738 palabras
México (5 de septiembre).- El matrimonio Reed se considera a sí mismo como los orgullosos padres de cuatro perros y dos gatos. Ella -profesional en el área veterinaria- argumenta que sus ‘bebes’ comen una balanceada dieta de pescado, pollo y carne, duermen en su cama King Size justo en medio de ambos, reciben regalos y tarjetas cada cumpleaños y son tratados exactamente igual que los hijos humanos que nunca tuvieron.
Forbes Magazine nos relata la historia de Charlotte Reed y su esposo, un caso que hoy en día dista mucho de ser aislado. Tan solo en los estados unidos el 62% de los hogares posee una mascota -y todos están dispuestos a gastar vastas cantidades de dinero en ellas, de acuerdo con la American Pet Products Association-. Otros lugares como Japón registran tener mayor número de animales de compañía que de niños y existen lugares en los que el Congreso busca la deducción de impuestos para personas que cuiden a sus mascotas.
Mientras tanto en México, existen 23 millones de perros y gatos pero sólo un 30% de ellos se encuentran en calidad de mascota; el resto esta destinado a vagar precariamente por las calles. Además, el Congreso impuso un impuesto del 16% sobre el alimento para mascotas en 2014. No existe una delgada línea entre tener una cultura de cuidado animal y no tenerla, de hecho, se requiere de un gran esfuerzo hasta lograrlo pero ¿qué sucede cuando se “sobrepasa” la cantidad de compromiso que un humano puede tener con su mascota?
De acuerdo con el experto Clinton Sanders, sociólogo y autor de Understanding Dogs, hemos entrado a la era de la humanización animal. Nos maravillamos con el hecho de volver a los animales menos animales y, al igual que con nosotros mismos, restarles lugar en el campo de los instintos. “Las mascotas, no son como nosotros”, expresa el sociólogo, no se aburren de la comida que consumen, aún si es la misma cada día -de hecho, su tracto digestivo puede verse alterado cuando se le cambia constantemente-, ellos no necesitan protegerse del ambiente con ropa -pues su pelaje cumple ya esa función- y su comportamiento no es para nada parecido al nuestro -aún cuando sea nuestro deseo explícito atribuirle algo diferente-. Humanizar a los animales conlleva a un mal manejo de su salud principalmente, según Sanders “la gente puede creer que su perro se orina sobre la cama porque se enoja cuando lo dejan solo pero ¿qué si el perro tiene un problema de infección en el tracto urinario?” Las personas harían lo que fuera por liberar su ansiedad, aún si para ésto se necesitara emplear una pequeña herramienta peluda, ¿por qué son las mascotas tan importantes para nosotros? Hace siglos -alrededor del año 1800- era muy raro tener mascotas. Los animales eran considerados artículos de lujo, destinados sólo a los grandes símbolos de la burguesía, demostraban que la familia tenia los medios para hacerlo. Lentamente, fueron tomando un valor meramente funcional, los perros a menudo eran usados para la cacería y los gatos para asustar ratones.
A partir de las teorías darwianas acerca de los animales y su posible acceso a emociones similares a las humanas, la visión de las mascotas fue cambiado poco a poco hasta llegar a lo que ahora conocemos. El sociólogo y profesor en la NYU, Colin Jerolmack, especula que esto es posible de explicar gracias a inmensa desvinculación que las personas mantienen entre si.
“La compañía de nuestras mascotas se ha vuelto más valiosa hoy en día. En una era de redes sociales, largas jornadas de trabajo y relaciones de distancia con nuestra familia, mantenemos muchas menos lazos sociales fuertes.”
Aunado a esto, se dice que la relación con nuestras mascotas nos resulta emocionalmente menos complicada. Te aman sin importar como luzcas o si tu aliento huele mal y constantemente muestran afecto ¿las mascotas avanzan lentamente hacia su camino como sustitutos preferentes de hijos, compañía o una comunidad poderosa?- (Semanario)