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Nicaragua, 11 de diciembre.- El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, está a un paso de ser emparejado con el “Somoza for ever”, como se definía a la dinastía que sojuzgó el país centroamericano por 40 años, al aprobarse hoy el proyecto de reforma a la Constitución que le da el derecho a la reelección indefinida.
Los 63 diputados sandinistas, mas el opositor Wilfredo Navarro, del Partido Liberal Constitucionalista (PLC), votaron en lo general y artículo por artículo, las dos rondas habituales, a favor de la reforma ante el repudio de 26 opositores que dijeron no y se retiraron del hemiciclo.
Durante la discusión previa a la votación, ante el plenario, el diputado del Movimiento de Renovación Sandinista (MRS), disidente del sandinismo, Enrique Sáenz, recordó la frase “Somoza for ever”, para referirse a Ortega.
Esas palabras distinguieron a la dinastía somocista, que gobernó por 40 años en Nicaragua.
Actualmente Ortega es considerado el presidente de Nicaragua con más poder desde el dictador Anastasio Somoza Debayle pues su partido domina los cuatro poderes del Estado: Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral, así como la mayoría de gobiernos municipales. Además, es jefe supremo de la Policía Nacional y del Ejército.
Las reformas a la Constitución Política de Nicaragua solo necesitan la aprobación de la próxima legislatura, cuyo período iniciará el 9 de enero de 2014, en otros dos debates similares, para entrar en vigor.
Pese a ser el partido mayoritario en el parlamento, el oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) mantuvo en secreto hasta el último momento la fecha en que sometería a discusión las reformas ante el plenario.
Los diputados de la opositora Bancada Alianza Partido Liberal Independiente (BAPLI) dijeron a Efe que la segunda y definitiva votación podría ser en enero próximo, o a más tardar en febrero.
Mientras todos los funcionarios del gobierno que fueron consultados dieron el visto bueno a las reformas, los partidos de oposición e instituciones independientes como la iglesia católica, iglesia evangélica, cámaras empresariales, movimientos de mujeres y organismos de la sociedad civil, se mostraron en contra. La iglesia católica fue la primera en criticarlas, al advertir que su contenido buscaba la “perpetuación de un poder absoluto a largo plazo, ejercido por una persona o un partido de forma dinástica”.
Para el analista político Mauricio Díaz, el clero no estuvo fuera de la realidad. “Esto ni siquiera llega a monarquía, es un sultanato, Daniel Ortega es el sultán que manda, ya no hay poderes del Estado”, dijo a Efe.
El paquete de reformas le dará potestad a Ortega para que sus decretos tengan rango de ley, pero también para reelegirse de forma indefinida, poner a militares en instituciones civiles y mantener a los funcionarios de todos los poderes del Estado por el tiempo que estime conveniente.
Díaz, quien participó en las reformas a la Carta Magna de 1987, aseguró que “desde el punto de vista de la Constitución, hoy la democracia terminó en Nicaragua”. El analista basó su comentario en que “Ortega no va a perder la oportunidad de reelegirse cuando tiene a un tribunal electoral que cumpla sus deseos”, y también en que la nueva Constitución establece al Estado como “socialista, cristiano y solidario”, en oposición al pluralismo político, social y cultural de la Constitución de 1987. Para la oposición, el problema de las reformas no es la reelección en sí misma, sino lo que viene a continuación. “La reelección, el continuismo, siempre nos ha llevado a guerras, hasta ahora eso no ha fallado ni una vez tras los procesos de reelección”, advirtió a Efe el presidente del opositor Partido Liberal Independiente (PLI), diputado Indalecio Rodríguez. Al consultarle a Rodríguez si existen hoy las condiciones para la “rebeldía” a la que llamó el diputado del PLI Armando Herrera, respondió que “eso, a como estuvo en nuestras manos cuando Somoza, ahora está en manos de los jóvenes, lo único que no se sabe cuándo tomarán la decisión”.
Durante la discusión de las reformas, el vicepresidente de la BAPLI, Alberto Lacayo, insistió en que la historia de guerras civiles en Nicaragua puede volver. “Estas reformas no mejoran la calidad de vida en Nicaragua, entre seis millones de nicaragüenses, sólo benefician a una persona: a Daniel Ortega”, dijo Lacayo, lo que estaría dando “razón suficiente para la aparición de los grupos armados del norte”, añadió, en alusión a las llamadas por el gobierno “bandas delincuenciales” que se han enfrentado al Ejército y la policía en los últimos meses.
El analista no descartó la posibilidad de que los hechos sangrientos se repitan. “Es un déjà vu de la historia política de Nicaragua, disculpá mi sinceridad”, insistió.
Para la diputada del PLI María Eugenia Sequeira, el gobierno de Ortega sólo busca imitar a los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (Alba). “Estas reformas dan la facultad de gobernar por decreto, igual que en la mayoría de países donde está imperando el llamado socialismo del siglo XXI”, dijo Sequeira. Los diputados del FSLN, que promovieron las reformas, no emitieron opinión sobre las mismas después de la votación, y se dedicaron en solitario a aprobar cada artículo, una vez que los opositores abandonaron el hemiciclo, no sin antes dejar copia de la antigua Constitución en el podio presidencial de la Asamblea Nacional.- (EFE)