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*México (20 de julio).-
Donald Trump ‘Junior’, el hijo mayor del empresario y estrella de reality shows, fue el encargado de anunciar los votos de la delegación del estado de Nueva York en la Convención Republicana. Unos votos con los que su padre, Donald Trump, alcanzaba la cifra de delegados necesaria para convertirse en el candidato a la presidencia de EEUU por el Partido Republicano.
Tras su nombramiento, Trump ha declarado en Twitter que “es un gran honor ser el nominado republicano a presidente de EEUU”. “¡Trabajaré duro y nunca os decepcionaré! ¡AMÉRICA PRIMERO!”, añadió.
Una horas más tarde, Trump transmitió en directo un mensaje desde Nueva York a la convención del Partido Republicano. “Juntos hemos conseguido resultados históricos”, afirmó. “Hoy ha sido un día muy, muy especial, y nunca lo olvidaré”, agregó.En su mensaje, de algo más de dos minutos, Trump dijo que había recibido con “orgullo” su nominación con candidato republicano y recordó que lo acompañará como aspirante a vicepresidente Mike Pence, a quien calificó como un “hombre increíble”.
Fue una ceremonia perfectamente organizada. Un estado, Michigan, se abstuvo. Otro, Pennsylvania, dejó que Nueva York ocupara su puesto en la votación. Y así, Donald ‘junior’ pudo proclamar la victoria de su padre con un “¡felicidades, papá, te queremos!”. Tras él, tres de sus hermanos–Ivana, Tiffany, y Eric–se fundieron en un abrazo. Jóvenes ricos, guapos, y famosos. La puesta en escena perfecta para el candidato que ha roto los esquemas de la política de EEUU con un mensaje populista, nacionalista y opuesto al libre comercio, con la clase media y media-blanca como objetivo y con los inmigrantes in documentados como primer blanco, seguido de los socios comerciales de EEUU. Una especie de Jean-Marine LePen en versión estadounidense.
La votación cerraba una inesperada crisis en la campaña de Trump. Porque el lunes en la Convención, ésta había dado muestras de una catastrófica puntería en política: en un evento en el que una docena y media de oradores hablaron durante cuatro horas y dijeron 13.591 palabras, toda la atención se centró en apenas 109 de ellas -el 0,8%-, que resultaron ser plagiadas. Y encima quien las pronunció fue la esposa del candidato, Melania Trump. Que, para más inri, las tomó del discurso que dio Michelle Obama en la Convención Demócrata en 2008, en la que su esposo también fue nominado a presidente.
La formidable metedura de pata del equipo de Trump -que, encima, de todas las primeras damas de la historia de EEUU tuvo que elegir a la que está en activo y que es además famosa por su habilidad como oradora- destapó, una vez más, las tensiones que existen dentro del Partido Republicano con respecto al candidato.
Unas tensiones que ya habían quedado de manifiesto el lunes, cuando un grupo de delegados rebeldes trató sin éxito de frenar la nominación del controvertido empresario.Así, para el presidente del Comité Nacional Republicano -la organización que coordina la recaudación de fondos a nivel nacional y cuyas relaciones con Trump son entre malas y peores-, Reince Priebus, calificó de «razonable» que rueden cabezas en el equipo de escritores de discursos de Trump, y de hecho dijo que, si él fuera el candidato, “posiblemente despediría” al responsable del plagio.
Pero la campaña de Trump opina lo contrario. Paul Manafort, el máximo responsable del equipo del candidato, descartó que hubiera plagio. Sólo coincidencia. O sea, una versión política del “derecho a la intertextualidad” de la escritora española Lucía Etxebarría, cuando fue acusada de plagio por Antonio Colinas. “No creo que Donald Trump vaya a despedir a nadie por esto”, dijo Manafort a la cadena de televisión CBS.
Después, en declaraciones a la agencia de noticias Associated Press continuó con la misma tónica. “Francamente, si yo supiera que alguien lo ha hecho, también le despediría”, dijo.La cosa es que, en opinión de Manafort, no hay plagio. Y, si lo hay, es irrelevante.
Así lo dejó caer el partidario de Trump y gobernador de Nueva Jersey, que dijo que “el 93%” de lo que Melania había dicho era original.Pero es algo más que el mero sostenella y no enmendalla. Manafort es el responsable último de la campaña, así que sobre él debería recaer la responsabilidad del desastre de relaciones públicas. Y Christie, con su porcentaje -que es una forma de decir que el 7% del discurso era copiado-, lanzaba una puñalada al equipo de Trump, con el que está furioso por no haberle nombrado candidato a la vicepresidencia, un puesto que ha ido a parar al ultraconservador senador por Indiana Mike Pence.
A su vez, el yerno de Trump, Jared Kushner, y su esposa, Ivana Trump, están contra Manafort. La clave es que Kushner es un judío ortodoxo que había tratado, con la ayuda de Sheldon Adelson -el multimillonario de Eurovegas- de hacer que el candidato a vicepresidente fuera el ex representante Newt Gingrich, de lejos el más proisraelí de los posibles compañeros de viaje de Trump (Gingrich calificó en 2012 a los palestinos de “pueblo inventado”, lo que deja claras sus posiciones en materia de Oriente Próximo).
Kushner también vetó a Christie, porque éste, antes de ser gobernador, había sido fiscal y había hecho que su padre, el promotor inmobiliario Charles Kushner, fuera condenado a dos años de cárcel por evasión fiscal, soborno y coacción a testigos. Sin embargo, fue al final Manafort quien convenció a Trump de que escogiera a Pence.
Así que el plagio de Melania es una cuestión mucho más de familia de lo que pudiera parecer. Pero, políticamente, el resultado es malo para Trump. En vez de su victoria, de lo que se hablaba ayer era de esas 109 palabras. Un triste resultado para un discurso en el que la esposa del candidato se había metido al público estadounidense en el bolsillo con un relato que humanizaba a Trump y que exaltaba el nacionalismo de EEUU.Así es como el romance entre Melania y una parte considerable de la sociedad estadounidense no alcanzó ni la categoría de rollo de una noche.
Durante todo el día de ayer, el hashtag #MelaniaTrumpFamousQuotes (#CitasFamosasDeMelaniaTrump) fue trending topic mundial en Twitter. Como admitió Priebus, en otro dardo contra Trump, “esta distracción nos desvía un poco del mensaje”.