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1. Primera banda. Así dijo Ramón de Campoamor: "y es que en el mundo traidor, nada hay verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira". El escándalo de Cecilia Flores tiene muchas aristas. Muchos ganadores y perdedores. No todos estos ángulos han sido ventilados de manera
objetiva o al menos equilibrada. El caso ha tenido costos para diferentes jugadores, incluyendo los inflingidos a la principal protagonista y a su familia. Sin embargo ella, a su vez, defraudó a una serie de personas que corrieron el personalísimo riesgo de confiar en ella. Los hechos duros: son empresarios jóvenes o hijos de papi, que entregaron millones de pesos a una empresa particular, dirigida por Flores Argáez, quien prometía ganacias superiores a cualquier interés bancario o a cualquier negocio común. El ingrediente político se materializa cuando la empresaria fue, al mismo tiempo, alta e influyente funcionaria en el Ayuntamiento de Mérida.
2. ¿Y cuál buchaca? Ahí empieza el problema. No hay una sóla tronera buena. El cristal con el que la mayoría observamos este caso, es el de la prensa y el de los noticiarios. La señorita Flores, desde su posición de Directora de Comunicación Social tejió una serie de relaciones con la gente de los medios. Desde reporteros hasta directores de periódicos, de estaciones de radio. Ya se ha probado hasta el cansancio, con las exhaustivas auditorías ordenadas y ejecutadas al Ayuntamiento, que no había dinero público implicado. De manera que la dimensión de escándalo público del caso tiene más que ver con la exposición que le dio su puesto, que con el uso indebido de fondos públicos, que nunca existió, aunque se haya tratado de probar insistente e infructuosamente lo contrario desde la trinchera del gobierno del estado.
3. El taco... de billar. Se llevaba bien con los periodistas. De piquete de ombligo. "¡Hola Jaz!", "¿que tal Freddy?", "¿Cómo van tus hijos Félix?", "¿y tu esposa Pepe?" así departió Ceci en su primer reencuentro con los chicos de la prensa desde la rejilla de prácticas del penal. Con una llamativa familiaridad. ¿Y cómo no? Si Ceci repartía cada semana a los reporteros —en reuniones en restaurantes— relojes Bugatti de pulsera importados, "detallitos" de joyería, el enganche de un coche para algún columnista, o una botella de whisky importado (de las de 18 años de añejamiento) para el otro conductor del noticiario de radio. Era su práctica cotidiana. Con "su" dinero. Ahora sabemos que era con la lana de los jóvenes "empresarios" estafados. Ya se comprobó que no hubo dinero público. Pero la joven embutidora de reporteros era persuasiva y seductora, siendo que hasta la fecha es heroína —se entiende por qué— de algunos de sus fans de los medios.
4. ¿Bola blanca o bola negra? No cabe duda que ella estafó a muchos. A otros sí les pagó. Lea usted el excelente reportaje que en su momentó publicó A7: "¿Como funcionaba la pirámide de Cecilia Flores?" en: http://a7.com.mx/pulso/mundo-politico/1028-icomo-funcionaba-la-piramide-de-cecilia-flores-argaez.html
Luego, el desaseado manejo de Rafael Acosta y el ex Procurador José Guzmán Pacheco, constituyó la segunda banda de la Carambola. Había que hacer pagar al Ayuntamiento de Mérida los mayores costos posibles por las estafas que a particulares perpetró la señorita Flores Argáez. Para ello, alentaron que se presentaran una serie de denuncias que por su carácter civil o mercantil no procedían, pero buscarían engordar por el momento el expediente penal del caso, para alimentar el escándalo mediático a como diese lugar. El problema de los estafados es que la mayoría no tenía pruebas. Nunca las tuvieron. Era un "negocio" en base a la confianza. Cecilia sólo les entregaba en garantía un cheque con la cantidad, incluyendo "los intereses" a pagar. A varios se les hizo bueno, por eso los juniors de la etapa final siguieron confiando y cayeron. ¿Fué Cecilia Flores víctima de una Procuraduría politizada al extremo? La respuesta es un contundente sí, pero ello no la convierte de ninguna manera en inocente. Su fraudulenta actividad la paga hoy ella, los defraudados y la credibilidad de la institución municipal para la que ella trabajaba.
5. Billar Belga o Pirámide Rusa. Por cierto, hay una modalidad de billar a la que casualmente se le llama "pirámide". Pero ésa es otra historia. Entonces las autoridades municipales panistas ¿no tuvieron ninguna responsabilidad en el Ceci-Gate? Por supuesto que sí. Los gallones del Ayuntamiento, señaladamente el alcalde César Bojórquez y su segundo de a bordo, Romel Uribe, son responsables de los directores, sus subordinados. A ese nivel, estás obligado a estar informado de la honorabilidad de tus colaboradores. Si no sabían Bojórquez y/o Uribe de los negocios particulares de una de sus principales colaboradoras, muy mal, por ingenuos, mientras ya la mitad de la ciudad había oído algo de ello. Y si sí lo sabían y la mantuvieron durante meses en el puesto aún sabiéndolo, pues muy mal o "muy peor", porque arriesgaban la operación y la imagen de una institución que estaban obligados a proteger, independientemente de que no hubiese dinero público implicado. El escándalo demostró que ya sea por ingenuidad o alcahuetería, la institución —el Ayuntamiento— a ellos confiada, pagó un precio no menor.
6. Aparece "la bola 8". Hay otro elemento que no ha figurado en los medios de comunicación. Pero ya vimos que "el cristal con que se mira" de no pocos reporteros o conductores de noticieros puede estar aceitado. Perdón, empañado o pringado de aceite (o de otros materiales refractantes). ¿Por que regresó del D.F. la señorita Flores Argáez? Cecilia anduvo meses paseándose en la ciudad de México sin ser molestada por nadie. La autoridad estatal pudo fácilmente haberla detenido y traído detenida mucho antes. Hasta estuvo en eventos de la farándula reporteados en TV notas sin ser molestada. Es muy probable que sólo regresó cuando obtuvo garantías negociadas con el Gobierno del Estado y su nuevo procurador Héctor Cabrera. En un momento muy oportuno. Justo cuando tres escándalos golpean la imagen de la gobernadora: a) El Sortisacrilegio Catedralicio, b) El polémico préstamo de los 1870 millones y c) Las flamantes camionetas de los diputados federales del PRI. Ello probablemente adelantó el seguramente pactado regreso de Ceci. Con el objeto de tener un distractor ante el primer gran momento adverso en los medios del gobierno de Ivonne Ortega Pacheco. Todo hace pensar que en otras condiciones menos azarosas, el regreso negociado con Cecilia Flores no se consumaría sino hasta 2010, en una fecha más próxima a las elecciones municipales.
7. ¿Pool, Snooker o Chapolín Español? La verdad, ya no sabemos ni qué tipo de billar se estuvo jugando en el Cecigate. Como vemos, nadie la libra por completo. La principal responsable es la procesada Flores Argáez. Pero tampoco la libra, por mal intencionada, la Procuraduría, turbia autoridad que la hace de fiscal. Menos la libran —por bribones, ambiciosos y cómplices de una Procuraduría chueca— los juniors empresarios que le confiaron su dinero a Cecilia pero ahora aprovechan la banda política de la carambola para cobrarse, a sabiendas de que no es en el territorio penal sino en el civil donde debieran estar peleando su dinero. La arista de fraude fiscal y el origen de los dineros es otro rollo que gravita sobre ellos.
No. Ya comentamos que no la brincan tampoco los ex jefes del Ayuntamiento de quien fuera su cercana colaboradora. Lo menos que se puede decir es que fallaron al seleccionar a una funcionaria proclive a enredos financieros e inmadura para la alta responsabilidad que ocuparía, afectando de una manera u otra a la presidencia minicipal. Falla ante el Ayuntamiento y ante la ciudadanía. Y finalmente no la libran un buen número de comunicadores, que en este caso actúan como desinformantes profesionales, a quienes el "unto dorado" que "su Ceci" les prodigó en los momentos de gloria, les nubla la vista y les entinta con manchas el papel sobre el que escriben el guión de la larga telenovela del 2009.