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Una persona a la que se le detecta la enfermedad tiene 12 veces más riesgo de intentar suicidarse en los días siguientes o casi 6 veces más de morir por un infarto inmediatamente después de recibir la noticia.
Un equipo que examinó información de 6.1 millones de suecos entre 1991 y 2006 concluyó que esto afecta tanto a los hombres como a las mujeres y las personas con los tumores más difíciles de curar son el grupo de más riesgo.
Pedro Armendáriz (aquí con María Félix en Maclovia, 1948) se suicidó tras diagnosticársele un cáncer.
Aun así, los investigadores aclararon que el peligro estadístico es mayor que el real personal. Entre los 534,154 participantes con cáncer, 29 se suicidaron en la primera semana. "La incidencia es baja", dijo la coautora, doctora Unnur Valdimarsdottir, de la Universidad de Islandia.
"Pero nadie esperaría ver más de dos o tres suicidios en ese período en la población general. Hay una ventana de oportunidad crítica que, esperamos, le dé a las autoridades de salud pública una oportunidad de intervenir", agregó.
El estudio publicado en el New England Journal of Medicine es distinto a los anteriores porque indagó el riesgo de muerte inmediatamente después de recibir el diagnóstico de cáncer.
Fue parte de un esfuerzo para explorar si los tratamientos oncológicos o la carga de vivir con un tumor explicarían los resultados de los estudios previos.
"Estoy segura de que todos esos mecanismos existen. Pero nadie sabía realmente que podría ser por el estrés del diagnóstico", dijo Valdimarsdottir.
De los 14,070 suicidios registrados, 786 estaban dentro del grupo que había recibido un diagnóstico de cáncer: 29 lo habían recibido hacía una semana, lo que se traduce en 2.5 por cada 1000 personas por año o en un riesgo 12.6 veces mayor al habitual.
Durante las primeras 12 semanas, ese riesgo disminuyó a 4.8 veces. En el primer año, el riesgo de suicidarse se mantuvo tres veces más alto que en la población sin enfermedad.
"La incidencia del suicidio fue mayor en los pacientes con trastornos psiquiátricos o cardiovasculares preexistentes, sin importar si el diagnóstico de cáncer había sido reciente o no", escribieron los autores.
La tasa fue 12.3 veces más alta que en el resto de la población entre los pacientes con cáncer pulmonar y 16 veces en los enfermos de tumores de esófago, hígado o páncreas.
En cambio, los de piel y sangre no estuvieron asociados con un aumento significativo del suicidio en los tres primeros meses después del diagnóstico.
Entre las 592,135 muertes por causas cardiovasculares, 48,991 fueron en pacientes con cáncer: 1318 de ellos fallecieron en la semana posterior al diagnóstico, con un riesgo 5.6 veces por encima de lo habitual.
El equipo no pudo determinar el día en el que cada paciente había recibido el diagnóstico de cáncer. En su lugar, debió utilizar la fecha de registro del resultado patológico sospechoso. Seguramente, habrán pasado algunos días antes de transmitir la noticia.
"Si hubiésemos tenido la fecha de comunicación, el riesgo relativo habría sido aún mayor", aseguró Valdimarsdottir. "Nuestros resultados muestran la punta del iceberg porque elegimos estudiar los resultados más graves que se podrían esperar en ese breve período", aclaró.