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México (28 de abril).- Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), el creador de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha e inventor de la novela moderna, está de moda. Y no es por el recuerdo de las aventuras de su genial personaje: ese veterano algo trastornado por la lectura de los libros de caballerías y el amor por Dulcinea. Tampoco por el gran valor literario de los sorprendentes episodios que imaginó en aquel viaje del Quijote acompañado de su fiel Sancho Panza, el escudero, amante del vino y la comida. Cervantes, el escritor más célebre de la lengua española, vuelve a ser noticia por algo mucho más prosaico: por fin, según parece, se sabrá dónde está su tumba.
¿Cómo puede ser que casi 400 años después de su muerte no se conozca a ciencia cierta donde está enterrado Cervantes? En realidad sí se sabe. Según un informe de la Real Academia Española, fue sepultado el 23 de abril de 1616 en el recinto del monasterio de clausura de las monjas Trinitarias, en la calle Lope de Vega, en pleno corazón del hoy conocido Barrio de las Letras en el centro de Madrid. Pero nadie, a partir de ahí, había podido ir más allá. Hasta ahora.
Para terminar con la incertidumbre o, como escribiría Cervantes, “desfacer el entuerto”, se ha presentado en Madrid el Proyecto Cervantes: búsqueda, localización y estudio osteológico de los restos mortales de don Miguel de Cervantes. Gracias a la iniciativa del historiador Fernando de Prado y el apoyo del estudioso Luis Avial, del antropólogo forense Francisco Etxeberría y del Ayuntamiento de Madrid se sabrá por fin dónde está la tumba del célebre novelista y poeta.
“¿Se conocía que estaba enterrado en el Convento de las Trinitarias?, Sí, ya se había escrito sobre ello. Pero yo he sido el primero en reunir todas las investigaciones sobre la muerte de Cervantes; de la génesis y evolución del convento y que, además, contará con esta tecnología del georradar”, explica a Excélsior Fernando de Prado, jefe del proyecto.
Puede que las aventuras quijotescas, como pelearse con molinos de viento a los que creía gigantes, hayan sido la fuente de inspiración que ha movido en estos últimos años a De Prado, quien, después muchos esfuerzos infructuosos, ha conseguido el financiamiento necesario para intentar localizar y recuperar los restos del dramaturgo nacido en Alcalá de Henares.
Todo comenzó en una conversación que en 2010 mantuvo con Luis Avial, el técnico en georradar, que le habló de aquella nueva técnica que permitía descubrir lo que había en el subsuelo sin excavar, cuenta.
La idea fue germinando y “desde entonces he desarrollado una investigación completa para saber cómo habían sido las últimas horas de don Miguel, la historia de la iglesia donde fue enterrado y los diferentes trabajos que se habían hecho en ella”.
La primera fase del proyecto comienza hoy con la búsqueda de los restos óseos a cargo de Luis Avial, especialista en el georradar, que ha participado en la búsqueda de los restos del poeta Federico García Lorca y en enterramientos de conflictos bélicos.
El georradar es un método de obtención de información no intrusivo ni destructivo, basado en la emisión de ondas electromagnéticas, que detecta los cambios de las propiedades de los materiales del subsuelo para realizar un mapa tridimensional. En palabras sencillas, los estudiosos hacen una “radiografía” del suelo para localizar los restos humanos.
300 metros cuadrados
La búsqueda se centrará en un espacio de 300 metros cuadrados de extensión, en el subterráneo de la actual iglesia del Convento de las Trinitarias de Madrid; y se extenderá también a las paredes del recinto, por si el nicho de Cervantes hubiera sido movido.
Acariciar la posibilidad de que algunos de los huesos coincidan con los del autor de La Galatea es una posibilidad que entusiasma a los investigadores, reconoce De Prado.
“Se me ocurrió la idea, la investigué, la desarrollé y he estado peleando por sacarla adelante. Y llegar a este punto es una enorme satisfacción”, dice.
Capturar la información con el georradar durará unos tres días; y con los datos obtenidos se elaborará un informe que será estudiado por todo el equipo y del que saldrá el plan de trabajo para la localización exacta de los restos óseos. “A partir de ahí, se determinará el lugar dónde hay que excavar”, agrega.
Una vez que se encuentren los restos llegará el turno del antropólogo forense Francisco Etxeverría, que ha realizado investigaciones sobre la muerte del presidente chileno Salvador Allende, y será el responsable final de reconocer si los huesos encontrados son de Cervantes o no.
Según explican los investigadores, “el cadáver de Cervantes es el de un varón fallecido a la edad de 69 años con unas características difícilmente repetibles: las heridas sufridas en el combate de Lepanto”. Mostraba en su día heridas de proyectil de arcabuz en el pecho, así como los huesos de la mano izquierda tullidos y ambas mandíbulas desdentadas”, como confesó él mismo apenas unos días antes de morir en su casa madrileña
Para los investigadores, estas caracteristicas fisiológicas son una pieza clave para identificar los restos. Y es que en este caso sería imposible utilizar técnicas de ADN, porque no existen descendientes directos del genio de Alcalá.
De Pardo se muestra optimista. “Las posibilidades de encontrar los restos de don Miguel son muy altas”.
El descubrimiento de la tumba de Cervantes supondría un nuevo atractivo turístico para una ciudad como Madrid, que en los últimos años ha perdido muchos turistas frente a otras capitales españolas y europeas y esto ayudaría a recuperarlos.- (Excélsior)