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México (8 de septiembre).- Sucedió que en 2003 el Barcelona estaba en una etapa de melancolía y sequía de títulos. El club blaugrana dio un golpe de timón y contrató la sonrisa de Ronaldinho (Porto Alegre, 1980). En cada equipo ha ganado algo y termina por nunca irse. Su recuerdo e imagen reivindicativa del mejor futbol hacen que se quede por siempre.
Ronaldinho firmó por los Gallos del Querétaro a los 34 años. Es el nuevo gurú de un equipo que navega hacia horizontes más promisorios. El arribo del astro sacudió a la Liga MX, que se frota las manos por verlo jugar.
Este hombre ganó infinidad de títulos: el Mundial de 2002, ligas en España, Italia y Brasil, Champions League, Supercopa de Europa, Mundial de Clubes y Copa Libertadores y, no conforme con ello, levantó de sus asientos a todo el Santiago Bernabéu, que le aplaudió cuando portaba la camiseta del Barcelona, algo insólito por tratarse del archirrival.
Todos mis títulos son importantes, pero el Mundial es el más fuerte en cuanto al recuerdo porque fue mi sueño de niño. Por cierto que ahí me expulsa un árbitro mexicano (Ramos Rizo), pero hoy en día miro la repetición y creo que sí llegué un poco tarde. Por fortuna viví muchas cosas lindas como lo del Bernabéu. Es algo que pocos jugadores han conquistado y me llena de felicidad ahora que pasan los años y la gente lo valora. Salí del Barcelona porque había ganado todo y era momento de buscar otros retos.”
Ronaldinho quiere que la historia sea similar en los Gallos a partir de su llegada revolucionaria. Desea que todo adquiera un matiz diferente. Su contratación, señala, no fue complicada, pues tuvo una plática directa y sencilla para llegar a un arreglo.
Hablamos del proyecto y me convencieron. Agradezco al señor Olegario Vázquez Aldir su propuesta y lo que me mostraron todos en el club como idea. No soy político para prometer nada, pero le aseguro a la gente que se va a divertir, es lo que espero; ayudar a mis compañeros y a la dirección técnica para salir lo más alto posible.”
Su presencia cierra el círculo de brasileños en el Querétaro, pues todos los extranjeros son de esa nacionalidad. Incluso Danilinho ya jugó con él en el
Atlético Mineiro en el 2012. “Es un gran chico, nos entendimos muy bien en la cancha, eso me motiva más. Lo que he visto hasta ahora de Gallos es que tiene jugadores de gran calidad, entonces creo que a partir de ahora las cosas van a salir bien”, refiere.
Para que Ronaldinho explote todo su potencial hay que comprenderlo y darle alas. Cada entrenador que le dio libertad vivió con buenos dividendos gracias a su calidad. En los entrenamientos del Barcelona la gente se apretujaba para verlo porque hacía cosas increíbles que a veces no intentaba en los partidos.
Mi carrera necesitaba esto, no es que resurgiera, sino que es diferente. En cada equipo en que estuve gané algo, por lo que quiero continuar con esa tradición estando en Gallos, es mi motivación, ganar algo cada vez. Venir a México me llena de felicidad, tengo todo para sonreír. Afuera del campo hay una familia que me apoya y a la hora de trabajar hago lo que más me gusta, que es jugar a la pelota. No tengo secretos, soy como soy. A algunos no les gustará mi forma de humildad, pero es la que conozco y la que hago siempre.”
Ahora Ronaldinho no está llamado sólo a ser el símbolo de los Gallos, sino el emblema de toda la liga mexicana, que necesitaba este calibre de jugador para trascender a nivel mundial.
Será una sorpresa para mí jugar en esta liga. No conozco mucho, pero quiero saber más. Mis amigos siempre se han referido muy bien de las ciudades y el presidente de Gallos ha hablado mucho con mi hermano de cómo es vivir aquí”, señala.
Este año fue convocado a la selección brasileña, que necesitaba con urgencia alguien que tuviera destellos brillantes, pero al final prescindieron de él en Brasil 2014 y el resultado fue desastroso. Pero Ronaldinho no guarda rencor.
“Hay mucho talento, espero que ahora con Dunga todo salga bien, que pronto salga de nuevo campeón, hay tiempo para trabajar. Hay quien dice que hice falta en el equipo, pero así es la vida, tengo que seguir con mis proyectos. Trato de no ver futbol para no ponerme ansioso. Dan ganas de jugar y meterse al campo, sobre todo con ese 7-1 de Alemania.”
Rafa Márquez, su amigo
Cuando Ronaldinho aterrizó en Barcelona, llegó al mismo tiempo al club Rafael Márquez. Se habían enfrentado en la Copa Confederaciones de 1999. De inmediato hubo una simpatía que derivó en una larga amistad. Márquez le dio el empujón para que aceptara jugar en la liga mexicana.
Rafa siempre me habló muy bien, no sólo del futbol que se practica aquí sino de todo lo que es México como país, entonces no dudé nunca. Además de eso mi hermano Roberto jugó en los Tecos en 1999 y a lo largo de mi vida he hecho muchos amigos mexicanos.”
Para Ronaldinho el catálogo de jugadores a los que admira es extenso: “El primero que admiré en casa fue a mi hermano Roberto”, pero después se encontró con los videos de Pelé y la carrera de Maradona. Al irse muy joven a Europa conoció a Frank Rikjaard, Ruud Gullit y Marco Van Basten, “a los que admiro mucho”, pero, en su opinión, el mejor futbolista mexicano es su amigo.
Para mí Rafa es el mejor. Hizo historia en México y alrededor del mundo. Por fortuna la compartí con él. Es de los defensas más respetados en todo el planeta y uno de los mejores con los que he jugado, es la referencia cuando se habla del futbol mexicano.”
La relación será inolvidable como las anécdotas. Hay una contada por la propia mamá de Rafael Márquez, Rosa Álvarez, cuando se encontró a Ronaldinho en el estacionamiento del Camp Nou. “Me había dicho Rafa que lo esperara cuando salió Ronaldinho y fue interceptado por varios aficionados”, contó doña Rosa alguna vez. Ahí me le acerqué para pedirle una fotografía, pero cuando le dije que era la mamá de Rafa Márquez me llenó de besos y abrazos. Al salir Rafa por mí le dijo en broma que era un mal hijo, que por qué no lo había presentado y que tenía poca consideración al dejarme ahí esperando”.
Ronaldinho sonríe con la anécdota. “Así fue justamente como pasó, de esa forma conocía a la mamá de Rafa y después a su familia. También conocí a la familia de Giovani dos Santos. Comía con ellos cosas típicas de México que hacía su mamá, hasta picante que me gusta mucho.”.- (Excélsior)