394 palabras
Guadalajara (22 de septiembre).- No era un día normal en la casa del Rebaño, eso se sabía desde hace un par de semanas.
Guadalajara se convirtió ayer domingo en el foco de atención del futbol mexicano con la presencia de la flamante contratación de los Gallos Blancos del Querétaro: Ronaldinho.
Alrededor de la casa de las Chivas, gran parte de la parafernalia giraba en torno al brasileño. Playeras con su número ocupaban un lugar en cada puesto y la afición, a pesar del costo elevado de los boletos, se dejó ir en masa al estadio del Rebaño, llenándolo casi en su totalidad.
Adentro, el jugador era resguardado para que nadie se le acercara mientras realizaba su calentamiento. Aficionados locales y visitantes se le entregaron en gritos y aplausos, en abucheos y mentadas, en porras y más aplausos.
La euforia no tardó mucho en explotar. Seis minutos en el juego y dos toques de balón después el astro conseguía su primer gol en México. La celebración no pudo haber sido mejor, con baile de samba incluido.
No fue todo. Sus pies tenían preparada una genialidad aún mejor. Un pase filtrado a Sanvezzo, terminó en gol para la visita y valió el boleto para la afición, incluida la local, que minutos después, cuando el astro salió de cambió, se le entregó en un sonoro aplauso que el jugador agradeció devolviendo el favor.
No era todo lo que Ronaldinho tenía guardado para la tarde noche del domingo, aún quedaba pendiente una comparecencia ante los medios, que se murmuraba no sucedería porque se tenía preparada otra salida para el jugador sin que éste fuera visto. No resultó así, aunque toda la prensa que esperaba ansiosa se quedó con las ganas de escuchar unas palabras, una reacción, un comentario.
Todo quedó en un simple adiós mientras cámaras y micrófonos estaban encendidos, un adiós de una figura que se fue rodeada de cuatro guardaespaldas, una figura que dejó destellos de su magia en Guadalajara y que le valió el triunfo 1-4 de su equipo sobre las Chivas.- (EL Informador)