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Lucio Licinio Lúculo nació hacia 110 a.C. Sirvió a las órdenes de Sulla en la guerra civil de 90-88 a.C. Lo apoyó contra Mario en la marcha sobre Roma del año 88 a.C. Continuó a las órdenes de Sulla hasta que éste murió en 78 a.C.
Mi padre, a quién apodaban "Lúculo", nació en 1918 y murió en 1993. Arquitecto del arte colonial, construyó increíbles casas en todo Mérida. El Seminario Conciliar de Yucatán y el colegio Peninsular “Roger´s Hall” son, entre otras, ejemplos de su obra. Su apodo le fue dado por el gran gourmet, apasionado de la buena mesa. Sólo que éste, el Lúculo yucateco !es descendiente de piratas! Lúculo vivió en la casa de Santa Teresita del Niño Jesús, aquí, en Mérida: la casa que vivió mi madre hasta el pasado 2 de abril, cuando fue llevada al seno del Señor. Ahora es la casa del chef, que, sin restaurante, contribuye a la buena mesa de todos y comunica a los emeritenses el arte del buen comer, del Sazón y de historias gratas, como espero ésta les sea.
Lúculo, el romano, llegó a cónsul en el año 74 a.C. y se le confió la dirección de la guerra contra Mitríades, rey de Ponto Euxino. La campaña, aunque con diversos avatares, fue exitosa. Pero una sublevación de tropas, unida a la excesiva duración de la campaña, llevó al senado a relevar a Lúculo del mando, acusándole (no sin razón) de usar la campaña en beneficio propio. El mando fue confiado a Pompeyo. Éste la terminó y consiguió la gloria en gran parte gracias a nuestro Lúculo.
Las acusaciones de rapiña y enriquecimiento no eran infundadas. Lúculo volvió de la campaña riquísimo, convirtiéndose en una de las mayores fortunas de Roma.
Desde el 66 a.C., año en el cual fue retirado del mando, Lúculo se dedicó a hacer vida privada en Roma. Se construyó una espectacular mansión en el monte Pincio, de la cual hoy sólo se conserva la parte llamada Horti Lucullani o Jardines de Lúculo.
El lujo y la opulencia que lo rodeaba era de tal magnitud, que se convirtió en el paradigma de la exquisitez y el refinamiento. La palabra inglesa "luxury" (no confundir con nuestra lujuria), que se emplea para expresar lujo, refinamiento y exquisitez, deriva de "lucullian" o luculiano, adjetivación del nombre de nuestro personaje.
Casi a diario celebraba opíparas cenas, en alguno de los doce comedores de que disponía su mansión. Éste es el origen de la expresión cenas luculianas. La exquisitez en la mesa era inseparable del fomento a la cultura. Lúculo armó una excepcional biblioteca, que abrió al público, convirtiéndose en centro de reunión de personalidades de la cultura romana, especialmente filósofos.
La anécdota más conocida de Lúculo da origen a la frase "Lúculo cena en casa de Lúculo". Nos ha llegado a través de Vidas paralelas, escrito por Plutarco —única biografía de Lúculo de que disponemos. Esta frase se usa para indicar que un exquisito en la mesa lo es en todo momento, sin necesidad de tener invitados, y que un epicúreo lo es de corazón, y no por aparentar. La anécdota, según Plutarco, es la siguiente: Una vez que cenaba sólo, sin tener invitado alguno, le sirvieron una cena mediocre. Él reprendió a su mayordomo. Éste se excusó diciendo que como no había ningun invitado, no había creído necesario servir una cena más suntuosa. Lúculo respondió: "Entonces, ¿no sabías que Lúculo cenaba con Lúculo?"
En otra anécdota que relata Plutarco, Cicerón y Pompeyo estaban paseando juntos cuando se encontraron con Lúculo. (Pompeyo y Lúculo, a pesar de algunas divergencias en el momento del relevo del mando de Asia menor, no mantenían malas relaciones. En cuanto a Cicerón era íntimo de Lúculo, y le dedicó el segundo libro de sus Academica, pero era enemigo de los epicúreos, por lo que siempre intentaba burlarse de Lúculo y de su modo de vida.)
Ciceron le preguntó si era momento oportuno para pedirle un favor, a lo que Lúculo contestó que sí. Entonces Ciceron le planteó que su deseo era que Lúculo les invitara a cenar, pero solamente la cena que tenía preparada para sí mismo. Cogido por sorpresa, Lúculo solicitó hablar antes con sus criados, pero sus amigos no se lo permitieron, porque podría cambiar las órdenes que tenía dadas. Lúculo entonces pidió permiso para decir a los criados sólamente que cenaría en el salón de Apolo (uno de los doce comedores de su mansión), lo cual le fue concedido. Con este ardid consiguió organizar una cena digna de sus huéspedes, puesto que sus criados sabían, por el comedor que se usaba, cuánto se debía gastar en la cena. Lúculo tenía estipulado un presupuesto para cada comedor, y el de una cena en el Apolo suponía 50.000 dracmas: una auténtica fortuna.
Lúculo es conocido también por haber sido el introductor del cerezo en Europa, trasplantándolo del Ponto Euxino a la Península Itálica.
Su obra literaria consiste en una historia en griego que escribió en su juventud y que se ha perdido. Además dejó una historia de las guerras de Asia Menor, redactada en los últimos años de su vida.
Lúculo murió entre los años 58 y 56 a.C. Según la leyenda, a causa de ingerir un filtro amoroso que su mayordomo Calístenes le suministró en cantidad excesiva, con la esperanza de despertar la vitalidad del anciano Lúculo. El caso es que murió de una apoplejía, siendo largamente llorado por el pueblo, que tenía en él a uno de los personajes más populares y apreciados de Roma.
Hoy, La casa de Lúculo —el de Yucatán— en “La Ceiba” está a la venta. El mercado de los bienes raíces mira la casa del Arquitecto y Gourmet Lúculo y la desea derrumbar para hacer condominios. Qué tristeza que por falta de conocimiento las personas busquen primero el lucro que el corazón. Ojalá que aparezca un conocedor de la buena arquitectura y la quiera remozar y vivir, ojalá que sea el hijo de Lúculo quien la viva por siempre. ¡Buen Provecho!
Se pone agua de mar en una olla, y se lleva a que suelte hervor a fuego fuerte. Se meten las langostas frescas, partidas por mitad con todo y concha, justo hasta que las conchas se pongan rojas. Se sacan del agua hirviendo y se pueden servir calientes o frias.
Si son calientes: se apilan en un platón y se disponen en la mesa con mantequilla derretida con un poco de ajo y limón, Aioli —que en un momento más les doy la receta— y limón fresco partido en mitades, de preferencia frío.
Si son frias: justo al momento que salen del agua caliente se meten en agua con hielo para que se detenga la cocción. Se sirven igual, con los mismos aderezos.
Se ponen las yemas en la batidora con la mostaza y se baten para que se incorporen. Se van incorporando los aceites a chorrito constante. Cuando se haya incorporado todo el aceite y sea una mahonesa, se agrega el limón para ablancarlas y el ajo picado. Si se quiere, se le puede poner también un poco de perejil picado para darle color verdoso light.
¡Buen Provecho en Honor a Lúculo!