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México (22 de diciembre).-
Después de peregrinar por hospitales del Estado de México y la CDMX, familiares de personas desaparecidas tras la explosión en Tultepec llegaron hasta el Servicio Médico Forense de Barrientos, en Tlalnepantla.
Ahí estaba Juan Carlos Alcalá, quien buscaba a su hijo de 16 años. Explicó que, hasta ayer, el reconocimiento de los cuerpos era sólo por sus características físicas no por estudios de ADN.
De las 33 personas muertas por el estallido, hasta ayer quedaban aún 14 sin identificar, de acuerdo con el Gobierno del Estado de México.
La cifra oficial de desaparecidos, en tanto, hasta el cierre de la edición era de 12 personas.
Y es que la agonía de la explosión del mercado de San Pablito no se apagó con las llamas.
Así, Alfredo Urban llegó a su segunda noche sin encontrar a su esposa en al menos siete hospitales y una morgue.
Su peregrinaje comenzó el martes, inmediatamente después de la explosión que cimbró el lugar donde se hallaba, a sólo 500 metros del Mercado.
Tras el estallido, Alfredo llegó al mercado y encontró casi a todos sus familiares con vida, salvo su esposa, quien era vendedora en el lugar, por lo que de inmediato se movilizó a hospitales en Zumpango, Cuautitlán y Naucalpan.
Al tiempo, sus familiares recorrían nosocomios en Coacalco, Ecatepec y Azcapotzalco en búsqueda de María Angélica Rodríguez, de 44 años.
Ante las negativas, y a pesar de que se resistía, decidió buscarla en el Forense de Barrientos, con la esperanza, al menos, de encontrar su cuerpo.
Sin embargo, tras varias horas de aportar información y de que lograra ver los cadáveres, descartó que María estuviera allí.
“No está aquí aquí, ya pudimos ver y no corresponde con los cuerpos que están aquí… vamos a ir a otro lado”, dijo resignado.
Fue entonces que se desplazó al Hospital Vicente Villada; sin embargo, ya de noche y aún sin saber de María, regresó a Barrientos en espera de más información.
En este mismo sitio y en la misma situación estaba, por la mañana, Juan Carlos Alcalá García con una foto de su hijo, Juan Antonio, de 15 años, quien con su cuñado están desaparecidos desde la explosión, pero no habían podido localizarlos.
“Estamos buscando a mi hijo y a mi cuñado ya que debido a la explosión del tianguis no los encontramos, hemos peinado todas las clínicas, dan poco información”, dijo.
La situación en Barrientos fue distinta para otras personas, aunque no más satisfactoria.
Por medio de señas particulares y pertenencias personales, ante las condiciones de los cadáveres, hubo quien consiguió identificar el cuerpo de sus familiares.
“Los cuerpos están irreconocibles, casi todos los que están aquí no se reconocen, no tienen señas, no tienen nada”, dijo María de Jesús, luego de identificar el cuerpo de su madre.
María, quien tuvo que recibir atención médica tras ver el cuerpo, contó que fue por un anillo que pudo identificar a su mamá, quien acudió a comprar pirotecnia el día de la explosión.
Los cuerpos que no fueran reconocidos a simple vista serían sometidos a perfiles genéticos, pero no se habían realizado.
Quienes consiguieron identificar a algún familiar, aún tuvieron que enfrentar varias horas para que los restos les fueran entregados, pues las carrozas fúnebres que contrató el Estado no habían llegado.
Incluso, hubo quien apartó el dolor y buscó un servicio particular para retirarse y comenzar con las exequias de su familiar.