. Sin embargo, aún la gente normal, con cerebros aparentemente sanos, muestra los efectos del envejecimiento, como la aparición de los depósitos de placas de amyloid-ß y la pérdida de conexiones neuronales.
Otros estudios anteriores han demostrado cómo ciertas regiones del cerebro —como el lóbulo frontal y el hipocampo— tienden especialmente a encogerse con la edad.
Un equipo de neuroanatomistas evolucionistas de la Universidad George Washington, en Washington D.C., comparó los patrones de encogimiento en chimpancés y humanos, especies cuyas líneas evolutivas se separaron hace apenas unos 5 o 7 millones de años. La muestra del estudio incluyó 87 humanos en edades de 22 a 88 años y 69 chimpancés en edades de 10 a 51 años. Dado que los chimpancés rara vez viven más de 45 años en su ambiente natural —aunque llegan hasta los 60 en cautiverio— la muestra es correctamente representativa de la extensión de la vida en ambas especies.
El equipo usó rastreadores MRI para medir los tamaños de varias regiones de los cerebros de ambas especies. Las diferencias fueron contundentes: en tanto que los chimpancés no mostraron encogimiento relacionado con la edad en ninguna región medida, todas las regiones medidas en cerebros humanos mostraron efectos dramáticos en la edad. (http://www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1016709108)
Esto fue reportado esta semana (julio 26 de 2011) en Proceedings of the National Academy of Sciences.
Algunas regiones se encogieron hasta 25% a los 80 años. Además, el patrón fue un tanto diferente en lo que respecta a la materia gris —la que contiene los cuerpos de células nerviosas y sus núcleos, junto con las células auxiliares o microglia— y la materia blanca humana, la que consiste en axones neurales largos —la que establece las conexiones entre diferentes regiones del cerebro.
Los detalles de este reportaje, en inglés, se pueden leer aquí.