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Comunidad. Se nos olvidó. De individuo y familia pasamos a nación. Todo lo que estaba entre uno y otro nivel quedó totalmente olvidado. La gente en general cree que todo lo que le falta es culpa del gobierno. O por lo menos, ése es el sentimiento generalizado en las ciudades, en donde vive más de 65% de la población total de México.
En el fondo, la protesta de anular el voto responde a una ausencia de sentimiento de comunidad y percepción —falsa y falta de civismo real— de que todo habrá de venir "de arriba".
Los políticos son "inalcanzables". Sus funciones deben servir a tantos ciudadanos que acaban viendo a muy pocos, sólo a los de su círculo próximo.
118 millones de mexicanos. ¿Cómo puede auto gobernarse un país de tanta gente? Cualquier forma de democracia dejará descontentos a los que no ganen en las contiendas. Esto lo vemos con más frecuencia cada día. Son muchos y todos quieren estar en primera fila. Detestan, desprecian, a los que están en primera fila sobre todo porque durante los últimos 10 años, los comentaristas de primera fila (esos sí están allí) se han dedicado a despotricar a diestra y siniestra de todos los políticos.
"¡No sirven para nada!" ¿Cuándo fue la última vez que tú, ciudadano cualquiera, te comunicaste con tu senador, tu diputado federal o tu diputado local? ¿Cuándo? Esta pregunta puede ser respondida, quizás por unas 10,000 personas. ¡Pero somos 118 millones! ¿Se dan cuenta de la diferencia?
A los mexicanos de todos los niveles les gusta hablar con los ejecutivos: el presidente, los gobernadores y quizás los presidentes municipales. Es decir, los que cree que tienen el poder para hacer que las cosas sucedan.
¿No recuerdan que la democracia les quitó el poder a todos los ejecutivos? ¿No recuerdan a Fox atado de manos y pies, incapaz de hacer que una sola reforma pasara?
¿Se entiende el problema? Cuando las cámaras de legisladores deben estudiar una propuesta, en teoría sólo deben concentrarse en el beneficio real que la propuesta legislativa podrá producir a los mexicanos. Pero, ¿crees que eso es lo que sucede?
¡No! Eso es lo que no sucede. Es decir, cuando se dice que los "legisladores" no sirven para nada, uno se está refiriendo a los legisladores que no aceptan las propuestas del ejecutivo, ni las estudian ni las analizan ni les interesa que progresen, porque el ejecutivo no es de su partido. Y si le va bien al presidente, ¡no les va bien en su partido!
¿Hay partidos que SÍ aprueban? Sí, claro que los hay. El PAN rara vez se opuso por sistema a lo que los presidentes priistas proponían. Normalmente se analizaba el valor de la propuesta y sólo se rechazaba cuando existían razones objetivas para hacerlo.
Lo siento: decir que así actuó un partido político no es estar a favor de ese partido, sino a favor de la acción que en esa forma se desarrolla.
Oposición sistemática. La congeladora de leyes se da cuando los legisladores no tienen interés —peor, no saben qué hacer— en las propuestas que vienen de ejecutivos que no son los de su partido. Y los que están a la cabeza de los partidos "dictan" la política aceptable, que, desde luego, no es jamás favorable al ejecutivo que no sea de su partido.
Dulce Sauri Riancho dice en su video que "antes" —me imagino que cuando ella era legisladora del PRI y no había más que PRI por todos lados— nadie la obligaba a aceptar las leyes, sino que "los convencían" con argumentos. Ésta es una gran sorpresa, porque los diputados que servían a los intereses de los presidentes priistas eran famosos por ser "levantadedos". Efectivamente, ¡no servían para algo útil!
Y ahora, cuando el país tiene a un presidente que no es de su partido, dice que "obligan" a los legisladores a votar por tal o cual opción. ¿Quién obliga? ¿El presidente de la república o el presidente de su partido o compañeros de la bancada? ¿Quién obliga u obligaba?
Propuestas duras, difíciles, rechazadas. Hay poca responsabilidad legislativa de parte de la oposición "nueva". Una ley dolorosa, con un alto "costo político", como hubiera sido la aprobación del IVA generalizado, habría sentado las bases para un sustento fiscal que descansaría en todos los mexicanos capaces de consumir "algo". Y tan poco pagaría o tanto pagarían, ¡según lo que consumieran! Con demagogia esa propuesta fue rechazada antes de que llegara. Se trataba de hacer a los mexicanos mayores de edad fiscales. La ley incluia una devolución anual a las familias más pobres del país de todo lo que hubiesen pagado de IVA, más un "pilón" (fue la palabra usada por Fox).
El rechazo fue total, absoluto.
Si hubiera sentimiento de comunidad... Las cosas serían diferentes. Cada mexicano tendría plena consciencia de por qué algo no funciona. En Mérida existe el teléfono 924-4000 desde hace unos 15 o 20 años. Es para avisarle al gobierno municipal cualquier cosa que un ciudadano considera importante que debe ser informado a los encargados de mantener la decencia en la ciudad. Es lo último que aún queda de sentimiento comunitario y sólo es usado por una pequeña minoría.
Estamos perdidos sin sentimiento de sociedad, de comunidad, sin cohesión de grupo que acepta leyes para hacer posible la convivencia.
Y no tenemos el mínimo sentimiento de respeto a los resultados de cualquier elección: siempre tratamos de crear culpables ilegales.
Así la democracia no funciona. Hay que refundar el país. Cierra tu agua, apaga tus luces, cierra tu gas, no vayas a ningún hospital, no salgas a la calle, no uses el asfalto, no envíes a tus hijos a los colegios —todos dependen del "gobierno"—, no te subas a un avión —los controlan las torres que controla el gobierno—, etc.
Obvio, anula el voto. ¡Anula todo, pues! Refundemos el país. ¿Por dónde empezamos?
Posiblemente tengamos que volver a nacer y ser educados en Finlandia, Suecia, Noruega, Canadá, Suiza o cualquier país en donde los mexicanos son miembros ejemplares de las comunidades en las que viven. El problema está en nuestra cultura. ¡No jala! Los peores mexicanos, como miembros de una sociedad, ¡están en México!
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