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Cuando la actual administración estatal asumió la titularidad del poder ejecutivo, lo hizo envuelta en una gran expectativa, por la gran cantidad de votos lograda por su candidata y también porque el pueblo se preguntaba cuál sería la actitud que adoptaría el grupo político más criticado por su visión de la política y por su calidad de agrupación cerrada y poco dispuesta a compartir el mando de las instituciones oficiales.
Orgullosos de su victoria, se llamaron la nueva mayoría ciudadana e invitaron al pueblo a sumarse a ellos, conscientes de que a nadie le gusta estar con los perdedores, por muy simpáticos que éstos sean.
Aprovechando la libertad de prensa que la administración panista anterior propició, no vaciló en gastar grandes cantidades de dinero en promoverse y en atacar al gobierno que lo antecedió, culpándolo de todos los males existentes en el estado.
El grupo en el poder promovió las candidaturas de dos de sus más destacados elementos a diputados federales. Con ello, busca, además de promoverlos, fortificar su posición política y arropar al ejecutivo estatal.
La oferta que los priistas ofrecieron al asumir la primera magistratura estatal consistió en sensibilidad gubernamental ante los problemas ocasionados por la pobreza en el estado, modernización de la administración pública, para hacerla mas eficiente sin aumentar la burocracia, mayor seguridad pública, aumento en la infraestructura estatal y posicionamiento de los mejores y mas capaces hombres y mujeres en los cargos públicos. A la fecha nada se ha cumplido.
Pero lo peor de todo es que no sólo no se han cumplido los ofrecimientos hechos al pueblo yucateco, sino que peor aún, hemos podido ver cómo la clase política dependiente del partido oficial, ha retomado viejas costumbres que creíamos ya superadas y enterradas para siempre: así la sensibilidad social se volvió política clientelar, donde los apoyos se entregan con criterios partidistas. Es notorio en las instituciones un gasto desmesurado en comidas en restaurantes de lujo, a los que los funcionarios anteriormente no solían asistir. Notamos nuevamente un uso discrecional de vehículos y combustible oficiales para objetivos distintos a los necesarios para el servicio público. La pretendida modernización administrativa ha llevado a incluir en la nómina a los mismos vividores de siempre y a algunos otros más, generando un crecimiento monstruoso de la burocracia —aunque las plazas creadas no sirvan sino para cumplir compromisos políticos. El aumento en el nivel de seguridad y vigilancia se ha convertido en represión, donde se intimida y presiona a la gente que se ha atrevido a hacer públicas sus diferencias con la administración actual, pudiéndose notar el alarde de fuerza y el uso indebido de las medidas preventivas de seguridad, para amedrentar y entorpecer la labor proselitista de los partidos opositores, sin importar pasar por encima de la investidura de legisladores federales.
La infraestructura y el equipamiento del estado y sus poblaciones tampoco ha registrado mejoría pues no se ha emprendido ninguna obra de auténtico impacto social, además de que las previstas son postergadas con diversos pretextos. Tampoco han llegado al gabinete los mejores hombres y mujeres: por el contrario, varios funcionarios han cometido tremendas imprudencias y el trabajo de muchos al frente de sus instituciones, deja mucho qué desear.
A todo esto podemos agregar el notorio activismo político del ejecutivo estatal a favor de los candidatos de su partido y el intento de coaccionar a presidentes municipales emanados de las filas de la oposición con diversos ofrecimientos.
La verdad es que los resultados que arroja el retorno del PRI al poder son poco esperanzadores: volvemos a la época en que por supuestamente beneficiar a las mayorías, se pasa por encima de la dignidad del ser humano. Volvemos a la época en la que se compra a los periodistas y se busca obtener titulares a modo. Volvemos a la época en la que sentimos miedo por expresar nuestra insatisfacción o nuestro desacuerdo con el estado de cosas. Volvemos a la etapa de los descuentos arbitrarios y la petición ilegal de credenciales de elector. Volvemos a la época del endiosamiento de los gobernantes, que nunca se equivocan y que si lo hacen, vuelven a mandar. Volvemos al tiempo en que todo es pura apariencia y nada es real.
Usted se preguntará qué tiene que ver todo esto con el proceso electoral próximo que es de carácter federal y, vuelvo a insistir, en que los participantes de parte del PRI, son parte esencial de un proyecto de continuidad y control político, económico y social. Vuelvo a recordarle que prometieron mucho y no han cumplido nada. Vuelvo a recordarle que no debemos echar para atrás una serie de logros que a los ciudadanos nos llevó mucho conquistar y que si ganan los priistas, esos logros se irán abajo, pues lo que menos quieren es transparencia y rendición de cuentas y aunque basen su oferta en una aparente modernidad y un pretendido contacto social estrecho, nada de ello es cierto. Si ganan, todas las decisiones serán cupulares y los ciudadanos no seremos tomados en cuenta.
Por eso hay que votar por Acción Nacional, para primeramente oponer un contrapeso a los mecanismos de poder existentes y que los funcionarios actuales sepan que habrá quienes se encarguen de tener su desempeño y la debida aplicación de los recursos bien vigilados, para evitar las complicidades y el ocultamiento de información que produciría arropar al ejecutivo con cinco diputados federales afines, porque, por otro lado, es importante dar continuidad a las tareas emprendidas por el presidente de la república en materia de seguridad, de economía y finanzas sanas, de respeto y apoyo a los derechos fundamentales del ser humano y el ciudadano, en lo referente a la libertad de expresión y porque solamente en un sistema donde los participantes se vigilan unos a otros, sale beneficiado el ciudadano común y corriente.
Por todo esto, ciudadano yucateco, te invito este 5 de julio, a salir a votar y dar tu confianza a los candidatos del partido acción nacional, los únicos que garantizan que tu voz será escuchada en el congreso. Este 5 de julio vota por Javier y Carolina para seguir siendo libres.