Las aventuras tragicómicas de la ex empleada No. X666.
Un capítulo más del libro aún no publicado “¿Aún no te toca recorte de personal?”
Esta Opinión la publiqué en agosto de 2012 en mi blog personal. Y aunque mi situación personal hoy, 2015, ya cambió muchísimo sé que lo que experimenté en ese año miles de empleados y trabajadores lo viven todos los días. Espero que a alguien le pueda servir este relato que miles de personas en el mundo atraviesan diariamente:
Chale. Pues llegó el día. En cierta manera esperaba que ocurriera, lo presentía, pero trataba de no hacerle caso a mi sexto sentido (que pocas veces falla).
Retomo. Pasó el 31 de julio de 2012. Me llamaron del temido departamento de Recursos Humanos de la empresa en la que trabajé durante 12 años y me informaron: Vamos a prescindir de tus servicios (palabras más, palabras menos, lógicamente entré en el famoso estado de shock).
Ya estuvo. Se acabó con cheques, papeleos y breves palabras mi historia en la empresa que fue prácticamente mi casa, donde me formaron como periodista, conocí gente maravillosa que espero permanezca siempre en mi vida y otra muy malvada que ojalá nunca me la vuelva a topar, se me dio la oportunidad de viajar, ampliar mi criterio y cuando se pudo, me consintió y apoyó, hasta que ya no.
Decidí no despedirme de nadie porque no me gusta el drama, deploro el “pobreteo” y principalmente para evitarlas lágrimas de abandonar a la fuerza mi hogar de los 20 a los 33 años de edad.
No discutí, acepté calmadamente con un “gracias” las razones dadas para mi despido. ¿Qué caso tenía, más que lastimarme más, si sabía que nada cambiaría?
Luego llegó la realidad. Qué demonios voy a hacer. Mi título dice Licenciada en Ciencias Antropológicas en la Especialidad de Historia, pero igualmente soy Periodista porque esos 12 años no fueron en balde…quienes nos dedicamos a esta última profesión sabemos que el verdadero periodista se forma en la calle, con la experiencia, no aprobando exámenes en universidades.
En esa vorágine emocional algo tenía seguro: mis valores personales se modificaron. Antes pensaba que por mi trabajo valía la pena todo (que sí, lo sigo creyendo) pero NO VALE LA PENA dejar de vivir lo que muchos piensan, incluso yo misma lo hacía, la existencia trivial. Convivir con la familia, leer, ir al cine, caminar un sábado a las 6 de la tarde por las calles, ir a fiestas y no quitarme a las 12 porque tengo sueño a pesar de que llegué a las 10:30, almorzar en mi casa, irme un fin de semana a la playa, escribir y escribir, cuidar a mi sobrino, disfrutar de una siesta, ir al teatro, cine…..
Quien ha pasado por esta situación de un despido sabe lo qué es. En ya dos meses, he vivido diferentes experiencias laborales que me han servido para, aunque suene re cursi, reencontrarme. Y quienes estuvieron conmigo en esos momentos, me tendieron la mano y apoyaron, les estoy agradecida hasta el tuétano.
Y me di cuenta de algo: el mundo es enorme, y sí, la situación económica es dura... pero la papa hay que ir a buscarla y el que busca, encuentra. Más tarde, más temprano, pero los esfuerzos siempre son recompensados.
En lo que cabe yo he sido muy afortunada en ese aspecto. Cierto, estoy volviendo a empezar en ciertos aspectos, me tengo que apretar el cinturón en muchas cosas, debo cuidar cada centavo… y lo que ha sido más duro: lamerse como lobo el orgullo herido.
Plus: el saber que fui tema central de los chismes de pasillo durante un tiempo. Digo ¿tan importante soy como para que gente que desconozco quiera saber ‘el chisme completo’?
Pero ahora veo las cosas desde otra perspectiva: tengo una familia bella, muchas personas que me quieren y especialmente, me RESPETAN como ser humano y por lo que logré en el campo laboral. Orgullosamente, con todos mis errores y mi gran bocota que en tantas situaciones desagradables me ha metido, me jacto que siempre actué con honradez y fiel a los valores del ser humano. Habré errado muchas veces, pero estoy segura que traté de repararlo si era posible. Digo, soy una simple mortal.
Lo más importante, estoy volviendo a ser yo. La Marucha del espíritu libre… me falta mucho… aunque estoy en el camino y sé que si no cedo, lo mejor está ahí, esperándome. No es fácil, sin embargo, el mundo plano y sin retos es muuuy aburrido. ¿A poco no?