541 palabras
México (5 de junio) Cuando los mexicanos piensan en calorías y grasas o azucares agregados, por lo general, suelen remitirse a los alimentos sólidos que se ingieren diariamente; sin embargo, la realidad es que actualmente el 20 por ciento del consumo hipercalórico que mantenemos proviene de las bebidas que tomamos.
El café con vainilla y crema batida, el jugo de manzana y el refresco de cola, sí acarrean graves consecuencias a nuestro organismo. La ingesta de bebidas calóricas en México es de las más elevadas, existe un rápido incremento sin precedentes en el consumo de éstas bebidas y las instituciones de salud no se dan abasto para controlar los efectos de éstas en el desarrollo de enfermedades crónicas y degenerativas.
De acuerdo con la autora y nutrióloga inglesa, Sarah Flower, “es muy fácil consumir altos niveles de azúcar sin darse cuenta. Además, cuanta más azúcar se consume, más fácil es sentir antojo por ella, lo que crea un círculo vicioso.” Un estudio de la Universidad de Yale en Estados Unidos, reporta que un mexicano promedio bebe 163 litros al año de bebidas carbonatadas con altos niveles de azúcar, lo que representa medio litro al día. Entre los datos más relevantes de la investigación, se encontró que el consumo de bebidas es la principal fuente de calorías de la dieta, ya que en promedio se ingiere 50 gramos de azúcar equivalentes a 200 calorías extras.
Las bebidas hipercalóricas -carbonatas, con azucares en exceso o con grasas agregadas- han demostrado ser las causantes del aumento de apetito en la población; en Dinamarca se realizó un estudio que comprobaba que existía un constante de saciedad y plenitud de tan solo 30 minutos después de consumir estos productos, no solo resulta deficientes para hidratar al cuerpo, también, aumentan la necesidad que tiene el organismo de seguir consumiendo productos que lo satisfagan -patrón que continuará hasta que sea consumido algo con nutrientes que el cuerpo pueda absorber realmente-.
Dado que las personas actualmente habitamos un ambiente obesogénico que parece hacernos imposible decirle no a éste tipo de productos y bebidas hipercalóricos, el sistema de salud ha pensado en agregar impuestos en las bebidas con altos niveles de azúcar, de modo que se pueda controlar su consumo en la población.
De ser efectivo, explica Tonatiuh Barrientos investigador del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), el aumento al costo de dichos productos puede prevenir 3.5 millones de nuevos casos de diabetes que se estiman para el año 2050. Este método ha demostrado su eficacia en 19 países que ya han aplicado éste impuesto al consumo de bebidas azucaradas y vieron descender sus cifras de obesidad casi de inmediato, sin embargo, no soluciona el problema de fondo que tiene una completa relación con las opciones de consumo que se le presentan al público general.- (Semanario)