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Entender la vida y sus misterios es un desafío difícil. La humanidad se confronta al hecho de no poder explicarse a sí misma. Hoy —albores del 3er milenio— la ciencia aun tiene límites para describir y explicar la realidad a "ciencia cierta". La Teoría de la Relatividad y las teorías de la Física Cuántica sólo demostraron que la realidad, el tiempo y el espacio son conceptos que guardan muchos misterios y que lo sólido, en realidad, no es lo que creíamos.
¿Habrá otra forma de explicar la vida? Grandes personajes —avatares, o encarnaciones Divinas— han surgido a la vida terrenal para ayudarnos a entender quiénes somos y en dónde estamos. Estos personajes han dado origen a religiones que, a pesar de apariencias distintas, tienen, todas, un hilo conductor común. Además de invitar a la práctica del amor, todas describen quiénes somos, en dónde estamos y cómo podemos entrar en contacto con el mundo trascendente, es decir, cómo podemos intuir y descifrar el orden de la existencia. La "búsqueda de la verdad" es el tronco común del árbol de la vida que ha crecido y hoy tiene muchas ramas, cada una de las cuales representa una cultura y una tradición religiosa. La India —madre de todas las culturas y de todas las religiones— nos ofrece escrituras —las más antiguas de toda la civilización humana—: Los Vedas, el Ramyana y el Mahabaratha, o el Bagavad Gita, con las enseñanzas religiosas más antiguas de la humanidad. Surgen después la tradición Budista, la tradición judía, la tradición Cristiana con la Biblia y los Evangelios y la tradición Musulmana con el Corán. Estas ramas se han diversificado en muchos otras —ramas y "ramitas"— y juntas conforman el gran árbol de la humanidad.
No todo puede ser conocido y entendido a través de los límites de los 5 sentidos físicos. La ciencia no tiene todas las respuestas. Las religiones guardan una sabiduría ancestral que nos puede ser útil siempre para ayudarnos a entendernos mejor a nosotros mismos. Aceptarlo significa tener el valor —a la inversa— que tuvo Galileo Galilei para revolucionar el conocimiento ante La Inquisición en el siglo XVII, cuando afirmó que la Tierra no era plana.
¿Podemos decir que un camino religioso o filosófico es mejor que otro? La certeza de que hemos elegido el "camino correcto" debe fundarse en nuestra fe clarividente y no en la fe ciega. Es la Fe la que nos da la certeza. La Fe para que realmente sostenga nuestras creencias se debe erigir en una plataforma sólida, basada en la experiencia interna, certera de lo que creemos. Si nuestra Fe es ciega, es muy probable que caigamos en la adoración fanática o en la idolatría. ¿Cómo podemos lograr una experiencia interna certera? De eso se trata este Espacio Interior: exploremos a fondo los recursos disponibles dentro de nuestra propia tradición, todos los métodos a nuestro alcance para conocer la vida trascendente. Si habiendo explorado estos recursos no tenemos éxito, entonces tengamos el valor de abrir la puerta a la vida y explorar otras posibilidades en busca de la Verdad, el Amor y la Paz.
Shakti
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