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México (8 de mayo).-
Ya desconectó las bocinas, ya mandó callar a Mystic Sound of Revolution, se apoderó de uno de los micrófonos, pateó las latas vacías de cerveza y ahora está gritando: “Guarden sus chelas. Por favor, por favor. Que se vea un chingo el humo, que se vea machín la mota. Saquen los kilos, pero no queremos chupe, güeyes. Y los que están chupando, está mal que sea yo quien se los diga, pero sean cabrones y guarden las chelas, camuflash, camuflash, compas”.
Hay un desánimo general a esta hora en que el sol golpea en pleno cuello y las sombras son bien largas, y los pachecos estaban en el baile entre nubes de humo de mariguana y polvo. Hasta que llegó esta mujer de cabello rosa del Movimiento de Consumidores de Mariguana, a desenchufar la música.
“No sean tan pinches balcones, compas, porque vamos a valer madre y no vamos a poder marchar. Y hay gente que no bebe y que sólo vino a fumar mariguana. ¡Por favor, compañeros!”.
Flacos, la mayoría, de camisetas sin mangas, camisas a cuadros, gorras, los jóvenes se quedaron en silencio. Ni una protesta, ni un silbido, callados, como idos a mitad de un toque. ¿Pero es que así son de mansitos éstos a quienes teme el Presidente?
Dice que sí Juan Pablo García Vallejo, militante e investigador de la mariguana desde 1985, autor del Manifiesto Pacheco, un hombre nervioso, flaco como rama.
“Ya pasamos la etapa de la confrontación, ahora estamos en la naturalidad: la gente va entendiendo que un pacheco no es más agresivo”.
Grupos como Movimiento de Consumidores festejaron el Día Mundial de la Marihuana bajo el Monumento a la Madre, que no los intimidó en nada y sólo les dio sombra. La reunión iba a servir para reunir firmas y para meter un amparo por el derecho a cultivar y consumir mariguana, aunque otros, adictos a la contracultura, como García Vallejo, decían que la legalización no es un tema de tribunales. “Hoy, la vía directa para la legalización de la mariguana es el autocultivo y el autoconsmo”.
Por esa diferencia de conceptos, incluso, el Día Mundial de la Mariguana se dividió. Unos en el Monumento a la Madre, mientras que asociaciones como La Biblioteca Cannábica, la Asociación Mexicana de Estudio de Cannabis y Girarte, y uno que otro político que busca un cambio en la Ley, se concentraron en la Alameda para ir hacia el Monumento a la Revolución.
En cualquier caso, los argumentos para pedir la legalización de esa droga eran los mismos: no se ha demostrado que sea más peligrosa que la sal o el tabaco y porque su prohibición causa miles de muertes por el narco y encarcelamientos injustificados.
Lo decía Karina Malpica, fundadora de Xochipili, una mujer que presume haber probado 45 sustancias psicotrópicas, del iboga africano al peyote y de regreso, y haber descubierto que la Coca-Cola es más dañina.
Lo decía también, en el Monumento a la Revolución, el ex diputado del PRD Fernando Belaunzarán, y lo repetían los vendedores ambulantes de comida: “El bajón, el bajón, para que se sigan aguantando la risita”.
Por lo que se pudo comprobar, todo transcurrió con naturalidad y ni policías hubo. Ni un robo, ni una pelea, sólo jóvenes de ojos flojos sacudiendo el polvo, o sentados, una mano en un papelito y la otra sacando semillitas.
Lo más que hicieron, en el Monumento a la Revolución, fue animar a una quinceañera de vestido morado y rosa, que viajaba en una limusina-hummer, a que se fumara un toque junto con sus chambelanes.
Luego gritaron: “¡Si Peña fumara no haría tanta mamada!”. Después ya no tenían micrófono para leer un manifiesto, mientras que en el Monumento a la Madre todos cruzaron hacia el Senado para entregar una carta, pero al llegar se dieron cuenta que estaba cerrado porque era sábado y se regresaron tan gustosos.
“En el rebote los agarro”, dijo entonces el taquero Sergio Hernández Flores, con su canasta en una pierna. Vendió mil 100 tacos en tres horas, recogió y resumió el tema en cuatro palabras: “El que quiera comer, que coma, el que no, pos no, ¿verdad?”.