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—¿Y por qué es tan difícil abrir una cuenta en dólares en los bancos? —me preguntó una joven empresaria, en espera de recibir fondos del extranjero.
Nadie con menos de 35 años puede tener consciencia del llanto del priista José López Portillo en 1982. Durante su sexenio había pronunciado algo relacionado con lo que le dio por llamar "el problema de administrar la abundancia". Este hombre, encumbrado en la presidencia, aún antes de morir, se sintió un semi dios y manifestó una fuerte molestia en contra de los que osaron cuestionar su estúpida, idiota, imbécil, retrógrada, terca, prepotente y maliciosa actuación ante una crisis que su sistema, el priismo, le causó a México.
¿Por qué los mexicanos eligieron a Miguel de la Madrid Hurtado, del mismo partido, para el siguiente sexenio? ¿Por qué? ¡Porque no existía otra alternativa! México era un país semi salvaje, incapaz de actuar democráticamente, incapaz de respetar y reconocer a las minorías.
Hoy, ¡se pasa! Amables lectores: les remito con un gran respeto al contundente reportaje de don Javier Cámara Menéndez en este número: "¿Década perdida?". No, no son inventos; no son "puerquestadas", sino la simple relación de hechos que el mexicano con una pizca de capacidad analítica debe estudiar a fondo. La lectura cuidadosa de este análisis —háganlo en familia, para tapar dudas en forma conjunta— provocará un mayor grado de consciencia de ciudadano en esos que tienen el poder de emitir voto para elegir a sus gobernantes y legisladores.
Y en ese reportaje está la respuesta exacta de por qué, aún hoy, la apertura de cuentas en dólares está vetada. Es una enfermedad histórica y, hoy, realmente, no tendría caso alguno. Es más la divisa que entra a México que la que sale, de ahí que la reserva crezca. Pero, ¿qué estaba pasando en 1982, cuando en su informe del 1 de septiembre de ese año, lloró López Portillo —en una gran actuación de dramaturgo— al pedirles perdón a "los pobres" por haber hecho nada por ellos?
El gobierno todopoderoso del priismo de López Portillo —muy similar al que hoy gobierna Yucatán, pero no Mérida— había perpetrado engaño tras engaño a los mexicanos. Pero no podía engañar a Ronald Reagan. Y fue éste el que le perpetró la paliza de nivel de estadista que se merecía.
Los mexicanos tenían la libertad de abrir cuentas en dólares en todos los bancos. El gobierno federal era amo y señor de todo lo que tuviera que ver con el sistema monetario nacional. Los mexicanos compraban dólares que el gobierno les vendía y los depositaban en sus cuentas —en dólares. ¿Por qué se compraban dólares? Sencillo: porque el gobierno, en su posición de todopoderoso, imprimía billetes a diestra y siniestra, provocando una disminución diaria del valor real de cada peso en circulación. El refugio del valor del dinero estaba en abrir las cuentas en dólares... o en gastarlo rápidamente, antes de que lo comprado costara más al día siguiente.
Toda la izquierda mexicana estaba absorbida por ese PRI profundamente populista y aplaudían con gran entusiasmo los demagógicos discursos de López Portillo y sus satélites.
Pero el gobierno de México quebró. Así es, se fue a la quiebra: se quedó sin un centavo real —como le podría suceder al gobierno de Yucatán en cualquier momento, dada su forma de actuar— y llegó la necesidad de encontrar "culpables".
Unos de sus primeros actos —so pretexto de la quiebra— fue congelar las cuentas en dólares y declarar que ningún mexicano recibiría un solo dólar real, es decir, un solo billete "verde". En cambio, se crearon los llamados "mexdólares" que serían pagados, en pesos, al tipo de cambio que al gobierno le diera la gana. Así, en tanto que el dólar "real" estaba en el mercado a más de $300 cada uno, los mexdólares se iban a pagar a menos de 30 pesos. ¿Quién podía discutirle algo al Tlatoani sagrado en turno, López Portillo?
Ése es el origen del trauma "anti cuentas en dólares" que hoy sufren los mexicanos que deben hacer negocios con el extranjero.
Además de robarse de un plumazo todos los dólares de los mexicanos que habían abierto sus cuentas en esa moneda, López Portillo se tragó también, de un decretazo prepotente y autoritario, todos los ahorros que los patrones habían pagado a favor de los trabajadores y empleados en las cuentas del Infonavit. El fondo quedó efectivamente en cero absoluto.
El reportaje "¿La década perdida?" te mostrará con toda claridad por qué hoy, la dificultad para abrir cuentas en cualquier moneda, ya no tiene sentido. Sin embargo, prevalece el "trauma histórico" de una mentira más creada por el priismo: "¡Ya nos saquearon. No nos volverán a saquear!" Fue la frase con que López Portillo resumió su visceral y retrógada acto anti económico, anti mexicano, anti histórico de nacionalizar la banca. Ni el taciturno De La Madrid aceptó de buena gana tamaña estupidez. Televisa debe tener la imagen del tipo de aplauso que aplicó el "presidente electo" (¿por quién?) al escuchar la barbaridad.
Ese sistema no debe regresar jamás a este país. El votante promedio no sabe bien la historia reciente y se puede confundir con la publicidad anti panista que desde el 2000 circula insistentemente por todo el país. Es una campaña a la que le hacen eco muchos articulistas desmemorizados o, de plano, vendidos a ese postor llamado priismo que acostumbra ponerle precio a toda consciencia en México.
Hasta antes de 1991, el gobierno municipal de Mérida era saqueado inmisericordemente por los gobernadores de Yucatán, todos ellos emanados del PRI. ¿Por qué? Porque la presidencia municipal de Mérida era un regalo del gobernador en turno a su más apreciable "delfín": exactamente igual a lo que vemos hoy entre Ivonne Ortega y Angélica Araujo. En tanto que Beatriz Zavala sólo tiene a la sociedad para rendirle cuentas, Angélica Araujo tiene una jefa en primer lugar: "su gobernadora", y es a ella —no a los meridanos— a la que le rendirá cuentas.
1) Si no salimos a votar con inteligencia y consciencia histórica el día 16 de mayo, 2) si no salimos en grandes cantidades para impedir el atraco, 3) si no nos mantenemos en alerta constante durante todo el proceso, 4) si el IPEPAC no es vigilado por los ciudadanos libres y conscientes, entonces, 5) habremos dado un gran paso hacia atrás y, consecuentemente, perderemos, no una, sino varias décadas de irresponsabilidad administrativa con "buenas apariencias políticas". Y eso, ¡nadie lo puede desear!