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MEXICO, D.F., 21 de marzo.- Lejos del bullicioso diario que se vive en el primer cuadro de la Ciudad de México, el Antiguo Palacio del Ayuntamiento no sólo alberga la oficina del Jefe de Gobierno del Distrito Federal, sino que esconde y resguarda tesoros artísticos e históricos que datan de hace casi 500 años.
Del 2005 al 2011 ha tenido remodelaciones por un monto aproximado de 40 millones de pesos. El Salón de Cabildos, que es el principal atractivo, fue remodelado en el 2006; desde ese año hasta el 2012 no tuvo una partida presupuestal para el mantenimiento.
Sólo hay dos inversiones: en el 2010 fueron 100 mil pesos para la restauración de la sillería, y en el 2013, 64 mil 148 pesos para la restauración del candil, reportó la Secretaría de Cultura del Distrito Federal.
La colección de los retratos de los 63 virreyes de la Nueva España, el escritorio y las sillas de la época del porfiriato, el busto de mármol de Benito Juárez y el Antiguo Palacio del Ayuntamiento —por sí mismo— forman parte del patrimonio cultural que hay en la sede del Gobierno del Distrito Federal (GDF).
A esta lista se suman las esculturas de héroes de la Independencia como Miguel Hidalgo; o de la Revolución Mexicana, como Francisco Villa; aunque también se encuentran las de Venustiano Carranza y Álvaro Obregón.
También hay litografías de la pintora mexicana Frida Kahlo.
Existen además fotografías de la Carta de Independencia del Imperio Mexicano o de la vista panorámica de la Plaza de las Armas, hoy conocido como Zócalo capitalino.
En total, 29 esculturas, fotografías, litografías y pinturas están bajo el resguardo directo de la jefatura de Gobierno del Distrito Federal, de acuerdo con información obtenida vía transparencia.
Ahí, en la oficina donde han despachado desde Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Robles, Andrés Manuel López Obrador, Alejandro Encinas, Marcelo Ebrard y ahora Miguel Ángel Mancera está la pintura que representa la escena donde los aztecas buscan un sitio para la Fundación de la Ciudad de México.
En el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAHI), existen tesoros diversos. Pero el que más destaca es el Salón de Cabildos, que está ubicado en el segundo piso.
Bajo llave y una estricta vigilancia, en los dos salones contiguos se resguardan los retratos de los 63 virreyes de la Nueva España distribuidos en ambos.
Las pinturas son de la época, pero la decoración no lo es.
El piso es de madera y los retratos que datan del siglo XVI al XIX están a temperatura ambiente. Ahí están Hernán Cortés, Don Antonio de Mendoza —los primero virreyes— y el último Juan O’Donojú.
El plato principal: El Salón de Cabildos —que ordenó levantar Hernán Cortés desde 1522— está decorado por los retratos de Miguel Hidalgo, José María Morelos y Pavón y Vicente Guerrero. Los elaboró Tiburcio González.
Mientras que las 119 sillas y el escritorio que hoy ocupan los integrantes del gabinete y jefes delegacionales en las ceremonias protocolarias, para el nombramiento de huéspedes distinguidos, son las mismas que ordenó construir el entonces presidente de México, Porfirio Díaz para festejar el Centenario de la Independencia de México.
En el techo sobresale la pintura de Félix de la Parra, muralista de la Academia de San Carlos, que sigue intacta y conserva su colorido a casi 100 años de haber sido concluida.
Pero los hombres barbados con trajes negros o religiosos que la protagonizan, sólo permiten evocar la pintura, pues la obra no tiene título, explica Jenny de Jesús, quien es la persona encargada de explicar la historia que alberga al Salón de Cabildos.
Aquí, donde antes se tomaban decisiones políticas y sociales —e incluso se pactaba el precio de la comida—, ahora se utiliza para recibir y otorgar el nombramiento de huésped distinguido del GDF. El Salón de Cabildos fue rehabilitado por el Gobierno de Alejandro Encinas, quien decidió abrirlo al público.
Lo remozó y añadió una tercera sala que sirvió para, desde el 2006, montar una colección de fotografías para narrar la historia del Cabildo. Se observa desde la presencia del General Álvaro Obregón, la visita del presidente estadounidense John F. Kennedy, un grupo de españoles exiliados que declaran la Segunda República y Carlos Monsiváis dando un abrazo al entonces jefe de Gobierno local, Andrés Manuel López Obrador.
Caminar por los pasillos del Antiguo Palacio del Ayuntamiento —por momentos el ambiente es frío— es recorrer la historia de más de 500 años de la Ciudad de México. Jenny de Jesús señala que este espacio —que antes ocupaba el terreno donde ahora está el Palacio de Hierro— tardó más de cuatro siglos en construirse porque estuvo marcado por los acontecimientos históricos o motines como el de 1692, cuando el edificio fue parcialmente quemado por indígenas enfurecidos, que protestaron de dicha forma por la especulación en el precio del maíz. Antes fue sede del poder político, carnicería, capilla y hasta cárcel. Todo al mismo tiempo.
Después del motín, se alzó el edificio con la planta baja y el primer piso. Así se mantuvo hasta que llegó el Porfiriato donde se le añadió el tercer piso. Las columnas y la escalera principal son muestra de los diversos estilos arquitectónicos que lo edificaron.
Desde 1986, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) determinó que el Centro Histórico de la Ciudad de México —incluido el Antiguo Palacio del Ayuntamiento, también conocido como Edificio Virreinal— fuera considerado patrimonio de la humanidad.
Para recordarlo, al subir las escaleras principales, está el pergamino que le otorgó la organización mundial en una vitrina.
Desde 1997, con el primer Jefe de Gobierno del D.F. electo, el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, se convirtió en la sede del Poder Ejecutivo local. A partir de ahí ha sido objeto de algunas remodelaciones, desde el 2005 al 2011, con casi 40 millones de pesos invertidos.
De acuerdo con la Secretaría de Obras y Servicios del D.F., en el 2004, se invirtieron 7 millones 364 mil 700 mil pesos en el mantenimiento correctivo. Un año después, la cantidad que se destinó fue de 17 millones 246 mil 600 pesos.
Mientras que la Oficialía Mayor del D.F. reportó que en el 2010 se presupuestaron 2 millones 700 mil pesos para que la empresa Almohecin+Arquitectos S. de R. L. rehabilitara los torreones que no se incluyeron en el 2005, lo cual generó un deterioro continuo.
“La coordinación técnica de la Secretaría de Obras revisó e informó que la gran mayoría de los elementos de cantera como columnas, cornisas, pretiles, pilastras y pináculos, que conforman los torreones, presentan daños como “despostilladoras, pérdidas parciales de piezas”, se lee en la respuesta a una solicitud de transparencia.
Para el 2011, la misma empresa Almohecin+Arquitectos obtuvo un segundo contrato, por 6 millones 660 mil 754 mil pesos, para dar mantenimiento y restauración a dos torreones.
Pero, más reciente, también se muestra cómo un bien preciado es la campana que donó el ex Jefe de Gobierno del D.F., Andrés Manuel López Obrador, a través de la Coalición por el Bien de Todos y que se tocó por primera vez la noche del 15 de septiembre del 2006, en medio de una disputa y encono político. La estructura, que da vueltas 360 grados, está ubicada en el primer piso, justo por arriba de la escalera principal. (El Universal)