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México (12 de octubre).-
Lo bueno es que los jueces ya no tienen que estar rogándole a los participantes para que se integren a sus equipos, lo que llegaba a ser embarazoso, repetitivo y hasta falso.
Lo no tan bueno es que el nuevo programa de concurso musical se siente gastado, cansado y sin vida.
En La Apuesta, show de búsqueda de futuras estrellas musicales de Televisa, se presentan tres “ídolos” de la canción: Pepe Aguilar, Paulina Rubio y David Bisbal, como seleccionadores de talento.
La diferencia de esta producción es que los aspirantes a pasar a la siguiente etapa del concurso tienen que cantar ante la “Tune Machine”, un programa que analiza la afinación y ritmo del intérprete. La máquina, y no los jueces, decide si el concursante pasa o no.
Lo malo del show es que se nota la poca química o las pocas ganas que tienen los jueces de estar ahí. A la hora de comentar, entre concursante y concursante, Pepe y Paulina hablan, mientras Bisbal los ignora.
Lo peor del programa… es difícil decidir qué es lo peor. ¿Serán las cápsulas sobre los participantes que son más escabrosas que emotivas? Hablan de anorexia, de abandonos, de burlas de la familia hacia los sueños de los chicos… ¿Será el diseño de la Tune Machine? Una pantalla que muestra bulbos, carretes de computadora del siglo pasado, medidores arcaicos y escuditos de Capitán América. Todo esto como parte de un escenario exagerado y saturado que exhibe luces de colores, estrellas con movimiento, rayitas, puntitos y barras luminosas, entre otras cosas.
¿O será el playback que hizo Paulina Rubia a la hora que la presentaron como “ídolo” del programa?
El colmo es que cuando se ven los “talleres”, casas donde los jueces reciben a sus preseleccionados, se muestran las supuestas fachadas de las casas y dos de ellas lucen como tremendas imágenes digitales o render.
La Apuesta, desgastada receta de concurso de canto, con la novedad de agregar una máquina en la selección, se transmite los domingos, a las 20:00 horas por Las Estrellas.