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COREA DEL SUR, martes 15 de mayo.- Son unas cápsulas de anodina apariencia y etiquetadas como refuerzo energético. El análisis del polvillo marrón que encierran revela su composición: un 99.7 % es carne humana, proveniente de fetos, niños y placentas. Los funcionarios de las aduanas surcoreanas se afanan estos días en atajar el contrabando de esas cápsulas. Se detectaron por primera vez en agosto pasado y el tráfico, a juzgar por las aprehensiones, va en aumento. En 35 operaciones se han interceptado 17,451 unidades.
China investigará la procedencia de las cápsulas confiscadas en la aduana de Coreadel Sur. Foto: AFP
La policía surcoreana ya ha advertido que extremará la vigilancia, en especial en los vuelos provenientes de Yanji, Qingdao, Jilin, Tianjin y otras ciudades del Este de China de donde provienen los contrabandistas. Las autoridades han explicado que, más allá de la repulsa moral, las cápsulas están contaminadas con una superbacteria resistente a antibióticos, y otros agentes perniciosos. Por ahora no hay registrado ningún enfermo.
El asunto ha levantado la polémica en la prensa y red surcoreanas, donde se suele omitir la responsabilidad compartida: los chinos producen las cápsulas y los surcoreanos las compran. Un editorial del Mail Business, el principal diario de negocios, urge a Pekín a detener un asunto «verdaderamente espeluznante». «Ningún Gobierno en el mundo entendería que China permitiera que una práctica tan inhumana permaneciera sin castigo», continúa.
Las cápsulas han sido interceptadas en paquetes de correo y a pasajeros en aeropuertos. La policía sudcoreana ha descartado que redes organizadas gestionen el negocio y apunta a viajeros individuales, muchos de los cuales aseguraron desconocer el origen de las cápsulas.
Detrás de la demanda está la superchería que atribuye a la ingesta de bebés y fetos la curación de enfermedades graves o una mayor resistencia sexual. El precio de cada unidad oscila entre los 40,000 y 50,000 won (de 27 a 33 euros), asegura el diario coreano Chosun Ilbo.
Enlace a vídeo de la BBC.Enfermos de cáncer y trabajadores agotados concentran el grueso de la demanda, continúa.
El proceso productivo de las cápsulas consiste en trocear los órganos, secarlos sobre hornos y triturarlos, según la agencia AP.
Las cápsulas vulneran tanto la ley surcoreana como la china. Seúl considera que su tráfico viola «la dignidad social y las costumbres». «También rastreamos otros órganos prohibidos pero populares, como penes de foca y vesículas biliares de oso», ha informado Kim Soo-Yeon, oficial aduanero, a la agencia France Press. Las leyes chinas, por su parte, prohíben la utilización médica de restos humanos como cuerpos de niños, fetos y placentas. El escándalo provocó el pasado año una inmediata campaña policial en China.
Deng Haihua, portavoz del Ministerio de Salud, ha afirmado esta semana que no se ha descubierto ningún rastro de esas cápsulas, pero que intensificará la investigación. China se ha esforzado en los últimos años en perseguir el contrabando de órganos mediante legislaciones y operaciones policiales. Una de las razones fue el uso macabro que algunos artistas underground hacían con ellos en la pasada década.
Las cápsulas implicarían la existencia de personal médico corrupto que saca cadáveres y fetos por la puerta trasera.
La placentofagia o ingesta de placenta es una práctica reivindicada desde algunos púlpitos, sobre todo para madres que acaban de dar a luz, por sus contenidos en estrógenos y progesterona. El diario New York Times trató el tema en un extenso artículo titulado El libro de cocina de la placenta y January Jones, actriz de la serie Mad Men, ha confesado su entusiasmo por la dieta.