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Con esas palabras el adulto se dirigió a María de Lourdes, de 18 años -mi hija menor- argumentando que sólo a alguien que le pagan mucho se arriesga escribiendo lo que este servidor ha plasmado en el sitio web y en la versión impresa de Artículo 7.
Ella no me ha querido decir de quién se trata. ¿Fue el padre de alguna de sus amigas? ¿Fue algún maestro de su escuela? ¿Fue algún amigo joven y de poca experiencia o conocimientos en el pasado de su país? Es inútil: no habla y no hablará. Argumenta que trata de evitar el "chisme".
El trabajo que estoy desempeñando en Artículo 7, junto con mis socios, es el más incierto e inseguro que jamás hayamos tenido. Estamos aquí haciendo lo que estamos haciendo porque creemos lo que escribimos y queremos decir lo que manifestamos. Muchas personas desfilan para decirnos lo que debemos hacer, lo que debemos decir, cómo deben estar los párrafos, qué sentido le tenemos que dar a cada nota. ¡Tienen libertad de hablar! Al final de cuentas, los socios responsables de esta operación hacemos lo que creemos correcto, decimos lo que podemos sustentar y tratamos, ahora sí, de sobrevivir con muchas semanas sin recibir centavo alguno.
Claro, eso es "increíble". ¿Cómo se puede creer que un mexicano haga una labor aparentemente quijotezca si estamos en México? Ésta es la tierra de la simulación, de la mentira disfrazada de verdad, de los medios que dicen lo que el que paga quiere que se diga y como quiere que se diga. Estamos, ni más ni menos, en la tierra del periodismo enchayotado. Así, ¿cómo no habría de acercarse ese ser para decirle a mi hija que hago lo que hago porque "me están pagando muy bien"?
Es seguro que esa persona sólo hace lo que sea que haga —y para ello quizás no existan escrúpulos— porque le pagan. Es decir, no cree en nada, excepto en el dinero que recibirá por decir lo que diga, escribir lo que escriba y ¿pensar lo que piense? ¿Ya vendió también sus pensamientos?
Antes de escribir aquí, mantuve mi blog, "eticasimple.blogspot.com". Y antes escribí y envié mis artículos a un diario local. Algunos los publicó —unos 300 en varios años— y otros no. Ciertamente, envié por lo menos 20% más de lo que llegó a estar en el papel. Durante todo ese tiempo escribí siempre sólo aquello que me convencía, lo que sentía con intensidad que debería decir. Y eso exactamente sigo haciendo el día de hoy.
Por lo que puedo leer en los comentarios de los que entran al sitio a7.com.mx, nuestro objetivo aún está muy lejos de comenzarse a lograr. Hemos publicado e impreso sólo aquello que podemos sustentar con datos. Los lectores que no quieren creer, ignoran los datos, ignoran los argumentos y continúan creyendo lo que literalmente se les pega la gana: la realidad, la verdad, lo comprobable, a algunos los tiene muy sin cuidado. Sí, desde luego, también hay comentarios con lógica impecable. Se trata de personas que han leído con cuidado y manifiestan no haberse imaginado que las cosas estuvieran como están.
Lo que me asusta y me comienza a poner nervioso es que el hacer uso de nuestra libertad de expresión con un sentido de responsabilidad constante, pueda ser objeto de alguna majadería autoritaria como el arresto de Eduardo Chuc Baas, el ex presidente municipal de Dzemul.
Jamás dejaremos de decir lo que tenga sustento, lo que sea comprobable. Y si lo estamos diciendo acerca de un "nivel de gobierno", es porque allí es en donde estamos encontrano lo que hemos manifestado. Es obvio que con este sistema de cero censura, cualquiera que tenga algo que manifestar acerca de otros niveles de gobierno —federal o municipal— ¡que lo diga para que investiguemos y publiquemos lo que encontremos sustentable!
El ejercicio de la libertad de expresión con responsabilidad es una disciplina muy difícil y, por lo visto, puede resultar peligrosa. ¿Es por eso que creen que algunos sólo la podemos ejercer si nos pagan mucho? ¿Cuánto es mucho?