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La opinión generalizada es que Felipe Calderón Hinojosa, de extracción panista, ha sido un mal presidente. ¿Concuerda con la realidad esta percepción?
Es el primer presidente que decide declararle la guerra a los grupos armados que llamamos todos los días "narcotráfico". Esto no se había hecho jamás. Por lo tanto, el combate frontal a los grupos armados de criminales, misión central de Calderón, no sólo no es un error, sino una obligación del estado mexicano con la cual Calderón, como presidente está cumpliendo.
Pero analicemos las cifras de todo lo que depende directamente del gobierno federal y que no necesita aprobación del congreso —diputados o senadores— y nos vamos a dar cuenta de que este gobierno federal ha hecho más de todo lo que es parte de sus obligaciones que ningún gobierno anterior, en décadas. Carreteras, hospitales, escuelas, han sido obras que en su conjunto forman totales por encima de todos los que otros sexenios, completos, habían logrado.
Que el país se ha vuelto "menos competitivo"... Calderón responde con el recorte masivo de trabas por parte de la burocracia en la apertura de nuevos negocios. Se recortan pasos en cantidades jamás vistas en el país antes.
Las acciones de Calderón —esas que no requieren aprobación de las cámaras— todas, sin excepción van dirigidas a cumplir estrictamente con lo que ofrece en su campaña y, el combate frontal al crimen organizado —ahora en proceso de desorganización— es un elemento necesario si se busca mantener a México como territorio atractivo para la inversión que crea nuevos negocios y nuevas fuentes de trabajo.
Calderón recibe este país con una reserva de US$60 mil millones. Cuatro años después, la reserva está por encima de la barrera de US$105 mil millones. A pesar de la profunda crisis de 2009, en menos de 14 meses el país está ya arriba del nivel previo a la crisis. No olvidemos que la crisis de 1994 le tomó al país más de 7 años en regresar al nivel de 1994, además de que el daño de esa crisis aún es parte de la deuda pública del gobierno a los bancos.
La acción de resolver el asunto de Luz y Fuerza del Centro le quita al gasto público del gobierno federal un lastre anual de más de $50 mil millones, el doble del presupuesto para el combate a la pobreza. La fuente de trabajo, por mucho que duela —se trata de familias y su subsistencia— no era necesaria y sólo se mantenía como el resultado de conquistas laborales que son perfectamente válidas siempre y cuando generen productividad cosa que, obviamente, no estaba sucediendo, dado el tamaño del subsidio.
No hay acciones negativas o procesos que a la nación mexicana nos causen daño. El resultado de los 4 años del sexenio de Calderón Hinojosa es positivo. No se ha formado una sola deuda pública sino todo lo contrario: se han formado las bases para mantener aún con mayor solidez la economía mexicana.
La comparación de México con China es realmente un asunto ridículo. La población de China contiene 11 veces la población de México. El gigantesco crecimiento chino de los últimos años significó introducir a la economía formal de ese país a 300 millones, es decir, a un poco menos de 3 veces el total de mexicanos. El gobierno chino no le tiene que pedir permiso a congreso legislativo alguno si puede o no aplicar tal o cual política: sencillamente aplica la política y la corrige, con la misma facilidad, si el primero intentó no funcionó. Calderón y Fox son los primeros presidentes mexicanos en 100 años que han tenido que obtener la aprobación de más de 350 adversarios políticos para cualquier acto que en forma importante modifique el marco legal fiscal. Esos 350 adversarios no buscan precisamente que parezca que el presidente está haciendo bien las cosas sino, exactamente, todo lo contrario.
Todos los días decenas de notas periodísticas, artículos de opinión, blogs en Internet, programas de radio y comentarios por TV en una forma u otra le dictan todos los días a la opinión pública mexicana que todo está mal.
Los avances reales no sólo no se mencionan o reconocen, sino que se niegan con información contradictoria. La actividad del gabinete presidencial es sobajada todos los días, ya prácticamente en tono de burla. Para el público en general, los secretarios de estado son todos gente mediocre, digna de una carcajada en el mejor de los casos.
Cada acto que se produce —como el asesinato de los 72 inmigrantes ilegales— se coloca dentro de las acciones que el gobierno debe impedir, como si pudiese alguna forma del estado mantener una vigilancia constante de todos y cada uno de los grupos armados diseminados a lo largo y ancho del territorio nacional.
Cuando se da un acto de corrupción, los medios invariablemente, en vez de enfocar cuidadosamente cuál pudiera ser la entidad responsable de gobierno detrás del acto, hablan del "gobierno" en forma generalizada, casi como si Calderón se encontrara al final de la cadena jerárquica que habría de recibir una parte del beneficio de esa corrupción.
La página informativa de la presidencia es visitada por una cantidad de personas que no es suficiente para provocar, por lo menos, una población de gente con opiniones fundadas en realidades y no en especulación mediática.
¿A quién beneficia ese fenomenal proceso de desinformación? Ciertamente a un partido político: el PRI. Es precisamente el mismo partido que habría de haber aprobado reformas estructurales que habrían permitido avances en el crecimiento de la economía mexicana en el mismo sentido y magnitud proporcional al que se ha visto en China y otros países. De hecho, en 2010 México ha crecido para recuperarse a un ritmo mayor que muchos países, con la excepción de China. Y esto ha sido posible sin las modificaciones estructurales necesarias, esas que los adversarios políticos del panismo le han negado, más que los presidentes, a la nación y a los mexicanos.
Hoy, 6 de septiembre de 2010, las encuestas Mitofsky arrojan que si hoy fueran las elecciones, Peña Nieto (del PRI) ganaría con 51% del voto, quedando López Obrador en segundo lugar con 16% del voto y Creel Miranda —supuesto candidato presidencial, realmente inexistente— en un tercer lugar con 15% del voto. Esos resultados dejan "al aire" 18% del voto.
Un suceso con esos resultados, y, considerando el valor real de la presidencia de Calderón, ¿sería justo para los mexicanos?
Los mexicanos vivieron durante el siglo 19 una era de medios alegres a favor del gobierno —controlados en los aspectos necesarios como para ser inducidos por el gobierno para sólo decir lo que a éste le conviniera— y se convirtieron en sistemáticos opositores a todo lo que fuera gobierno en el momento mismo en que el cambio del año 2000 se dio.
Lo realmente paradójico, el factor de mala suerte para los mexicanos, es que, lo que le han dicho de su gobierno, a partir de 2000, acentúa, exagera, agranda todo lo negativo, en tanto que minimiza todo lo realmente positivo. Esta situación es exactamente la contraria a la que se dio durante el siglo 20, tiempo durante el cual los medios laudaron servilmente los actos de los gobiernos de ese tiempo.
Pero la situación es aún más seria y de allí el peligro real para los mexicanos: hoy sabemos que lo que "cantaron" los medios serviles durante el siglo 20 resultaba falso al final de cada sexenio. Vimos cómo durante el final de cada sexenio en manos del PRI, el país caía en pedazos, cancelando "altas tasas de crecimiento" que se habían dado aparentemente durante cada sexenio. Eso no sucedió al final del sexenio de Fox y, ciertamente, no apunta a suceder durante el sexenio de Calderón, dado que se mantiene la disciplina fiscal con un gasto público responsable y un endeudamiento nulo.
Entonces, los mexicanos, con información falsa o tergiversadora de lo que realmente sucede, ejecutarán su derecho al voto y favorecerán opciones basados en falsedades: castigarán a los candidatos del partido que les ha dado un mejor servicio de gobierno y favorecerán a los promotores del siglo 20, cuyos resultados invariablemente resultaron en tragedias económicas de fin de sexenio.
El Poder Judicial aún no ha concretado su proceso de cambio o transición. Los gobiernos del PRI que ha regresado a estados de la república en donde habían perdido, han demostrado que aún conservan exactamente el mismo método de "gobernar": utilizan el ministerio público para la fabricación de expedientes, concursos amañados para contratar proveedores, gasto irresponsable que genera endeudamiento, injerencia ahora prohibida en los procesos electorales locales, intolerancia a la libertad de expresión, amedrentamiento a los adversarios y una larga hilera de conceptos que sólo significan retroceso.
Ése es el peligro verdadero para México: el retroceso al México de años previos al 2000. El más grave problema es ese dominio de los medios que el PRI volverá a ejercer, impidiendo nuevamente que el mexicano pueda practicar una democracia real, dado que ésta requiere obligadamente medios informativos libres, veraces, responsables e independientes.