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México (18 de abril).- Aunque el mundo lo admira más por su vasta obra literaria, Gabriel García Márquez, siempre ponderó su pasión por el periodismo, oficio al que consideraba “el mejor del mundo” y al que se entregó con pasión desde 1948, cuando publicó sus primeros textos en periódicos locales.
Con esa pasión fue reportero de la calle, cronista, columnista, corresponsal internacional y periodista que escribió en la prensa de otro país, independientemente de haber sido guionista de cine y de haber escrito una de las mejores obras de su siglo: “Cien Años de Soledad”, por la cual obtuvo el Premio Nobel de Literatura 1982.
“Fue el periodismo el que le soltó la muñeca y la imaginación”, dice Héctor Feliciano y coinciden con ello diversos autores reunidos en “Gabo Periodista”, una antología que hace un par de años coeditaron el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) , el Fondo de Cultura Económica (FCE) y la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) , que creó el propio “Gabo” en 1994.
El libro rinde un merecido tributo a la faceta periodística de un autor que siempre quiso demostrar que el periodismo también es literatura y que las virtudes de un gran escritor de relatos son también las de un gran periodista.
Gerald Martin, autor también de la biografía “Gabriel García Márquez. Una vida”, ofrece una perspectiva panorámica que abarca desde su juventud y periodo formativo (1948-1963); hasta el García Márquez, hombre de mundo, posterior a 1980, pasando por el periodismo militante que hizo de 1974 a 1980.
Héctor Abad Faciolince cuenta, por su parte, como “El Bogotazo” , una tragedia nacional en su país, fue un momento liberador para García Márquez, quien por entonces luchaba para soltarse del yugo de su padre, quien quería un abogado en la familia mientras él sólo deseaba escribir de tiempo completo.
Un golpe de suerte lo lleva a conseguir su primer empleo en el diario “El Universal”, donde debutó como columnista el 21 de mayo de 1948. El espacio se llamaba Punto y Aparte, lo firmaba con su nombre y se convirtió en una especie de laboratorio en el que gustaba de difuminar las barreras entre el periodismo y la literatura.
Uno de los textos más celebrados de ese comienzo, recuerda Faciolince, fue una “Hondísima reflexión sobre la precariedad de algo que parece ser tan absoluto como definitivo como el amor”
María Teresa Ronderos se interesó en disertar sobre “Ensayo Sobre el Paraguas”, “Fastidio del Domingo”, “El Hombre de la Calle”, “Si yo Fuera Usted”, “Algo que se Parece a un Milagro” y “El Hombre que no Ríe”, que dan cuenta de los asuntos quizá mundanos a los que se acercaba a mirar con otros ojos; pero también de esa capacidad narrativa que va puliendo y que lo llevará a la cumbre.
“La literatura le enseñó a buscar, de una forma sutil, la vida en lo cotidiano…Con su mirada literaria, de carácter sensible y risueño, descubre noticias donde otro no las habría visto, porque observa con cuidado los matices de la vida cotidiana de la gente y los plasma con gran economía de frases”, señaló Ronderos.
Juan Villoro, exalta a “Relato de un Náufrago”, como el mejor reportaje de “Gabo”; José Salgar, para quien “La Chispa que Iluminó el Lenguaje”, fue precisamente ese reportaje que elevó la circulación del periódico, permitió revelar secretos sobre el contrabando en el barco siniestrado y contribuyó al derrocamiento del gobierno en turno pero, sobre todo, puso la semilla que derivó en el Nobel de 1982.
También dedican sus plumas a la obra periodística de “Gabo”, sus colegas Jon Lee Anderson, Teodoro Petroff, Sergio Ramírez, Enrique Santos Calderón, María Jimena Duzán, Alex Grijelmo, Martín Caparrós, Antonio Muñoz Molina, Juan Cruz, Joaquín Estefanía, María Elvia Samper y Alma Guillermo Prieto, exaltando toda esa riqueza vertida en textos tan diversos y en coincidencia con lo que el propio autor ya había expresado en 1979.
Al final del texto de poco más de 500 páginas, Jaime Abello, director de la Fundación García Márquez, habla de su virtud educadora y del interés en promover desde una institución imparcial e independiente, un proyector educativo internacional, enfocado a la reflexión, los debates y los experimentos de laboratorio sobre el oficio que tanto amó: El periodismo.
Y es que para el escritor “En la carrera en que andan los periodistas debe haber un minuto de silencio para reflexionar sobre la enorme responsabilidad que tienen”.
Gabriel García Márquez ha sido todo esto y mucho más, después de todo, como el mismo “Gabo” observa, “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. Notimex-Efe
Se dice que fue la marcada diferencia ideológica entre ambos autores, también que fue un conflicto amoroso, pero lo que fue una estrecha amistad, concluyó en 1976 con un golpe que dejó un severo hematoma en el ojo de Gabriel García Márquez
El famoso incidente sucedió el 12 de febrero de 1976 y, 38 años después, nadie ha explicado con certeza qué pasó, como si se tratara de una leyenda, de algo que no existió.
Fue el día en que se enemistaron para siempre los Nobel de Literatura Gabriel García Márquez (1982) y Mario Vargas Llosa (2010), cuando el peruano le dio un puñetazo en México a su otrora amigo, a quien luego calificó como un “cortesano de (Fidel) Castro”.
Nunca estuvo claro si la pelea fue por motivos políticos o personales. Vargas Llosa pasó gradualmente de una postura izquierdista a una de capitalismo de libre mercado, lo que lo puso en desacuerdo con gran parte de la élite de intelectuales del hemisferio.
Según testigos, García Márquez, entonces de 48 años, se acercó a Vargas Llosa y el peruano, nueve años más joven, le dio un golpe en el ojo, increpándole por “lo que le hiciste a (mi esposa) Patricia”.
Ninguno de los escritores dio explicaciones al respecto, pero según versiones de la prensa colombiana, García Márquez pudo haberle sugerido a Patricia que se separase de su esposo por una supuesta infidelidad de éste, o que Patricia, para vengarse de su marido, le dio a entender que “Gabo” le había proporcionado grata compañía.
Tras el puñetazo, García Márquez buscó a un amigo que nueve años atrás le había tomado unas fotos para la portada de “Cien Años de Soledad”: el fotógrafo colombiano Rodrigo Moya Moreno.
“Para las fotos del ojo moro me costó un huevo sacarle una sonrisa de una fracción de segundo, porque tenía cara como para los funerales de la Mamá Grande. Realmente, Varguitas lo había dejado mal y se veía más bien triste o deprimido. Pero la sonrisa que le saqué hizo de aquel desaguisado una cosa sin importancia. Al terminar, Gabo me dijo al despedirse: ‘Me mandas un juego y guardas los negativos’’’, relató Moya en una entrevista para el diario El Tiempo publicada en 2013.
A la pregunta de por qué fue el incidente con el escritor de Arequipa, Moya respondió: “Solo ellos lo saben. El hecho ocurrió en la premier privada de aquella película sobre los supervivientes de un avionazo en los Andes. No se veían hacía tiempo, y dicen que Gabo se acercó con los brazos abiertos para abrazarlo, y Varguitas lo recibió con su aún hoy famosa derecha. Escribí una crónica de esa sesión en (el diario) La Jornada en 2007, cuando Gabo cumplió los 80”. Agencias
El escritor peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura de 2010, se mostró muy acongojado por el fallecimiento de Gabriel García Márquez y le envió condolencias a su familia.
Vargas Llosa se enteró de la noticia en la ciudad andina de Ayacucho, a donde viajó para pasar los días de la Semana Santa junto a su familia.
El autor de “La Ciudad y los Perros” se encontraba en el Hotel Plaza de esa ciudad cuando la prensa le dio la noticia.
“Ha muerto un gran escritor cuyas obras dieron gran difusión y prestigio a la literatura de nuestra lengua”, declaró Vargas Llosa.
El autor peruano añadió que las novelas de García Márquez “le sobrevivirán y seguirán ganando lectores por doquier”
“Envío mis condolencias a su familia”, concluyó Vargas Llosa antes de abandonar rápidamente el lugar.
Fueron grandes amigos hasta la mediana edad, pero una pelea por motivos nunca explicados por los protagonistas los alejó.