México (27 de junio).- Se necesita mucho más que una buena nutrición y educación continua para lograr que un niño crezca siendo un adulto feliz y plenamente desarrollado. De acuerdo con el doctor Antonio Rizzoli Córdoba, neurólogo pediatra jefe de la Unidad de Investigación en Neurodesarrollo dentro del Hospital Infantil de México, parte del cuidado que se le debe de dar al niño debe de considerar el expresar afecto y convertir todo momento en una oportunidad de aprendizaje, además de generar rituales que consoliden lo aprendido y solo así lograr que la información perdure por el resto de la vida del infante.

En pleno siglo XXI, se retoma un termino poco tratado, aunque acuñado desde hace ya algún tiempo, la estimulación multisensorial. Ésta iniciativa comenzó siendo parte de los esfuerzos realizados por terapeutas en Holanda para lograr estimular a las personas que presentaban discapacidades psíquicas, pero al ver los grandes avances que podía aportar al aprendizaje y desarrollo del individuo, poco a poco, se fue extendiendo a las ramas de la educación infantil.

Este concepto es fundamental para poder entender que el niño no es un ente aislado, sino que, por el contrario, está inmerso en un mundo que interactúa con él y requiere de procesos de adaptación para poder llegar a un aprovechamiento de los recursos propios y comunitarios en la búsqueda de una inserción familiar y social. Es en el proceso de adaptación donde los padres juegan un papel fundamental al otorgar al niño un conjunto de herramientas que darán inicio a su primera educación y a las subsecuentes adquisiciones del aprendizaje.

Según Rizzoli, en todo momento los padres pueden ofrecer ambientes promotores del desarrollo -aún dentro del vientre materno- a través de la estimulación uno a uno con el infante. Los beneficios de la estimulación multisensorial radican en abrir canales de desarrollo para que el niño logre acceder más fácilmente a los aprendizajes correspondientes de sus diferentes etapas de vida; ésta interacción se realiza mediante el contacto visual, táctil, los olores y la vista, es decir, gracias a la estimulación de los sentidos el bebe puede comenzar su despertar cognitivo.

A diferencia de otro tipo de estimulaciones, la multisensorial busca además agregar un carácter terapéutico dentro de sus procesos, es sólo a través de los sentidos que podemos estimular, y cuántos más sentidos impliquemos haciendo de esta estimulación “multi”, mejores serán los resultados y mayores los beneficios.

El doctor Antonio Rizzoli Córdoba, nos habla de las ventajas de practicar este tipo de estimulación con el bebé a la hora del baño -momento de mayor intimidad en el cual los padres se pueden encontrar directamente con su hijo o hija-, de acuerdo con él, durante este periodo no existen las clásicas barreras de la tecnología ni otro tipo de distracciones que impiden normalmente contactar con el infante.

“Si a un niño recién nacido no se le habla claro, crecerá para ser un adulto con problemas del lenguaje, que no se puede comunicar correctamente; de igual forma si no se le mira a los ojos no tendrá contacto visual, si no estimulamos su tacto posteriormente sera un niño al que le cueste trabajo dar afecto y si, por ejemplo, no le enseñamos rituales y procesos o momentos con consecuencias especificas será un niño que después tendrá dificultades para dar secuencia a las cosas”, expresa.

Actualmente, el estilo de vida es tan agitado que pocas veces se hace tiempo para trabajar con los sentidos del niño de manera integral, por ello, se propone a la hora del baño como el mejor momento para estimular diferentes áreas y aprovechar su impacto holístico, de acuerdo con el experto, los mejores ejercicios que pueden hacer los padres para estimular multisensorialmente a sus hijos a la hora del baño son:

Mirar a los ojos para generar estimulación visual. Tener una rutina estructurada, misma hora, mismo día, misma frecuencia, para que se vaya consolidando como un ritual.

Hablar con los niños como humanos, no hablarles lento ni con monosilabos sino palabras claras y con afecto.

El 85 por ciento del cerebro infantil se desarrolla durante sus primeros tres años de vida, el cerebro de un niño es como un lienzo en blanco en el cual las experiencias que tienen con los padres y con los adultos de su entorno logran generar un patrón, que posteriormente el niño seguirá a lo largo de su vida. Fortalecer nuevos caminos logrará que el infante efectué acciones concretas cuando sea un poco más grande, éstas mantendrán un objetivo que irá más allá de aprender algo, se busca que las vías de desarrollo que le permitirán adquirir mejor los aprendizajes futuros, se vayan construyendo, aclara el doctor Rizzoli, y agrega que, lo más importante para la educación del niño es expresar afecto en todo momento pues es éste el que verdaderamente consolida todo lo aprendido. - (Agencias)