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MEXICO, D.F., 13 de mayo.- Una caja rectangular de madera de poco más de un metro de largo, con los huesos de un joven que fue levantado de un bar en la zona rosa y encontrado después en un rancho del Estado de México, es lo que reciben los familiares del caso Heaven cuando acuden al Instituto de Ciencias Forenses (Incifo) a reclamar el cuerpo.
Dentro sólo hay huesos, no queda rastro físico alguno que a la vista asemeje a un cuerpo humano, nadie puede reconocer lo que le están entregando, no hay ropas o telas que utilizaban cuando los encontraron, por lo que los familiares deben tener fe ciega en las pruebas periciales y confiar en las autoridades para que no queden dudas.
La caja no se puede abrir una vez entregada, por lo que aquellas madres que quieran pueden ver los restos de sus hijos antes de que sea sellada. Hecha la entrega se tiene que realizar el velorio y después las honras fúnebres; no hay tiempo para más, porque no es conveniente tener los huesos más de tres días a la intemperie.
En este proceso las familias de los ocho cadáveres reciben asesoría y acompañamiento de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), así como la “comprensión” de la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) para agilizar la entrega.
La familia Martínez Masa se ha mantenido al margen de lo mediático, ni si quiera ahora que ya recibieron el cuerpo quieren hablar del tema; a diferencia de las otras madres de Tepito que planean llevar a cabo una especie de funeral masivo con todos los cuerpos.
Para la mamá de Gabriela Ruiz, esto será lo último que harán, prefieren dejar todo atrás, que las autoridades sigan investigando y que detengan a los responsables de causarles tanto dolor.
“No queremos saber nada, ya hemos sufrido mucho, es muy desgastante. La vamos a enterrar en privado, sólo con la familia y listo”, dijo vía telefónica una prima de Gabriela, explicando que ni la mamá ni algún familiar cercano de la occisa quería atender el llamado. (El Universal)