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MEXICO, D.F., 28 de diciembre.- Con 14 millones de habitantes, 10 Estados y un intenso intercambio comercial que se realiza legalmente por 56 puntos formales, la franja fronteriza México-Estados Unidos tiene ya la potencia suficiente para constituir, por sí sola, la cuarta economía del mundo.
Mientras México es el tercer socio comercial de Estados Unidos, sólo detrás de Canadá y China, la frontera entre ambos países tiene una vida propia.
El comercio entre México y Estados Unidos, se calcula en un millón de dólares por minuto y de ellos, la mayor parte pasa por tierra, en alguno de los siete cruces que comparten California y Baja California; 10 entre Arizona y Sonora y 3 entre Chihuahua y Nuevo México.
Este comercio también fluye por los 10 cruces entre Chihuahua y Texas; siete entre Coahuila y Texas; 1 Nuevo León-Texas y 18 entre Tamaulipas y Texas.
Para Texas, California y Arizona, México –y en particular sus Estados vecinos directos—representa el primer destino de sus exportaciones con montos respectivos de 94 mil 800, 26 mil 320 y 6 mil 270 millones de dólares.
De hecho, las cifras del Departamento de Comercio de los Estados Unidos señalan que México es el primero o segundo de los socios comerciales para 22 de los 50 Estados de la Unión Americana.
De ese comercio, dependen 6 millones de empleos en Estados Unidos y en el caso de los Estados fronterizos (California, Arizona, Nuevo México y Texas), la dependencia respecto al comercio con los estados vecinos de México, es mucho más intensa.
Estados Unidos es el primer país extranjero por sus inversiones en México. El monto de lo invertido por empresas norteamericanas en México, en el periodo enero de 1999 a marzo del 2013, fue de 156,000 millones de dólares.
De estas inversiones, muchas se ubican en los Estados fronterizos, en empresas maquiladoras, del ramo automotriz, fabricación de electrodomésticos y tecnología entre otros muchos giros.
La industria turística en ambos lados de la línea fronteriza, se nutre en buena medida con visitantes de los estados aledaños, en los dos sentidos, a pesar de que en los últimos años ese indicador ha sufrido una merma para el lado mexicano debido a la percepción de inseguridad.
Sin embargo, para la población fronteriza de México y Estados Unidos, existe un vínculo histórico, económico, cultural y familiar indisoluble, que nada tiene que ver con las decisiones políticas en Washington o el Distrito Federal. (Agencias)