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México (18 de diciembre).-
Puede que sea el robot que inicie miles de oportunidades comerciales, pero BB-8 tuvo inicios humildes: sobre una servilleta.
En el 2013, mucho antes de la filmación de la película e incluso antes de que anunciaran al elenco, nació el robot intrépido.
De la mente del director J.J. Abrams salió un bosquejo rudimentario, una bola sobre otra bola; claramente un astromecánico de la familia del amado R2-D2, pero diferente. Simple, esférico y revolucionario.
El garabato en la servilleta fue suficiente para generar el interés del diseñador conceptual de Lucasfilm, Christian Alzmann, quien –junto con Neal Scanlan, jefe de criaturas y robots de la película- puso en marcha lo que se convertiría en BB-8, la pequeña estrella de “Star Wars Episodio VII: El Despertar de la Fuerza”.
Fue un proyecto desarrollado en secreto, amague y acuerdos de confidencialidad, pero después de un silencio largo, los hombres que crearon al BB-8 finalmente hablaron sobre su misión de llevar al robot de la Resistencia a la pantalla.
“Tuvimos que guardar el secreto por año y medio”
BB-8 tiene muchos padres, pero si J.J. Abrams fue responsable de la idea, Matt Denton y Joshua Lee fueron quienes lo criaron hasta su madurez.
Ellos fueron los expertos en animación robótica que crearon el cerebro y cuerpo de BB-8, y viajaron con él por todo el mundo, guiándolo en las filmaciones.
“Tuvimos que guardar el secreto por año y medio”, dice Lee. Incluso cuando su hijo de 10 años comenzó a llevar a casa mercancía de BB-8, ni él ni la familia o amigos de Denton podían saber de su papel.
“Nunca leí el guión”, dice Lee. “No sé en realidad qué pasa en la película. Estuve ahí en el set, desde la primera hasta la última semana, pero hay cosas importantes de las que no sé nada”.
“Cada vez que llegábamos al set era una sorpresa… fue algo raro, pero fue divertido”.
Hasta que algo pasó.