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El lugar en el que nacimos y la cultura en la que vivimos influyen en nuestros pensamientos. Éstos, ligados a las emociones, generan la voz interna que nos murmura persistentemente. El contenido de nuestra voz interior incluye creencias, historias, recuerdos y experiencias. Cargamos resentimientos y nos apegamos a ellos, así por años arrastramos la pena, la rabia, la ira, o el sentimiento de inferioridad.
Algunas veces consideramos que las emociones son "positivas" y como tales, pensamos que es bueno apegarnos a ellas. Ese sentimiento de superioridad —ser mejor que el otro— o sentir la necesidad de tener la razón y discutir acaloradamente, o creer que es muy bueno tener un sentimiento de orgullo por ser Mexicano o Suizo —ya que Suiza es el País con mayor índice de "calidad de vida", según los estándares. Todo este paquete de ideas, creencias y emociones generan reacciones y conductas aprendidas de generación en generación. Las ponemos en práctica de manera inconsciente. Éstos son los prejuicios, con una única función: alimentar el ego que genera emociones de "carácter negativo", impidiéndonos ver La Realidad.
Criticar a los demás es otra forma de adicción al ego. Cuando dirigimos el torrente de nuestros pensamientos, emociones y acciones hacia "otros", estamos buscando fortalecer nuestro limitado y débil sentido del ser. Nos sentimos diferentes y, como tal, expresamos verbalmente un río de calificativos para destruir la imagen del otro y engrandecer la nuestra. Al final sabemos que estas acciones no aportan beneficio alguno, pero la satisfacción que mi ego "siente" al hacerlo es una forma de adicción.
¿Cómo liberarnos de la carga de pensamientos y emociones del pasado? ¿Cómo redimir mi necesidad de hablar de los demás?
Es necesario experimentar que "yo" y "mis emociones y pensamientos" son dos cosas diferentes. Deben estar separadas de tal forma que sea posible distinguir en nuestro interior la consciencia del Ser Real y diferenciarla del flujo de pensamientos y emociones que vienen del exterior y "me afectan". Las emociones que experimentamos provienen de estímulos externos de millones de factores separados de mí. Siento todo, pero lo dejo pasar: no me aferro a algo, no me dejo atrapar por alguno de esos estímulos.
Para llegar a ser libres y avanzados espiritualmente, debemos estar conscientes de no caer en las trampas del ego creando una nueva imagen egocéntrica. Con el afán de ser mejores seres humanos podríamos estar estableciendo una nueva imagen falsa, la imagen del "ser perfecto", del "ser liberado", el "iluminado", "el Maestro", y con ello estaremos actuando un nuevo "papel" para alimento del ego en el drama de la vida.
Siempre podemos contemplarnos desde adentro y estar en contacto con el Ser Interior y desde Su Presencia percibir y analizar nuestras propias reacciones inconscientes o las de los demás. Como un observador desapegado, el milagro puede suceder con la fuerza del Ser Interior. Cada vez que desde la consciencia del Yo Soy logro "ver" una reacción inconsciente en mí mismo o en otro, de manera automática instantáneamente ésta se disuelve, sin necesidad de esfuerzo de nuestra parte.
Practica ser un "observador desapegado" y como por arte de magia sentirás cómo el ego y sus limitantes reacciones y necesidades se desvanecen ante la Luz.
Shakti