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Mérida, Yucatán, 10 de marzo de 2014.- En la región de los Altos, en Chiapas, vive desde hace muchos años el pueblo tzotzil. Allí, en una comunidad llamada el Caracol de Oventic, Don Lorenzo, un perro negro y blanco, le ladra al aire, a la noche, a las estrellas, a las sombras y hasta a las moscas. A través de Don Lorenzo y su compañero niño, el escritor Armando Vega Gil, nos abre una puerta a la cultura tzotzil.
“El perro de Oventic”, fue presentado este lunes en la Feria de la Lectura Yucatán (FILEY), como una reflexión sobre la muerte, el luto y la pérdida de los seres queridos.
Con ilustraciones de Rafael Ontiveros “Aper”, “El perro de Oventic”, es un libro para ayudar a los niños y hasta los grandes a entender las pérdidas a través de los ojos de la sabiduría indígena, señaló el autor. El fundador de la banda “Botellita de Jerez”, detalló que se trata de un poema narrativo a través del cual el lector se sumerge en el mundo de aventuras de un niño y su perro, el texto explica de una forma bella, la muerte.
“Viví en los Altos de Chiapas y a través de las creencias de los tzotziles relacionadas con la naturaleza que rodea a sus comunidades pude cambiar mi entendimiento sobre la muerte; es un libro que a diferencia de los seis anteriores que he escrito para niños no contiene un tono de humor, sino de reflexión”.
“El libro tiene un mensaje de gran importancia: la muerte no es el final, es sólo un proceso más donde uno se funde con la naturaleza, donde si se mira al cielo con atención y ganas de verdaderamente mirar, se encuentra a quien terrenalmente no está”.
El escritor explicó que los tzotziles le llaman “ch’ulel” al animal que vincula a cada ser humano con lo que existe después de la muerte. “Mi “ch’ulel” es el perro, Don Lorenzo, que curiosamente murió durante la edición del libro, por lo menos eso dicen los indígenas tzotziles”.