610 palabras
MEXICO, D.F., 4 de marzo.- Con 85 años de vida, el PRI puede distinguirse en dos bloques: uno nuevo dispuesto a sacrificar algunos de sus principios históricos, como la no reelección, y un viejo priísmo que es relativamente fiel a tradiciones de décadas, en términos de sus ejes de política pública, opinó el investigador Federico Estévez, del ITAM.
Con la presencia hoy del Presidente Enrique Peña Nieto en el auditorio Plutarco Elías Calles de la sede nacional, el Partido Revolucionario Institucional celebrará hoy su 85 aniversario, el segundo festejo desde su regreso a Los Pinos, tras 12 años de administraciones del Partido Acción Nacional, con Vicente Fox y Felipe Calderón .
Para el académico del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), la relación entre el PRI y el Mandatario “ha sido perfecta”. “Yo no he visto disidencia, divisiones, críticas de adentro, sostenidas contra una decisión o una inclinación presidencial en favor de algo, de alguna propuesta.
“No se ha visto nada de eso y sí lo contrario, que cuando el Gobierno de Peña, por ejemplo, con esta petición de cambiar una palabra en el Artículo 41 (de la Constitución), con respecto de la adquisición de tiempos en medios (como causal de nulidad de una elección), y no simplemente (por) compra, están dispuestos a obedecer”.
Estévez indicó que durante el 2013 el PRI no obtuvo “espléndidos” resultados electorales, pero “tampoco muy malos”, y destaca que las elecciones intermedias del 2015 —cuando se vote por la renovación de la Cámara de Diputados— representarán un plebiscito de desempeño del primer trienio de Peña Nieto.
Dice observar dos priísmos, el antiguo, fiel a sus tradiciones, que los ubica a la “izquierda del centro”, y —añade— eso pudiera guiar la lectura, por ejemplo, de la política fiscal, con aumento de impuestos, una mayor progresividad del sistema de impuestos. Asimismo, indica que la reforma energética es una postura de “izquierda al centro”, pero sin llegar a la privatización.
“Es el mismo partido (...) que ha sido históricamente, aunque obviamente menos populista que en los años 70, y mucho menos tecnocrático o neoliberal que los gabinetes de los años 90”.
El académico considera que la “parte nueva del PRI”, en su cúpula, es decir, en el gobierno mismo, es que Peña Nieto “no es el presidente prepotente, impulsivo, vulnerable a errores de decisión importantes”, que además acepta concesiones importantes a sus opositores, como la reelección legislativa y municipal, aun cuando estaba en contra de esas figuras.
En este tenor, recuerda que el PRI cambió sus estatutos para alcanzar la Reforma Energética de Peña Nieto.
“Ha estado dispuesto Peña Nieto, con tal de lograr sus prioridades de acción, en este caso la reforma energética (...), a conceder cosas con las que no estaba de acuerdo y con las que no estaba de acuerdo su partido, pero que con su disciplina histórica (...) ha aceptado (...) En ese sentido, hay un nuevo PRI, dispuesto a sacrificar algunos de sus preceptos o de sus principios medulares”, concluyó. (El Economista)