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Es necesario revisar el modelo con todo cuidado. La libertad de pensamiento, la libertad de expresión, la libertad de prensa y otras libertades, ¿son para todos?
Es obvio que deberían serlo. Pero, ¿está siendo conveniente el que esas libertades estén al alcance de cualquier persona? Es decir, en términos de beneficio para nuestra especie, la humanidad, ¿es conveniente dejar que las cosas se decidan según el voto de todos, cuando cada voto tiene un valor idéntico al de los demás?
El solo hecho de sugerir que los votos de las personas tengan diferentes valores, es automáticamente rechazado, casi sin pensar, por la gran mayoría de los que tengan oportunidad de opinar.
Y sin embargo el PRI, durante las 7.1 décadas de la "estabilidad" social y política —con gran estupidez económica— promovió la calidad del voto, en donde tenía mayor "calidad" aquel voto que fuera por el PRI; los "equivocados" eran aquellos votos que se les dieran a otras opciones. Así, el PRI, al igual que las aristocracias griegas o las oligarquías, durante su periodo de gobierno generalizado valoró cada voto según su destino, no importa cuál fuera su origen.
¿Recuerdan el "fraude patriótico" de Chihuahua en 1986? Era presidente el taciturno Miguel de la Madrid Hurtado. El PRI había perdido en Chihuahua, pero por ayudar a la patria se le dió el poder ¡al PRI! Habérselo dado al PAN no era patriótico.
Los que no votaban por el PRI recibían el peyorativo calificativo de reaccionarios. "Reaccionaban" en contra de la "revolución mexicana", representada por el PRI. Y cuando se notaba que alguien había logrado escalar en su nivel económico, se decía que "ya le había hecho justicia la revolución", sobre todo cuando ese escalamiento se había dado a la sombra de la chamba conseguida por los amigos metidos en la política.
Entre 1997 y 2006 los mexicanos vivimos años de perfección electoral. Aprendimos a contar votos. Del IFE de ese momento se habló bien a nivel mundial. Como predijo Schlarmann en su libro "México, Tierra de Volcanes", al momento de permitirles elecciones libres a los mexicanos, ganaría el PAN. No se basó en encuestas: nadie las hacía cuando escribió el libro.
Pero el colmillo del sistema PRI es de gran enormidad. Ellos supieron cómo convertir la imagen de la obra radicalmente diferente —por positiva, honesta, transparente y seguidora de la ley y su espíritu— del panismo, en mediocre o mala para el ciudadano medio. En Mérida el PAN ganó en 1990, pero el único medio razonablemente confiable exaltó las bondades —todas reales— de cada gobierno municipal desde 1991 hasta 2010. Por extrañas razones ese mismo medio hizo exactamente lo contrario —es decir, oscureció bondades y agrandó errores— cuando se dio el primer triunfo panista a nivel gobierno del estado.
Y hoy el estado de Yucatán está sufriendo las consecuencias de esa inexplicable falta de realismo informativo producido durante el sexenio 2001-2007. Los medios que siempre mienten, continuaron mintiendo. El que siempre exaltó la realidad, la omitió y sí, en cambio, rebuscó y agrandó yerros que hoy son peccata minuta para el grupo en el poder.
La democracia, pues, no es para todos sino exclusivamente para la gente correctamente informada. Una humanidad seria, ¡legislaría esto!