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México (24 de febrero).- En una entrevista con el diario Excélsior la organización Wildcoast aseguró que solamente entre los estados de California a Baja California cruzan un millón de llantas usadas al año, de las que una enorme cantidad regresa a estados Unidos con deslaves y aumentan la contaminación al ser abandonadas.
Estas acciones ponen en alerta a ambas naciones, ya que por más de 30 años se han depositado en la frontera cientos de neumáticos.
Fey Crevoshay, la directora de Comunicaciones del grupo ambientalista Wildcoast indicó que el problema inicia con la venta de neumáticos usados a través de la frontera. Aseveró que los consumidores de California compran llantas y en el precio va incluida una cuota de 2.75 dólares para reciclaje de cada llanta que se desecha, sin embargo los centros de acopio no acostumbran llevan esas piezas a reciclaje, lo que hacen es rematarlas por mayoreo a llanteras mexicanas.
Resulta alarmante ver la cantidad de llantas que se acumulan en la frontera y aún más la cantidad de dinero que se junta en el fondo para reciclaje que no se usó para lo que se suponía. El año pasado el fondo para reciclaje exclusivamente de llantas en California acumuló más de 60 millones de dólares, por cerca de dos millones 200 mil llantas que fueron desechadas en el estado y que no fueron recicladas. El vocero de la institución oficial que supervisa lo relativo a ese reciclaje, Mark Oldfield, de CalRecycle, explicó que su agencia se encarga de ver que los neumáticos lleguen de las llanteras a los centros que las embodegan, que es el paso previo a reciclarlas. A pesar de todas esas acciones, cada semana parten camiones llenos de llantas usadas para venderse de segunda mano en México, el precio de éstas oscila entre unos 280 y 300 pesos en Tijuana y rara vez se cobran impuestos. Esto es lo que sucede en una llantera de la zona El Guaycura, en Tijuana: cuando los clientes compran llantas usadas en unos 280 pesos cada una, el negocio deja las que se desechan en un rincón, donde se acumulan. Muchas de las llantas de desperdicio se venden luego a residentes de cañones y laderas que las usan para construir viviendas o escaleras y muros de contención contra deslaves. “Pero cada tormenta arrastra parte de esas llantas”, dijo Crevoshay. Como Tijuana tiene una elevación natural de cerca de cien metros sobre el nivel de California, las corrientes han arrastrado las llantas por debajo de las bardas paralelas de la Patrulla Fronteriza y terminan regadas en los límites entre ambos países.- (Agencias)