2206 palabras
Por alguna razón, los habitantes de Mérida seguimos enamorados de dar un paseo en el parque. Caminar con la familia, los amigos, sentarnos a platicar entre las bancas, llevar a los niños a los juegos, todo es parte de la aventura. Y también, disfrutar de los árboles, las plantas, flores…
Recientemente un amigo me compartió que le gustaba ir al Parque de las Américas porque le daba tranquilidad el sentirse en contacto con la naturaleza del lugar.
Pero… aunque parezca frase trillada, Mérida, nuestra Mérida, se está quedando sin árboles. Sí, la televisón, prensa, radio y especialistas nos lo hacen notar en cada oportunidad. Levantamos la ceja en señal de desaprobación, pensamos que se debe hacer algo y ahí queda. Año con año.
Sin embargo, hoy se nos brinda la oportunidad de contribuir y dejar huella a largo plazo. Esa oportunidad se llama “Cada árbol, un compromiso”.
Este proyecto es iniciativa del Ayuntamiento de Mérida, con el apoyo de la Dirección de Servicios Públicos Municipales, Subdirección de Ecología y Residuos Sólidos y el Departamento de Preservación y Conservación Ambiental.
La arquitecta María Leticia Roche Cano, Jefa de Preservación y Conservación Ambiental de la Subdirección de Ecología, y la bióloga Zaac Nicté Solís Matos, de Preservación y Conservación Ambiental de la misma dependencia, indican que el Programa Municipal de Reforestación “Cada árbol un compromiso” inició con la actual administración municipal (2012-2015).
“Hay interés en dar estructura y forma a la labor de reforestación en la ciudad; es muy importante que la ciudad tenga los suficientes árboles por todos los beneficios que nos dan”, indica Leticia Roche.
“Anteriormente se pensaba que reforestar significaba juntar a un grupo de personas, sembrar los arbolitos y adiós. Pero esta administración quiere hacer énfasis que hay un compromiso posterior”.
“La reforestación tiene varias etapas: La primera es tener los árboles para poder actuar; la segunda es, pues, plantarlos, que lleva mucho esfuerzo y compromiso tanto de los ciudadanos como de la autoridad municipal. Pero, una vez que el árbol está plantado, ¿qué pasa después? No tiene caso sembrar 5,000 árboles si la tasa de sobrevivencia va a ser muy baja”, agrega la arquitecta.
“Debe haber vigilancia, interés, compromiso y seguimiento para poder recibir todos los beneficios de los árboles. Realmente significan un valor muy importante para el ecosistema de la ciudad”.
“Si no tenemos árboles, no tenemos aire puro, no tenemos oxígeno. Por otra parte, en nuestro medio, en nuestro clima, juegan una parte importante en el nivel de temperatura. Mientras más explanadas tengamos, más cemento, hay más calor. “Otro valor muy importante es que las áreas verdes protegen el agua del subsuelo”, añade Leticia.
Elgar Ricardo Pech y Canul, subdirector de Ecología y Residuos Sólidos, indica que la misma ciudadanía critica, en un sentido positivo, el por qué cada vez hay menos árboles en Mérida. “Entendemos el crecimiento de la ciudad en construcciones, pero si ponemos en una balanza lo que se deforesta, no se compensa”, dice.
“La misma naturaleza acusa y cobra la deforestación. En una ciudad donde no hay árboles estamos expuetos a muchas condiciones de tipo ambiental. No es lo mismo estar rodeado de muchos árboles que no tener ninguno a mi alrededor”.
El subdirector destaca el apoyo de Parques y Jardines de Oriente y Poniente para realizar esta labor. “La parte difícil de este proyecto es hacer las pocetas, que sean de buen tamaño, y hay que tener en cuenta que tenemos una limitante en Yucatán en cuanto a nuestra capa vegetal, por lo que su colaboración es fundamental”.
Leticia Roche y Zaac Nicté Solís indican que hay interés de la ciudadanía en participar en la reforestación.
“Durante 2013 pudimos constatar que la ciudadanía de Mérida está muy interesada en sembrar árboles, así como de empresas con las que trabajamos en conjunto como Soriana, Farmacias Simi, Chedraui, Sears. Son compañías socialmente responsables, por lo que promueven la mejora del ambiente, así que solicitan el apoyo para la reforestación y unimos esfuerzos para que se realice de manera adecuada la siembra de los árboles”, detalla Zaac Nicté.
“Ahora hay una o varias personas que supervisan desde el traslado a su colocación, y que se lleva a cabo correctamente. Debido a esto, tenemos un mayor porcentaje de sobrevivencia de los árboles: más de 80% actualmente”.
De septiembre a diciembre de 2012, los integrantes del proyecto Cada árbol un compromiso se ocuparon en darle forma, estructurarlo y durante este año se han enfocado en hacerlo realidad y trabajar para cumplir la meta de plantar 45,000 árboles en esta administración municipal.
“Es el número meta, pero si lo podemos superar, mejor. Sería como de 15,000 árboles por año, y en 2013 ya estamos muy cerca de ese número”, añade la arquitecta.
Los recomendados son los regionales, que crecen en el Estado, porque están adaptados tanto al tipo de suelo de Yucatán, que es muy pedregroso, pobre en tierra y en nutrientes, como también al clima. “Esos son los árboles que están creciendo en los viveros y que estamos promoviendo para que los conozca la población”, dice Zaac Nicté.
“No presentan problemas con la raíz, no levantan estructuras y no ocasionan daños. Esto último es el problema que tiene mucha gente, ya que siembran un árbol porque está bonito, de moda pero no saben si vivimos en las condiciones adecuadas para su sobrevivencia”.
“Es importante recalcar que en octubre de 2012 se firmó un convenio con la asociación Kanan Kab, que va a colaborar con el Ayuntamiento proveyendo los árboles”, acota la arquitecta Leticia Roche.
“A mi me gusta comparar el crecimiento de los árboles con el de un niño. Cuando son pequeñitos, de 1.50 metros, son niños, luego viene la adolescencia y la madurez. Los árboles que nos da Kanan Kab tienen el tamaño adecuado y es más probable que sobrevivan al traslado y trasplante, y que se adapten”, indica la bióloga.
“Básicamente, los árboles están clasificados por el tamaño: chico, mediano y grande. Los primeros son los que no pasan los 10 metros, y esos son los adecuados para sembrar en lugares donde haya una red de cablería eléctrica, como fraccionamientos, camellones. Los ideales son el Chacsinkín, la Campanita, Xcanlol”.
“Si el área está libre de cablería pero hay instalaciones eléctricas de las lámparas, hay qué pensar que especie no va a desarrollar una raíz lo suficientemente larga para que tope con la tubería o cablería. El orden en el que debemos sembrar es el siguiente: los árboles pequeños siempre en la parte de afuera del área verde, luego los medianos y en el centro, los más grandes”.
“También hay que tener en cuenta la distancia entre árbol y árbol, porque cada uno desarrolla una copa diferente. Por ejemplo, entre un Balché y una Campanita debe dejarse un promedio de 7 metros”, dice Zaac Nicté.
La respuesta de la ciudadanía al proyecto ha sido muy buena, aseguran. Tanto de empresas, vecinos, y especialmente escuelas y niños que participan en las reforestaciones.
El subdirector de Ecología y Residuos Sólidos destaca las acciones de los vecinos de La Plancha, quienes los visitaron para solicitar una reforestación. Trabajaron juntos, se armó el proyecto, además de que se involucraron tanto, que formaron la asociación Árboles Nativos de Yucatán.
“Las zonas donde se están creandos nuevos fraccionamientos carecen totalmente de árboles. Las casas no tienen protección contra el sol, como el Sur, donde tenemos mucha labor por hacer, especialmente con la gente. Si siembra un árbol, a veces los quitan, entonces nuestra labor principalmente es educativa, es ir, platicar con ellos, buscar soluciones”, asevera la bióloga.
“Hay parques nuevos que están completamente vacíos, sin vegetación, solamente tienen el pasto indio y nada más. En esas son áreas que tiene nuestra especial atención”.
Sin embargo, también hay zonas donde no hay aceptación por los árboles. “Pienso que es por desconocimiento, porque ‘ensucian’ o hay un interés económico”, agregan las entrevistadas. “También hay casos de vandalismo, en los que simplemente arrancan los árboles, por eso es importante estar en contacto con los vecinos, que son los encargados de vigilar y proteger”.
“Existen estudios que indican que en los lugares que carecen de árboles o vegetación, hay una tendencia a la violencia tanto comunitaria y familiar. Ya forman parte de la salud de la sociedad”.
El programa “Cada árbol, un compromiso” tiene otro componente, llamado “Adopta un árbol” —que consiste en llevar las especies a diferentes espacios públicos, como la Biciruta, centros comerciales, plazas— y ofrecerlos en adopción. Pero para que la gente se los lleve, necesita llenar un formato en el que se compromete a su cuidado.
“En el formato se nos debe dar los datos de su vivienda, ubicación, para que nosotros podamos orientarlo sobre qué especie es la más adecuada para la zona en que vive”, explica la arquitecta.
Las escuelas son las principales solicitantes de información y talleres sobre plantar un árbol, “que realmente es sembrar una vida, que hay que cuidar y proteger”, dice Leticia Roche.
Las entrevistadas nos indican los siguientes pasos, que también están en el folleto de “Cada árbol, un compromiso”:
1) Elabora y entrega un oficio con tres semanas de anticipación a la fecha en la que deseas realizar una reforestación. Debe incluir: nombre completo del solicitante o razón social y número telefónico.
2) En respuesta se calendarizará una visita al sitio propuesto con los interesados y se elaborará una resolución del proyecto de reforestación, el cual incluye: número de árboles, por tamaño especie y ubicación en el sitio.
El contacto es en el Departamento de Preservación y Conservación Ambiental, llamando al 9420038, Extensión 81463.
La Subdirección de Ecología y Residuos Sólidos también está trabajando en la Reserva Cuxtal —que abastece 50% del agua de Mérida— y en Hacienda Dzoyaxché.