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Lunes 5 de noviembre.- Un cetáceo de 5.3 metros de longitud y su cría de 3.5 metros vararon en una playa de Nueva Zelanda en diciembre de 2010. Tras su muerte, los dos ejemplares fueron catalogados como miembros de la especie 'Mesoplodon grayi' (conocida como zifio de Gray o delfín picudo de Gray), la que con más frecuencia llega a las costas de este país, uno de los que cuenta con mayor biodiversidad de cetáceos del mundo.
Sin embargo, los análisis de ADN que se llevaron cabo posteriormente revelaron su verdadera identidad: se trataba de dos ejemplares del animal marino más enigmático y raro del mundo: el zifio de Travers ('Mesoplodon traversii').
El hallazgo supuso toda una sorpresa y una alegría para los investigadores, que por primera vez han podido examinar un ejemplar completo de este cetáceo y confirmar que sigue habitando en el Océano Pacífico Sur. Una muy buena noticia, sobre todo teniendo en cuenta la gran cantidad de especies que se extinguen cada año en todo el mundo, muchas antes de ser descubiertas o estudiadas en profundidad por el hombre. La primera descripción completa de las características de esta especie se publican esta semana en la revista Current Biology.
Rochelle Constantine, investigador de la Universidad de Auckland y coautor del estudio, explica a ELMUNDO.es que "desafortunadamente no se realizaron necropsias a los dos ejemplares hallados". Como se ve en las imágenes, el zifio de Trevars adulto aparece cubierto de sangre. "En aquel momento, no sabían que se trataba de dos especímenes tan importantes", afirma.
Este cetáceo es prácticamente un desconocido para la ciencia, pues en los últimos 140 años ha sido avistado en muy pocas ocasiones. Hasta ahora, los investigadores sólo habían podido confirmar su existencia gracias al análisis de los escasos restos óseos hallados de esta especie.
Estos animales pasan gran parte del tiempo sumergidos bajo el agua lo que, sumado a la gran extensión de su hábitat, hace difícil los avistamientos. El Océano Pacífico Sur se extiende a lo largo de unos 85 millones de kilómetros cuadrados, una cifra que equivale aproximadamente al 14% de la superficie terrestre.
Este enorme y poco estudiado océano tiene algunas de las fosas más profundas del mundo, en cuyas aguas habitan numerosas especies, como los enigmáticos zifios (miembros de la familia Ziphiidae, de la que hasta ahora se conocen 21 especies). Literalmente su nombre significa ballena con nariz de espada. Estos cetáceos tienen dientes (odontocetos) y se caracterizan por tener un hocico que recuerda al del delfín.
Son, además, unos excelentes buceadores. Se alimentan de calamares y otras especies marinas que encuentran en abundancia a esas profundidades. Nueva Zelanda es uno de los lugares del mundo con mayor diversidad de cetáceos.
Cuando estos dos ejemplares (una hembra y su cría, un macho) llegaron varados a la playa de Opape, donde murieron poco después. Como se hace habitualmente cuando llega algún cetáceo a la costa, miembros del Departamento de Conservación de Nueva Zelanda se desplazaron a la zona para fotografiar los ejemplares, tomar medidas y recoger muestras de tejido. Inicialmente fueron identificados como delfines picudos de Gray. Sin embargo, cuando las muestras de tejido fueron analizadas en el laboratorio descubrieron que en realidad, se trataba del enigmático zifio de Travers.
Hasta ahora y a lo largo de un periodo de 140 años sólo se habían encontrado algunos restos óseos de este cetáceo. En 1872 se encontró en las isla Clatham de Nueva Zelanda un mandíbula con dientes perteneciente a un macho adulto. Muy cerca, en la isla de White, se encontraron en los años cincuenta dos cráneos sin mandíbulas mientras en la Isla Robinson Crusoe de Chile se recogió otro cráneo en 1986.
Para los investigadores que firman este estudio, liderados por Kirsten Thomson, este hallazgo vuelve a demostrar lo poco que sabemos sobre los habitantes del océano. Asimismo, también pone de manifiesto la utilidad de los análisis de ADN para identificar raras especies marinas. Y es que, según señalan los autores en su artículo, resulta particularmente difícil diferenciar algunas especies de zifios sólo por sus características morfológicas. Por ello, durante los últimos 20 años, los análisis genéticos se han ido convirtiendo en una herramienta de gran utilidad para clasificar especies de cetáceos e identificar animales que todavía no han sido descubiertos por el hombre.
Según señala Rochelle Constantine, cada año llegan varios cientos de cetáceos varados a las costas de Nueva Zelanda: "Tenemos un archivo de tejidos de 2000 especímenes de 35 especies de cetáceos", señala a través de un correo electrónico.
La pesca con redes es una de las principales amenazas para muchas especies marinas, que quedan atrapadas. Los ejemplares más grandes son a veces atropellados por barcos. Los sónares de los barcos y las maniobras militares submarinos no suponen un problema en esta zona pues no se practican con frecuencia en aguas neozelandesas, añade Constantine. (EL MUNDO)