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Cuatro estrellas
Ya he mencionado lo bien que está el cine argentino de unos años a la fecha y la manera en que ha superado a otros países latinoamericanos, incluido México. Mientras nosotros seguimos preocupados en hacer melodramas puritanos, comedias con Jaime Camil o dramones urbanos ambientados en el DF, los argentinos se han concentrado en hacer un cine de calidad, con historias que buscan originalidad y frescura. La mayoría de las producciones argentinas de hoy en día persiguen propuestas argumentales inteligentes, son capaces de abordar temáticas fuertes evitando caer en lugares comunes. No es fortuito el avance de Argentina en festivales internacionales importantes.
Retomo el punto porque esta semana se estrenó “Boogie el aceitoso” primera incursión del cine argentino en el terreno de la animación 3D. Y es una clara muestra de lo desprejuiciada que está dicha cinematografía. El filme es una comedia negra de niveles corrosivos protagonizada por un asesino a sueldo llamado Boogie. Este peculiar antihéroe es violento, misógino, despiadado, fascista, sociópata, racista e interesado en una única cosa: el dinero. Es la representación arquetípica de los peores vicios en los que se han sumido las sociedades contemporáneas. Personajes como Boogie son la nota de cualquier noticiero.Es importante aclarar que esta cinta animada no es para niños. Su contenido sexual y violento la convierte claramente en una película para adultos. En su historia, un conocido capo llamado Sonny Calabria desea silenciar a su ex amante Marcia que, por despecho, va a declarar en contra de él en un importante juicio. Para matarla, Sonny contrata a un nuevo asesino llamado Blackburn.
Aquí aparece el protagonista, Boogie, quien siempre había hecho los trabajos sucios de Sonny, y al enterase que ese nuevo encargo fue encomendado a Blackburn, y no a él, se pone muy disgustado. Celoso, Boogie desea demostrarle a su ex jefe que él sigue siendo el mejor. Es por ello que decide interponerse en el trabajo de Blackburn, convirtiendo la trama en una intriga de sangre, balazos, descuartizamientos y persecuciones. Cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia.
Se trata de la adaptación de la historieta del escritor argentino Roberto Fontanarosa. Y es una sátira ultraviolenta que bebe fuentes de cineastas como Sergio Leone, Martin Scorsese, Francis Ford Coppola y Quentin Tarantino. Está hecha a la medida de los amantes del gore, es decir aquellos que no temen ver de teñirse de rojo la pantalla a la menor provocación.
Escenarios oscuros inspirados en “Sin City” de Frank Miller, personajes grotescos y situaciones brutales son el plato fuerte de “Boogie el aceitoso”. No puede negarse que hay un sentido del humor que se debate entre lo delicioso y lo tremendamente retorcido. Su comicidad macabra por momentos exalta de más la agresividad de su protagonista, pero logra diálogos creativos que dejan frases memorables, casi todas misóginas y siniestras.
El trabajo de animación está muy bien logrado y no le pide nada a producciones norteamericanas, aunque no era necesario que se hiciera una versión en tercera dimensión. El 2D le queda de maravilla. De hecho, cuando aparecen animaciones por computadora la película pierde mucho de su estilo visual.
“Boogie” no es una película apta para todo público. Está hecha para cinéfilos adultos, desprejuiciados, de amplio criterio y que gusten de la violencia, y la comedia excesivamente negra. Si usted no cumple con todos estos requisitos, evítela.
Lo mejor: su perverso sentido del humor, sus referencias cinematográficas, su manejo eficaz de la acción, la manera tan fluida en que desarrolla el guión, sus personajes y las célebres frases de Boogie.
Lo peor: no convencen las escenas animadas por computadora, no le queda el 3D, por momentos es desmedida en la violencia y exalta demasiado los defectos del protagonista.