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México (17 de enero).-
El origen de la corrupción es el egoísmo que enferma a la persona y la convierte en un ente contagioso, afirmó en entrevista Eugenio Lira Rugarcía, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
El religiosos explicó que el tema le preocupa al Papa Francisco por el daño que causa a la sociedad y porque se ve en todas las esferas de la vida pública.
El Papa argentino en su primer libro, que el martes salió a la venta en 86 países, condenó a las personas que practican la corrupción, que consideró es el peor de los pecados.
Lira Rugarcía expuso que en México es un riesgo pensar que la corrupción se da únicamente en el ámbito político.
“Sí, sí se da ahí, pero también se puede dar en el trato entre las personas, comenzando en el propio hogar”, dijo en entrevista en las instalaciones de la Universidad de las Américas Puebla, en la Ciudad de México.
Enfatizó que la corrupción se da desde el maestro que recibe regalos a cambio de buenas calificaciones, los alumnos que venden las tareas a sus compañeros, el estudiante que copia, el médico que engaña al paciente para obtener más dinero y el abogado que lleva un caso que nunca termina.
El Obispo auxiliar de Puebla criticó que los corruptos salen de las familias y expresan su maldad en la sociedad.
“Una forma de corrupción es un papá que por no meterse en problemas con los hijos y con tal de hacer lo que él quiere los distrae con dinero, comprándoles cosas o entreteniéndolos con videojuegos o el celular.
“Cuando en el hogar se educa a los hijos para que no ven tan mal una trampa pues es una forma de corrupción”, explicó.
El organizador general de la visita del Papa Francisco a México consideró que es tiempo que todos los ciudadanos hagan un examen de conciencia y se pregunten si son corruptos.
En la Iglesia católica, aceptó, las corruptelas se ven cuando no se brinda un servicio de calidad a los fieles.
“El sacerdote, por ejemplo, que lleva las cosas a medias en su parroquia, con la ley del mínimo esfuerzo. Es corrupción cuando no se sirve a la gente que espera de nosotros lo que somos: servidores”.
¿Quien se debe poner el saco con la radiografía que hace el Papa?, se le cuestionó.
“Es fácil decir ‘yo acuso’, pero es importante empezar por el ‘yo confieso’. Lo más importante es que cada uno examine su conciencia porque algunos apuntan con el dedo sin ver lo que hacemos”.