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Fue un acto político a favor del partido del cual emanan los que en 2014 gobiernan Mérida, la de Yucatán; pero fue un acto político merecido.
La prensa del país mexicano está moldeada a una usanza que se origina en un sistema de gobierno hegemónico, que no admitía oposición real, sino marionetas. En esta Mérida yucateca las cosas cambiaron a partir de las elecciones locales de finales de 1990. Entonces, ese partido especializado en ser oposición real, se había convertido en el favorito del elector de esta singular ciudad colonial del sureste de México.
Por razones que merecen estudio sociológico serio, Mérida es —con todo y su calor húmedo intenso, solo soportable en una hamaca y con poca actividad— una de las ciudades favoritas en el país mexicano. En su informe reglamentario de 2014, Renán Barrera Concha —alcalde hasta 2015— resaltó ese favoritismo nacional e internacional por escoger Mérida como ciudad para residir durante los últimos años de vida.
“¡Viva Mérida!”, fue la última expresión del fluido discurso, cargado de verdades duras —cosa que la prensa mercenaria está ahora pronta a destruir con difamación calumniosa— que dictó impecablemente el alcalde Barrera Concha, recalcando con visible orgullo su origen panista y su adopción incuestionable de los principios de ese órgano político.
El público asistente —bajo carpas de elevado techo, en una tarde húmeda ligeramente menos calurosa que otros días, pero con más de 28 grados y 90% de humedad a las 9 PM— se volcó en notorios, fuertes aplausos y expresiones vocales de júbilo, manifestando no solo aprobación política, sino una verdadera emoción colectiva por las afirmaciones que una tras otra incluyó su presidente municipal en ese discurso salpicado de profundas y sencillas verdades políticas.
Este no es un artículo informativo —para ello están los datos debidamente sustentados que el gobierno de Mérida coloca en su portal oficial— sino descriptivo de la experiencia vivida en el evento del Informe.
La tradición califica estos actos como momentos típicos en que el político tiene la oportunidad de hacer creer que su trabajo como tal, ha sido una “maravilla”. Barrera Concha parece haber sustentado con datos corroborables —además de acciones vigiladas con lupa ciudadana por múltiples asociaciones que forman parte de esa supervisión directa diaria— los resultados de su gestión en combinación con su equipo.
Especial momento de emoción positiva vivió la concurrencia cuando las cámaras enfocaron y aparecieron en la gran pantalla los trabajadores del alumbrado público. La historia reciente incluye el rechazo oficial que el gobierno de Mérida —a cargo de Barrera concha— hiciera de un contrato de renta de lámparas firmado por la accidental administración 2010-12; éste obligaría a la ciudad a un pago mensual —como renta— que habría equivalido a 2 veces lo que esta administración erogó para sustituir las lámparas del cancelado contrato por otras que sí cumplen con las normas urbanas. Allá estaba el equipo que logró el cambio de luminarias en tiempo récord y con óptimos resultados.
Una y otra vez, Barrera Concha recalcó la transparencia con que su administración utiliza los dineros con que cuenta. En estas ocasiones, no dejó de aprovechar el momento para mencionar cómo ciertos medios y políticos utilizan la misma información que se les proporciona —y que demuestra transparencia, honestidad y eficiencia administrativa— para transformarla calumniosamente exactamente en lo opuesto.
Pero —como mencionó el C. Alcalde— organismos nacionales e internacionales califican hoy al gobierno de Mérida la de Yucatán, con puntuaciones de las más elevadas entre todos los gobiernos municipales de México, con menciones especiales en cuestiones en que resalta la ciudad y su gobierno a nivel internacional. Son datos allá escondidos entre la maraña de lo que se podría informar, pero que la prensa regular omite con toda intención: mantener de bajo perfil al gobernante que no transa, provocando el desconocimiento público de lo que hace que un gobierno sea efectivamente calificable de bueno.
Solo así se puede entender que la ciudadanía alguna vez vacile el acto de decidir si asienta su voto o no por esos que han demostrado, desde noviembre 30 de 1990, que una ciudad se puede gobernar administrando con transparencia, eficiencia, disciplina y honestidad.
Barrera Concha en esta ocasión presumió, además, el hecho de que su administración prioriza acciones e inversiones con la supervisión de los Comités Ciudadanos; son esos órganos los que le han inyectado al gobierno municipal los elementos para sustentar el tipo de acciones e inversiones que los ciudadanos realmente aprueban en forma sustentada.
Cuando Barrera Concha recordó que “No puede haber democracia sin demócratas”, aplicó la sentencia del legendario Carlos Castillo Peraza al referirse a su gobierno como uno de participación incluyente, sin distinciones individuales de afiliaciones políticas o agendas personales.
En forma seriamente irónica le comunicó a la ciudadanía el gran interés de organismos del gobierno federal y del estatal que, entre septiembre de 2013 y agosto de 2014, manifestaron al aplicar 12 auditorías a la gestión que él preside. Paradójico resulta que, administraciones municipales visiblemente ordenadas, sean las vigiladas con más ahínco, quizás pasando por alto otras visiblemente corruptas —y calificadas así por el sentir popular generalizado.
El evento fue una verdadera fiesta cívica, que solo se puede dar cuando gobierno y ciudadanos están mutuamente conscientes de que las cosas se están haciendo como conviene a todos. En el evento equivalente de 2013 estuvo personalmente presente el gobernador del estado de Yucatán —emanado del partido de las tradiciones políticas mexicanas, el que usa los mismos tres colores de la bandera nacional— pero en 2014, el ciudadano con ese encargo envió a un representante. ¿Qué pasó entre ese día de 2013 y su equivalente en 2014?
Efectivamente, Barrera Concha dejó entrever que la ciudad de Mérida sería aún mejor si se le permitiera a su gobierno llevar a cabo acciones de franco beneficio ciudadano y que solo se le impiden para evitar mayor visibilidad de lo que un gobierno transparente y honesto puede lograr; abiertamente mencionó cómo “algunos” le apuestan a la negación de beneficios merecidos por el ciudadano, a cambio de una imagen falsa que el político oportunista busca forjarse.
Él —y muchos de nosotros— pensamos que esos tiempos ya habían quedado atrás.
Lo que es un hecho es que Mérida de Yucatán avanza, continuando su conversión constante en una de las mejores ciudades de México y del mundo.