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México (27 de febrero).- No hay mejora en la atención a migrantes que integran el colectivo LGBTTT y que tienen que cruzar por territorio mexicano en su aspiración por llegar a Estados Unidos. De hecho, en la actual administración federal la situación ha empeorado.
Con esa frialdad, Julio Campos, creador y coordinador general del Colectivo Migrantes LGBT asegura a elsemanario.com que se ha criminalizado la migración, esto lo afirma al tiempo en que lamenta que se haya militarizado la frontera sur, violentándose todos los derechos humanos.
Dichos factores han vulnerado a los migrantes LGBTTT a ser víctimas de abusos o de trabajo sexual forzado sin remuneración. También a ser víctimas de estigmatización y discriminación por instituciones gubernamentales.
De acuerdo a Campos, las principales denuncias hechas por los migrantes son las extorsiones del Instituto Nacional de Migración (INM) para el libre tránsito, las negativas a solicitudes hechas ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR); la falta y negación de servicios de salud, falta de oportunidades de trabajo, inclusive crímenes cometidos en contra de personas migrantes por parte del crimen organizado.
La falsa idea del sueño americano, ser perseguidos por la orientación sexual o por la identidad de género; la inexistencia de propuestas públicas o institucionales para el tema del desarrollo personal; escasas oportunidades de empleo o de estudio y nulo acceso a salud integral, son los principales motivos para que miembros de la comunidad LGBTTT se decidan a dejar sus países, emprendiendo una aventura en la que corren muchos riesgos. Algunas veces, encontrándose con realidades más difíciles por delante.
Campos explica que se tienen en contra discursos religiosos y el machismo predominante en la sociedad, “entonces eso hace que las personas traten de buscar una mejor vida en ciudades más desarrolladas”.
En la ciudad de Tapachula en Chiapas, lugar al que llegan los migrantes procedentes de Guatemala, es uno de los primeros “infiernos” que tienen que cruzar los miembros de la comunidad LGBTTT, persiguiendo sueños ácidos e inciertos. “También Tabasco y Tijuana, un poco Saltillo y la frontera de Piedras Negras”, comenta Campos, al enlistar los lugares más peligrosos para el cruce o estadía de los miembros de la comunidad, en donde se ejerce el trabajo sexual forzado, la venta y consumo de drogas; venta de órganos, asesinatos y secuestros.
El activista explica que normalmente la gente no denuncia porque tienen miedo y en un ministerio público, lo primero que hacen es llamar a las autoridades de migración, arriesgándose a ser deportados. Ante esta realidad, muchos prefieren callar los delitos de los que son víctimas por pasar en estas rutas o estados, arriesgando su integridad física y tolerando humillaciones de todo tipo.
También destaca que las comisiones locales de derechos humanos no pueden actuar si no hay una denuncia, aunque de haberla, lo único que se consigue es el seguimiento, la sanción respectiva o el cese de las actividades; además de una visa humanitaria que puede ir de 30 días a un año para que puedan transitar libremente en México.- (Semanario)