Nueva York (8 de junio).- Sergio “Maravilla” Martínez dio cuenta anoche en el Madison Square Garden del paso del tiempo, a casi dos años de haberse consagrado campeón del mundo. El nocaut técnico en el noveno round tras una golpiza contundente de Miguel Ángel Cotto le hace pensar en el futuro, tal como lo hizo saber el propio boxeador tras su derrota y como adelantó su entrenador, Pablo Sarmiento, al menos desde su deseo.

“Yo como entrenador y como amigo, la verdad que me gustaría que sea la última pelea. Ojalá me haga caso y se lo voy a decir como un ex boxeador, que se plantee bien si vamos a hacer otra pelea”, dijo el preparador cordobés.

Ya con la derrota consumada y las consecuencias físicas de los golpes de Cotto, fue el propio “Maravilla” quien en declaraciones a TyC Sports declaró sobre su futuro: “Después de cualquier combate puede depender el futuro. Ahora necesito un descanso y luego hablaré con mi equipo a ver qué pasa”.

En este sentido la evaluación de Pablo Sarmiento será clave. El coach del boxeador argentino que en septiembre de 2012 dio su paso glorioso ante Julio César Chávez Junior recordó en momentos de tristeza tras la inobjetable caída de su dirigido: “Lo que hizo él no lo va a hacer nadie. En Argentina es un grande, para mí no tiene que demostrarle nada a nadie, él es un campeón y a los campeones también les pasa esto arriba del ring”.

El entrenador de Sergio Martínez se refirió además a la decisión de no salir a pelear el décimo round, lo que decretó la derrota de “Maravilla”: “Dos o otres asaltos atrás venía viendo que no estaba bien y es mi decisión, yo se lo que he hecho, yo no voy a dejar golpear a Sergio. Él más que un boxeador es mi hermano, mi amigo, es todo… Tomé la decisión que tuve que tomar y me hago cargo de todo”.

Por último, en cuanto al desarrollo de la pelea describió: “Nunca pudo controlarla. Lo mandé que se moviera los primeros asaltos, que trabajara por fuera con el jab, ví que no funcionó… Lo mando a que maneje la pelea y tampoco funcionó. Las piernas no eran las mismas, las rodillas se le iban para cualquier lado y la paré, yo no podía dejar que recibiera un golpe más o que terminara en el suelo”.- (Infobae)