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México (18 de marzo).- - Yeny Zaera vivía hasta hace unos días con la inquietud a flor de piel sobre la ubicación del pequeño que acogió entre 1982 y 1986 como su hijo y que le fue arrebatado porque no cumplía con los requisitos para adoptar a un menor de edad.
Así que cuando se decidió a contar su historia en su cuenta de Facebook, nunca imaginó que tendría tanta difusión y que en un tiempo increíblemente breve podría reencontrarse con Francisco Javier.
Os voy a contar una historia. Fijaos bien en esta cara por si alguien pudiera saber algo de él, a fin de cuentas para eso están las redes sociales, aunque con tanto tiempo como ha pasado me parece harto difícil.Cuando yo lo conocí corría el año 1982, lo encontré en una guardería del tribunal tutelar de menores a la que yo iba a llevar juguetes y ropa y a sacar a los niños a pasear o de fin de semana. Fue amor a primera vista. Se agarro a mi falda y ya no se soltó. Lo habían encontrado en un piso después de llevar tres días llorando atado a una silla. Su madre se marchó con un señor y no volvió. Es una historia muy larga llena de cosas muy tristes pero también hermosas. Estuvo conmigo desde los dos años hasta los seis. Vivió su primera fiesta de cumpleaños. Sus primeras navidades, su primer beso y los únicos abrazos. No conocía la palabra amor pero yo me encargué de que la aprendiera de memoria y fuera su preferida del vocabulario. Como estaba soltera no podía adoptarlo ni tampoco mis padres porque ya eran demasiado mayores, según ellos. Me lo arrebataron. Yo lloraba y él se daba cabezazos contra la puerta gritando mi nombre. Pero no me lo dejaron porque yo era “como la miel” y no podían permitir que se acostumbrarse a algo que nunca tendría. Con el tiempo me enteré de que ni siquiera estaba en una familia, si no en un centro de acogida, intenté averiguar dónde y fue imposible. Contraté incluso a un detective que no consiguió encontrarlo. Nunca jamás he vuelto a saber nada de él. Es una gran espina que llevo en mi corazón… pero todavía hoy, a pesar de los años sigo teniendo la esperanza de abrazarlo de nuevo. Uno de mis libros está dedicado a él y cuenta su historia… espero poder publicarlo algún día cercano. Francisco Javier Juárez, cuando era pequeño y vivía con Yeni. Imagen: Facebook Francisco Javier Juárez, cuando era pequeño y vivía con Yeny. Imagen: Facebook La historia cundió como pólvora en las redes, donde miles de personas le dieron difusión y algunos medios de comunicación retrasmitieron el mensaje a fin de que Yeny pudiera encontrar al pequeño que crió por cuatro años. En una publicación posterior agradeció a todos los que la ayudaron: Jamás hubiera podido imaginar que existieran personas tan buenas y sensibles. Nunca hubiera esperado tanta solidaridad, estoy emocionada. Imposible dar las gracias a cada uno de vosotros, así que desde aquí mando mi agradecimiento absolutamente a todos aquellos que han comentado y que siguen compartiendo. Os pongo más fotos y os diré que el nombre es Francisco Javier Giménez Díaz y que es posible que naciera el dos de febrero de 1980 en Zaragoza y que tenía unos increíbles ojos azules. Con tanta fuerza como estamos haciendo entre todos seguro que vamos a encontrarlo. Gracias, gracias, gracias una y mil veces!!! No pasaron muchos días para que la gente se pusiera las pilas y lograra lo que parecía imposible, encontraron al joven en Logroño, una localidad a algunos kilómetros de Zaragoza. YA LO HEMOS ENCONTRADO!!!!! GRACIAS A TODOS VOSOTROS EL SUEÑO SE HIZO REALIDAD, SIN TANTA AYUDA NO HUBIERA SIDO POSIBLE, UN MILLÓN DE GRACIAS!!!! Actualizado 23/02/2015 Lo que no pudo hacer un detective, lo logró Facebook. 30 años de separación que la red social pudo romper, para felicidad de los implicados y de los miles de usuarios que fueron testigos del reencuentro. Una cita llena de recuerdos
Su despedida fue dramática, “Me llamaron y me dijeron: ‘Mañana tienes que entregar al niño’. Pensé en fugarme con él al extranjero, pero Marcos —entonces su novio, hoy marido y padre de sus tres hijos— me convenció de que era una locura y que la policía me encontraría enseguida. Al final lo llevé. El niño se daba cabezazos contra la pared. Tengo grabado ese último día. Le dije: ‘Mírame. No te olvides nunca de mí. Búscame. Si ves que no estoy contigo no pienses que es porque no he querido, sino porque no me han dejado tenerte’. Y durante toda mi vida he estado pensando: ¿Se acordará de mí? ¿Pensará que fui una más que lo dejó, como todo el mundo lo dejaba?…”.
Nada de eso, el joven aclara antes que nada, que Yeny lo “sacó del infierno”, y comienza a enumerar sus recuerdos, atesorados en la bóveda de la infancia.
Una cámara que reluce tierna por la emoción con la que Francisco le recuerda a Yeny como visitaron el chalé de una amiga, cómo cantaban canciones de Ricchi e Poveri, las navidades y los cumpleaños. En un reencuentro al que asistió la familia de Yeny, su esposo y sus dos hijos, y al que Francisco acudió con sus padres adoptivos y su hermana biológica Raquel, que llevó a su marido y sus dos hijas. Ésta última fue una pieza clave para que madre e hijo pudieran encontrarse nuevo. Yeny Zaera y Francisco Javier Juárez se encontraron después de 30 años.
Así terminaron 30 años de dudas y nostalgias, en una bodega de Arnedo, localidad que se encuentra a medio camino entre Zaragoza y Logroño. Un largo abrazo en el que se reconocieron como si el tiempo no hubiera pasado, aunque fue necesaria una larga sesión para echarle un vistazo a la vida de cada uno durante todo el tiempo que estuvieron separados. “Fue un gran día. Todos recuperamos de pronto una familia”, relató Yeny después del suceso, en el que los padres adoptivos de Francisco conocieron a la mujer cuyo nombre gritaba el niño cuando se lo llevaron con ellos.
No faltaron las bromas en esta ocasión memorable, en la que Francisco recordó que no le gustaba nada Marcos, que en su infancia trabajaba en la guardería en la que él estaba y que ahora es el esposo de Yeny. Rieron al rememorar que el niño le aventaba lo que tuviera a la mano siempre que lo veía.
No sólo las redes sociales lograron este encuentro, también el involucramiento de las personas que con enorme generosidad, se apresuraron a reunir a esta dupla. Su historia dio de nuevo un giro de 360 grados al reunirse de nuevo, cuando Francisco tiene una hija de siete años con los mismos ojos azules de los que se prendó Yeny hace algunas décadas y que auguran un porvenir lleno de aventuras.