México (11 de abril).- Hace siete años, René Antonio Ahumada Zepeda empezó a presentar temblores incontrolables en las piernas y luego de un largo peregrinaje médico que duró alrededor de cuatro años, le diagnosticaron Parkinson.

Para él, el impacto de la muerte de sus padres en un lapso breve que lo condujo a una depresión y ansiedad, fue el origen para que de la noche a la mañana la enfermedad se le manifestara.

“El desconocimiento total de lo que me estaba sucediendo y sin una valoración que me diera una razón, hicieron traumático el proceso que seguí para descubrir qué era lo que estaba pasando, pues a diferencia de mucha gente yo no tuve el movimiento característico del Parkinson, que es el temblor en el brazo”, comentó el diseñador gráfico de 62 años.

Entonces mi caso fue todavía más desconcertante y aunado al desconocimiento de la enfermedad entre los médicos y a la mala calidad de los servicios de salud, fue muy difícil que teniéndolo todo en la vida, no estuviera bien y no supiera qué tenía, refirió.

“Yo siempre me cuidé, era casi vegetariano, practiqué deportes y pensaba que tenía resuelta mi vida y que no iba a sufrir de algún tipo de padecimiento, pero no pasó así”, señaló en entrevista con Notimex.

Además del temblor en las piernas, Ahumada Zepeda presentó debilidad extrema que le impedía levantarse de la cama, pues no tenía fuerza para hacerlo.

Explica que cuando en el cerebro hay una destrucción de neuronas no se produce la sustancia llamada dopamina y como en su caso, la falta de dopamina y de serotonina, que controlan el movimiento del cuerpo, lo llevó a no tener la fuerza necesaria para hacer actividades rutinarias como lavar los platos y lo limitó a hacer cosas que antes hacía con frecuencia, como viajar.

A pesar de que cuenta con apoyo psicológico, reconoce que el Parkinson le ha cambiado radicalmente la vida, “todavía no lo supero, es muy difícil, es muy traumante, dejas ahí tu vida, pues no sólo se trata de lidiar con los diversos síntomas que tiene la enfermedad, sino que la gente que te ve, te juzga, y eso es avasallador”, resaltó.

“No puedes viajar en pesero, porque no puedes sentarte junto a otra persona porque estás temblando de las piernas y piensan otra cosa y tienes que decirle, discúlpame pero tengo Parkinson y entonces ya más o menos así te toleran”.

Refirió que a la par de los medicamentos, recibe terapia física en la que hace trabajo de coordinación mental-motora, ejercicios de fortalecimiento articular, meditación y ahora toma un curso de estrés para estar más tranquilo y que el deterioro en el cerebro no aumente.

“Yo no quiero depender de nadie, es algo muy importante para mí”, por eso voy a la Asociación Mexicana de Parkinson para hacer terapia física y con la medicación adecuada puedes controlar la enfermedad, tener un buen estado físico y una buena disposición para con la vida.

En el marco del Día Internacional del Parkinson, que se conmemora este 11 de abril, dijo que “es necesaria mayor difusión para que la gente entienda a las personas que están en la calle con este padecimiento”, y confió en que pronto haya una cura.

El Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente en el mundo, hay 4.6 millones de personas mayores de 50 años que lo padecen y en México se estima una prevalencia de 50 casos por cada cien mil habitantes.

La enfermedad, que se caracteriza por la pérdida prematura de algunas células del cerebro de forma crónica y progresiva, suele manifestarse entre los 50 y 65 años, aunque puede comenzar desde los 40 años o incluso desde los 20, con el llamado Parkinson juvenil.

Sus principales síntomas motores son lentitud, temblor, rigidez, inestabilidad y problemas para caminar.- (Agencias)