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México (15 de junio). — Muchos son los problemas que existen con el dinero y es que, al parecer, las personas no hemos aprendido del todo a regular éste recurso. La tendencia a ser extremistas con el dinero aumenta y a menudo nos encontramos entre aquellos que no pueden manejar su nivel de gasto o entre los que hiper regulan su consumo.
De acuerdo con Karyn Polewaczyk – escritora para Dayly Worth- existe una gran diferencia entre ser ahorrativo y volverse tacaño. En el primer caso, las personas han aprendido la importancia de mantener un sistema de no desperdicio y a aprovechar ofertas u oportunidades; éstos individuos se caracterizan por regatear, intercambiar o negociar y mantienen al mínimo todo aquello que implique malgastar. Esta es una actitud ampliamente celebrada por muchos pero ¿que ocurre cuando las cosas se llevan al extremo?
El segundo de los casos se caracteriza por llevar el ahorro al extremo, al grado de incluso sufrir escasez voluntaria en varios aspectos de su vida con el objetivo de no gastar dinero y, al contrario, acumularlo -sin una verdadera dirección que justifique esa reserva-, es decir, las personas comienzan a hacerse tacañas.
Polewaczyk opina que ser tacaño contribuye al conformismo pues una persona tacaña no le importa comprar zapatos de bajo costo, aún si éstos le lastiman, fascinados con la idea del ahorro; comúnmente ésta adquisición se convertirá en otra futura -cuando el sujeto descubra que existen muchos más problemas de los que se imaginaba con su compra- pero a menudo, suelen volver a los viejos hábitos y nuevamente consumen artículos de baja calidad llevados por la idea de ahorrarse algunos pesos porque para ellos “el dinero gastado es dinero que se fue”, haciéndolos caer en un ciclo vicioso de verdadero desperdicio.
Las buenas noticias es que ser tacaño es un estado mental y no una sentencia de vida. Aún cuando ésto puede tomar tiempo, cada persona puede llegar a cambiar la forma en la que piensa; se requiere sin embargo, un compromiso hacia un nuevo sistema de creencias encaminado al objetivo de comprar mercancía de calidad que terminarán constituyendo una inversión y gran ahorro a largo plazo.
A Karyn Polewaczyk le tomó una vida de inconformidades darse cuenta del verdadero costo que tenían los artículos baratos que adquiría. Ella decidió comprar los ganchos para ropa de plástico en lugar de los de madera que deseaba, porque estos eran más baratos, ¿el resultado? toda su ropa terminó dañada, pues nunca lograron cumplir adecuadamente su función. Se dedicó a adquirir objetos prestados y regalados, además de muebles plásticos para su casa y dejó de lado todo aquello que tenía en mente sobre un departamento al cual pudiera impregnar su propio estilo, no obstante, se mantuvo viviendo en un vecindario en el cual no se sentía segura y odiaba vivir, pero que soportaba porque era muy barato.
Ella descubrió lo mucho que había sufrido durante este tiempo gracias a su intento de ahorrarse algunos centavos y buscó la forma de cambiar todo eso. Romper con este patrón, no se trata de darle una paliza a tu cartera, sino de realizar mejores decisiones de consumo e ir hacia adelante. Después de todo, son muchos los autores que se unen a la idea de una nueva perspectiva de finanzas personales; Elizabeth W. Dunn, autora del libro: If money doesn’t make you happy you’re probably not spending it right, explica que existe una fuerte correlación entre los ingresos y la felicidad pero, aún cuando esta resulta positiva, es modesta. En un mundo en el cual el dinero ha sido creado como una herramienta para ser felices ¿por que no esta cumpliendo su objetivo? Desde la perspectiva de esta autora la respuesta es simple: no lo estamos gastando bien.
La mayoría de las personas desperdician diariamente la oportunidad que les da el dinero de ser felices y lo hacen principalmente porque las cosas que creen que los harán felices, no lo hacen. Esto, según Dunn, se debe a su desinformación sobre el tema.
Algunas de sus reglas para gastar correctamente el dinero indican que, comprar pequeños placeres de forma regular en lugar de pocos y grandes, conllevará a una mayor satisfacción, pues la felicidad proviene del producto instantáneo y no de la inversión constante de tu dinero a expensas de que surja ‘algo bueno’ en que gastarlo.
También recomienda pensar en todo aquello que no se esta pensando, la felicidad suele estar en los detalles. Las personas son más felices cuando las compras que realizan les permiten de alguna forma u otra acceder a escenarios placenteros, cuando se trata de gastar dinero vale la pena sopesar como esa compra afectara tu tiempo, tu relación con otros y tu humor.
Para finalizar, Polewaczyk nos anima a mirar nuestra vida e identificar en dónde hemos permitido que nuestros estándares disminuyan por tacañería, conveniencia o por asumir que no podíamos hacerlo mejor e invita a reflexionar que sin importar quien seas, el lugar en que vivas o que hagas con tu tiempo y dinero ¡lo vales!- (Semanario)