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Chichén Itzá y un pedazo de sus alrededores ya son propiedad del gobierno del estado de Yucatán. Esto es para que todos los yucatecos dancemos en un frenesí de felicidad y alegría, porque, finalmente, después de muchos años de "injusticia histórica" finalmente las tierras que antes fueron asiento de un recinto de la civilización Maya ancestral, ¡han pasado a ser propiedad del gobierno de Yucatán! Claro, sólo deberá pagarlo a Banorte.
Pero, ¿qué hay detrás de esta magnánima y patriótica operación?
Recordemos la compra por $70 millones del aeropuerto de Kaua. Se declaró que éste sería convertido pronto en el arco aéreo de entrada de cientos de aeronaves de todo el planeta que viajarían a concentrarse en Chichén Itzá, como maravilla del mundo. E inauguró el portal el cantante de ópera Plácido Domingo; y pronto estará por allá Elton John y antes ya estuvo la cantante Brighton.
Realmente, ¿verdad que pudimos sentir con esa compra de Kaua, cómo el estado comenzaba a ser propiedad de los yucatecos? ¡Wow!
Pero hoy... ¡No! ¡Lo de hoy es la apoteosis de los yucatecos haciendo historia y justicia histórica! No podíamos conciliar el sueño sabiendo que las tierras que rodeaban las ruinas de Chichén Itzá, ¡eran propiedad de un particular! Hoy ¡se hizo justicia! Por la módica suma de $220 millones —insignificante suma, solo 2750% por encima del avalúo oficial, que pasa del erario estatal yucateco a las cuentas privadas de quien inexplicablemente fuera el dueño del último asiento de la civilización maya— Chichén Itzá ¡ya es nuestro! ¡Viva Yucatán!
Con razón, hoy martes 30 de marzo de 2010, todos los yucatecos amanecimos en calma: ¡Ya, Chichén Itzá, había dejado de ser propiedad privada!
La terquedad periodística, sin embargo, nos obliga a hacer un paréntesis en el frenesí y la algarabía por tan patriótico acto, de amor puro al terruño, para analizar los números a más bajas temperaturas.
Existe una poligonal oficial, federal. Según ésta, son unas 1547.32 hectáreas las que forman el área de protección federal de monumentos históricos prehispánicos. Las 83 hectáreas que se han adquirido en $220 millones son, por lo tanto, una pequeña parte de ese territorio: 5.19%. Cada una de esas hectáreas, ahora orgullosamente propiedad de los yucatecos, costó la módica suma $2,771,000 (dos millones setecientos setenta y un mil pesos).
Y, ¿de quién son las restantes 1464 hectáreas? Tienen dueños hoy: don Fernando Barbachano Herrero, Doña Carmen Barbachano Gómez Rul, los ejidos de Pisté, Xcalacoop, San Felipe y Yaxché, en donde, hectáreas por aquí y por allá, nos encontramos con que, muchas de ellas, son propiedad de entidades cuyos nombres están para impedir que se vea el conjunto de letras formado por las palabras "Ermilo Castilla Roche", conjunto que corresponde a la forma de nombrar a quien ocupa el lugar de yerno único de don Fernando Ponce García, pariente dulcemente unido a la tía carnal del "desafortunado" vendedor —no cualquiera puede alegrarse de desprenderse de tan valiosas tierras por tan poco valioso dinero— Hans Jürgen Barbachano.
Y, por si fuera poco, también se encuentran como propietarios, entre esas ex tierras ejidales, personajes directamente unidos, nada más ni nada menos, que al campeón de pagos por "nota periodística" en 2008: el diario Por Esto! —recibió del gobierno del estado de Yucatán $24 millones por ese concepto ese año— Mario Menéndez Cámara, Miguel Menéndez Cámara, Renán Castro Madera. Esto es, desde luego, pura y simple casualidad, ¿verdad, lector? Los rumores de Holbox ayudan a ratificar el círculo que se cierra con la insignificante compra del último asiento de la civilización maya.
Parecería que no será tan insignificante comprar a ese precio las 1400 o más hectáreas que faltarían: tres mil novecientos millones de pesos. ¿Ya estará Banorte planificando la operación para pagar en los próximos 250 años? En esa forma, múltiples generaciones yucatecas podrían gozar al afirmar cada día de esos 91,250, el orgullo de ser propietarios de las tierras de Chichén Itzá, una de las 7 maravillas del mundo moderno. (La octava podría ser, por lo menos para Banorte, la operación de financiamiento a esos 250 años.)
Para ayudar a que esto se realice, parece que mañana pasarán a recoger a cada casa, la cantidad $2,250 por cada habitante que allí se encuentre. También podrán firmar a 250 años con Banorte.
O ¿será que estamos hablando de la ruina que arruina a Yucatán?