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Mérida (14 de julio).- Lunes, 7 de la mañana. Usted, más dormido que despierto y con el tatuaje de la hamaca en el rostro, entra a una tienda de conveniencia.
El empleado de uniforme rojo detrás de la caja está obligado a decirle “¡Buenos días!” en tono más o menos jovial. La mayoría de los clientes responde a este saludo “Buen día”, “Bsjds dif”, “Diasas”, “Msssdías” o no responde nada porque simplemente no le da la gana.
Y usted, cuyo hámster cerebral no arranca totalmente pero tiene algunos recuerdos de educación, sí contesta “Buenos días”. Puedo asegurarle que el empleado de traje rojo se sentirá agradecido porque muy pocas personas se dignan a devolver el saludo.
Nuestra mundo se está convirtiendo en una sociedad de extraños. A menos que vivas en una de las bellísimas colonias antiguas de Mérida no tienes idea de quiénes son tus vecinos ni te interesa saberlo. Es más, mejor si nunca nos cruzamos. Generalmente evitas el saludo y ellos también, y somos capaces de estar frente a frente y subir la vista al cielo en busca de ovnis o para contemplar las nubes.
Por las razones que sean ha desaparecido el “Buenos días” afectuoso y que significa un buen deseo para tener un excelente día y anunciar tu presencia. Pero pues ahora se puede interpretar de varias formas: “Quién sabe qué quiere”, “Seguro me va a robar”, “Me va a pedir dinero para su camión o para la tía enferma” , “¿Por qué me habla si no lo conozco?”. Y el peor de todos es: “Quiere conmigo, me sonríe porque seguramente me desea” o el ya más trágico “Me va a violar, mejor corro”.
¡Pero bueno! ¡Está bien la prudencia, siempre hay que contemplar los riesgos pero no es para tanto! Me niego rotundamente a entrar en generalizaciones arcaicas como “los yucatecos somos gente decente, que recibe a las personas de otros estados con los brazos abierto… es la ‘gente de afuera’ que llega con malos modales”. ¿A poco no han escuchado la recomendación “No le rentes tu casa a un oriundo del DF, te va a dejar mal”. ¿De verdad, en serio todavía pensamos así?
No generalicemos. Porque los yucatecos también tenemos nuestras historias truculentas. Por ejemplo, si nos encontramos con un amigo que esté acompañado de un desconocido para nosotros, sólo saludamos a nuestro cuate y al otro prácticamente lo ignoramos y ni regalamos las “Buenas Tardes”. No todos lo hacen, por supuesto, incluso hay quienes ipso facto hacen nuevos amigos y se arma la gran tertulia.
¿Por qué tenemos miedo de decir ‘Buenos días’? ¡No pasa nada! Si no conoces a la persona, ¿qué más da? Mi madre solía decir que un saludo no te quita nada y puede dejarte mucho. Si te dejan con el brazo levantado porque otro ser humano prefirió hacerse tonto y ocultarse para evitar encontrarse contigo, ¡qué más da! No vamos a permitir que nuestro valor personal dependa de si Juanito de los Palotes decidió hablarnos.
La afabilidad reporta muy buenos beneficios, la gente responde bien al trato igualitario y cordial. Sí, hay mucha gente mala en el mundo, pero pues es problema de ellos, ¿no? Para eso existe la prudencia para retirarse a buen tiempo y evitar problemas mayores.
Así qué... ¡Buenos días a todos!