¿Cuándo los mexicanos se volvieron un pueblo confuso además de masoquista? Es un pueblo que parece despreciarse a sí mismo. Es un pueblo que rechaza en forma abierta lo que realmente puede serle positivo en su desarrollo como cultura y a sus individuos como personas. ¿Por qué? ¿En qué momento de la historia se sembró en el mexicano esa actitud de autodestrucción mental continuada?

Las "fotografías" estadísticas que se están tomando a lo largo y ancho del país nos están indicando que la confusión ha logrado nuevamente hacerse presa del electorado. Sólo un pueblo totalmente confundido, sin información verdadera y que vive del rumor, la mentira y los temores infundados puede optar, cuando tiene la libertad de hacerlo, por la alternativa que lo mantendrá exactamente como ahora está: confundido y enajenado de sí mismo.

Es inútil. La evidencia nos muestra que el sistema de la simulación, del engaño, de la compra de votos, del uso de las masas para aparentar apoyo, no nos sirvió. México se estancó y sólo se levantó del estancamiento cuando ese sistema de la simulación y el engaño se dejó atrás. Pero, para la pésima "suerte" del mexicano, cuando tuvo un ligero progreso, todo mundo dentro de la nación se puso a decirle al mexicano medio que en realidad no estaba teniendo ningún progreso. Mientras al país se le felicitaba a nivel internacional por haber logrado orden económico, por su férrea disciplina fiscal, sistema electoral eficiente y su crecimiento sustentado en producción y no en impresión de billetes, aquí, adentro, todos los días se le restregaba en oídos y ojos, a cada mexicano, por todas partes, que nada estaba bien, que todo estaba mal y, si es posible, peor "que antes".

Cuando un gobierno decide tomar el asunto de la inseguridad frontalmente, en vez de "negociar" —lo cual significaría efectivamente dejar que todo siga igual, pero que no se vea— entonces lo culpan de la violencia entre los grupos antagónicos, que ahora pelean por posiciones de control para el ejercicio de su labor ilegal. Y no es un asunto de drogas; ¡no! ¡Para nada! Es un asunto de grupos de  extorsionadores y secuestradores que deben ser combatidos, dictaría la simple lógica existencial.

Y cuando las fuerzas armadas se colocan en las calles de algunas ciudades para tratar de detener lo que los cuerpos policíacos regulares no han logrado, entonces se le acusa al gobierno de "violación de derechos humanos" y se traen al país, para entrevistar, a cuantas "personalidades internacionales" se encuentran para que declaren que "el ejército no debe hacer ese trabajo". Pareciera como si detrás de esa insistencia en criticar el combate frontal a la delincuencia organizada, lo importante no es que la nación avance, sino que la política de un grupo avance.

Pero cuando muere un prisionero que entró a huelga de hambre en Cuba, entonces México no debe decir palabra alguna con respecto a "violación de derechos humanos" a nadie en ese país. "Son asuntos internos". Pero sí pueden invitar a decenas de personalidades a declarar todos los días que el combate a la delincuencia "viola los derechos humanos". Y aplauden gloriosos los legisladores que desaprueban el "punto de acuerdo". ¿Son amigos de México? ¿Representan a México? ¿Saben los mexicanos lo que están haciendo sus "representantes"?

¿Es una mafia consciente de serlo? ¿Es un grupo amafiado tras el poder a toda costa sin importarle que en su persecución arrastre con todo lo que el mexicano pueda lograr si lo logrado no provino de ellos en el poder? ¿De qué se trata?

Se trata de algo que se convierte en tragedia cuando el mexicano vuelve a optar por ellos como gobierno. Mérida llorará la tragedia de mayo de 2010 —espero que reaccione la gente a tiempo— aún más que la que comenzó en mayo de 2007. Estas letras no irían en ese sentido si lo que hubiéramos visto en el poder estatal hubiese sido diferente. Pero por desgracia, no es posible la alternancia, porque no hay nada con qué alternar. Y los ciudadanos van a cometer un error si no cambian esas fotografías estadísticas llamadas encuestas.

Y la gente tiene temor de hablar, porque los que están detrás del "¡... cómo te quiero!" no toleran disidencia. Castigan implacablemente al disidente, exactamente igual que lo hace la Cuba a la cual no se le puede reclamar violación de derechos. Porque en México todo se está preparando para regresar a la era en que los derechos ya no serán respetados, sobre todo si eres disidente. Si por lo menos ese grupo optara por la tendencia de la dictadura china, en donde se premia la productividad y castiga la flojera, el engaño, el robo y la delincuencia con la muerte ipso facto... ¿Sería así tolerable?

Nos cansamos de decir todos los días que no son iguales todas las alternativas políticas. No son iguales. Tendrán que vivirlo para entenderlo. El masoquismo puede ser muy cruel. ¿Dónde está la Virgen de Guadalupe? ¿Ofendida por Maciel?