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Todos sabemos en Yucatán (y al respecto Mérida no es la excepción) que este próximo 16 de mayo, nos jugamos en las urnas el futuro. Los ciudadanos deberemos elegir entre optar por la libertad y la democracia u optar por el autoritarismo y la instalación de un sistema caciquil y represivo por naturaleza.
La contienda electoral venidera adquiere ribetes de auténtica confrontación, de una batalla de vida o muerte, donde no habrá, ni puede esperarse (al menos de parte del PRI) piedad o misericordia ni cabrá pedirla de parte del PAN. Lo sabe la ciudadanía, lo saben los panistas, lo sabe la propia Beatriz Zavala. Precisamente por ello Beatriz ha decidido fortificarse en su más sólido reducto, en la zona de más duro voto panista, para librar este trascendental combate.La acompañan un puñado de fieles con vocación de héroes, con naturaleza de paladines; seres con espíritu indómito, con moral a toda prueba y con una fe inquebrantable en los valores y doctrina que defienden. La acompañan los jóvenes, las mujeres, los adultos mayores, los obreros, los campesinos y todos los hombres y mujeres libres dispuestos a luchar por un porvenir venturoso para su tierra natal.
Beatriz tiene a favor ser de origen totalmente emeritense, su conocimiento de la problemática social de la urbe que aspira a gobernar, adquirido desde sus inicios en la comuna de Mérida, su capacidad de gestión e interlocución, sus vínculos con el gobierno federal, su experiencia en los diferentes estratos de la administración pública, su imagen auténtica y mesurada en contraposición a la efigie artificial y populachera que se intenta arrogar a la candidata del partido oficial, indiscutible imposición de la titular del ejecutivo actual y presunta cabeza de playa para refrendar la gubernatura en tan solo dos años a partir de los comicios venideros.
Fuerza es confesar que apenas hace un mes, Beatriz se hallaba sumamente rezagada, pero hoy por hoy las cosas han cambiado y el margen de ventaja del oficialismo se ha reducido dramáticamente merced a su ineficiencia administrativa, al endeudamiento al que han sometido a la hacienda pública, a la represión desatada contra las voces disidentes y sobre todo, gracias a los papelones protagonizados por los diversos actores políticos que figuran en el reparto de funcionarios de primera línea: desde aquellos que fueron renunciados en circunstancias poco claras (remember Farjat), pasando por los que fueron solapados pese a sus evidentes violaciones al marco legal y la equidad de género (Jaime Zetina for example) y cerrando con broche de oro, con el aluvión de silbidos obsequiados a la propia titular del ejecutivo por la ciudadanía en pleno, en ocasión de su presencia en un encuentro deportivo.
Es una realidad incontrovertible que el derroche de recursos, los malos resultados administrativos, la prepotencia de sus funcionarios y los elogios sin ton ni son arrancados a base de dádivas a una prensa vendida, sumisa a sus caprichos y arbitrariedades, han dado como resultado que la ventaja del oficialismo se esté esfumando, que la brecha que separa a Beatriz de su contrincante, la arquitecta tixkokobense, se reduzca día con día.
La gobernadora lo niega pero está muy preocupada: su primer gran disgusto lo experimentó con motivo del mitin de inicio de campaña donde Beatriz congregó a nueve mil delirantes meridanos que la ovacionaron mientras gritaban ¡fuera, fuera! A la más mínima mención del gobierno en turno.
Hace un par de días apenas, dos mil meridanos de las colonias del oriente de la ciudad vitorearon frenéticamente a la abanderada blanquiazul en el marco de un baile popular organizado en un parque público. La estrella de Beatriz va en franco ascenso y la de la gobernadora y su delfina Angélica (no es posible disociarlas) en acusado declive.
La soberbia del poder es tal, que la gobernadora es incapaz de percibir el repudio que concita en la ciudadanía y por ende, recurre a la única práctica conocida para tratar de agenciarse el beneplácito ciudadano: dilapidar los recursos provenientes de las arcas públicas. Pese a lo que le digan a Ivonne Ortega las plumas a sueldo, las voces domesticadas, las opiniones cortesanas incapaces de contrariarla o incurrir en su desafecto, se le avecina una derrota dolorosa, catastrófica, de dimensiones espectaculares, todos somos capaces de verlo venir, nada más ella obstinada en su soberbia, es incapaz de advertirlo. ¿Y Angélica?, ¿acaso su opinión cuenta? Se contenta con mantenerse a la expectativa y esperar. Fue entrenada para obedecer no para opinar. Se aproxima inexorable el final de la comedia regional aun en escena. Solo es cuestión de tiempo
POST SCRIPTUM.- Confieso pública y abiertamente que desde niño he estado enamorado del hada Campanita.
Dios, Patria y Libertad.