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*México (5 de agosto).- *México (5 de agosto).- Hace 54 años, el 5 de agosto de 1962, el mundo despertó con la noticia de que la gran seductora del cine, la encarnación del erotismo, la más fascinante, la más atrayente de las mujeres, había muerto inesperadamente a los 36 años. Pero no es así, Marilyn Monroe no ha muerto, es solamente una historia inacabada de la que nunca sabremos el verdadero final.Hace 54 años, el 5 de agosto de 1962, el mundo despertó con la noticia de que la gran seductora del cine, la encarnación del erotismo, la más fascinante, la más atrayente de las mujeres, había muerto inesperadamente a los 36 años. Pero no es así, Marilyn Monroe no ha muerto, es solamente una historia inacabada de la que nunca sabremos el verdadero final.
Quien fuera hija de Gladys Baker, fue bautizada con el nombre de Norma Jean. Norma porque su madre admiraba a la actriz Norma Talmadge, y Jean por Jean Harlow, actriz de Hollywood famosa por su cabellera platinada.
Seguramente, Gladys no imaginó que al nombrarla así, atrajo un destino trágico para su hija, pues la famosa Harlow tuvo una vida tormentosa y murió a los 26 años víctima de deficiencia renal. Marilyn caminaría sobre algunas huellas de ?la venus platinada?, porque años más tarde sería su inspiración.
Seguramente, Gladys tampoco imaginó que había dado a luz a una mujer que sería la más famosa actriz de Hollywood, la estrella de la pantalla que hipnotizaría a cientos de miles de espectadores, la que le daría millones de dólares a la industria cinematográfica, la que atraería a cantidad de hombres: deportistas, intelectuales, mafiosos, psicoanalistas, hasta llegar a magnates tan poderosos como el propio Presidente Kennedy.
El affaire Kennedy- Monroe quedó grabado para la posteridad el 19 de mayo de 1962, en el Madison Square Garden, cuando Marilyn hizo su apoteósica aparición para cantarle ?Happy Birthday? al Presidente, en su fiesta de cumpleaños. Ahí haciendo gala de su portentoso prestigio de ?estrella?, Monroe, como era su costumbre, llegó tarde y se hizo esperar. Llevaba un vestido casi translúcido, cocido a mano sobre su cuerpo, y exudaba sensualidad. Con voz susurrante comenzó a cantar y pronto se escuchó una salva de aplausos. Le quedan menos de tres meses de vida; ella no lo sabe.
Los inicios de Norman Jean no son halagüeños. Desde muy pequeña no pudo vivir con su madre por la falta de dinero de ésta y por su incapacidad para hacerse cargo de la niña, debido a sus grandes altibajos emocionales que la llevaron a tener como domicilio un hospital psiquiátrico.
En consecuencia, Norma Jean tuvo que vivir en diferentes hogares, en los que pasó por varios abusos sexuales y hoy sabemos que esas heridas provocan graves desequilibrios psicológicos. Al cumplir los 16 años, y ya no tener hogar, para evitar el orfanato, tomó la decisión de casarse con un joven que pronto se ausentaría, pues fue reclutado para la guerra.
Durante ese periodo, Norma Jean trabajó en una fábrica de paracaídas. El azar, más su ?sex appeal?, logró que un fotógrafo la detectara y le hiciera una foto en traje de baño.
Inmediatamente, la imagen apareció en la portada de una revista y, de ahí en adelante, comienza a despegar gradualmente la carrera profesional de Norma Jean, quien posteriormente, por sugerencia de un ejecutivo de la Fox, tomó el nombre de Marilyn. Ella propuso el apellido de soltera de su madre, Monroe, y con su nuevo nombre comenzó su nueva vida.
A mediados de la década de los 50, Marilyn Monroe es una celebridad mundial. Los fotógrafos la ametrallan con sus cámaras, tiene que salir con una peluca negra, vestida como monja, con gafas obscuras y, aún así, cuando camina la reconocen. Todo mundo quiere algo de ella: su autógrafo, un saludo, al menos una mirada. La Reina Isabel II quiere conocerla, ¿o sería el Príncipe Felipe? En cualquier caso ?la nueva rubia platinada? va a la presentación real.
Pero Marilyn no sale del diván del psicoanálisis. Es infeliz, toma tranquilizantes y diferentes fármacos que necesita para calmar su miedo, su ansiedad. No parece servirle ni la fama, la popularidad, el amor o el trabajo. Sufre grandes depresiones, escribe mucho, se escudriña y no encuentra salida a sus crisis nerviosas.
Cada vez llega más tarde a los llamados, olvida diálogos, vuelve locos a los directores, a los compañeros actores que no saben como ayudarla y, finalmente, los estudios cinematográficos deciden eliminarla de sus listas. Marilyn se ha quedado sola, se siente abandonada, abandonada desde que nació.
Truman Capote, en uno de sus mejores retratos literarios habla de Marilyn: ?estábamos en el muelle de Brooklyn. Ella me dijo: ‘si te preguntaran como era yo, ¿qué contestarías? seguramente dirías que era una palurda’. Le contesté: ‘por supuesto, pero también les diría… (ya se iba la luz) ella parecía desvanecerse con la claridad, mezclarse con el cielo y las nubes, yo quería alzar la voz por encima de las gaviotas y gritarle: ¡Marilyn, Marilyn! ¿por qué todo tenía que acabar así? ¡¿por qué todo tenía que ser tan terrible?!’?.
Marilyn padecía de insomnio, le tenía miedo a la noche. Por esa razón tomaba somníferos y se inyectaba o ponía enemas indicados por su psiquiatra. Ahora la princesa del celuloide duerme, no la despierten.
Marilyn Monroe, con su calamitosa vida y enigmático fin, hizo nacer la tragedia norteamericana.