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México (1 de abril).- Adelantar una hora el reloj, como ocurre en el horario de verano, no representa mayores implicaciones a nivel orgánico y de salud, más bien se trata de un proceso de adaptación de cada individuo, que en promedio tarda de una a dos semanas en asentarse, siendo los pequeños menores de cinco años y los adultos de 60 años o más, quienes tienen mayor dificultad para esto, señaló el experto del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco, Rubén Santoyo Ayala.
El médico, adscrito al servicio de Neumología e iniciador de la Clínica del Sueño en el Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional de Occidente (CMNO) del organismo en la entidad, dijo que el sueño está regulado por ciclos circadianos y cuando se cambia de horario hay una alteración ligera de éstos, lo cual se manifiesta por dificultad ya sea para quedarse dormido o para despertar.
Dijo que además de la edad, otro factor que influye en una más difícil adaptación a este adelanto de una hora en los relojes, es la presencia de afecciones crónicas como hipertensión y diabetes, al igual que en pacientes con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), asma o enfisema, porque todas ellas, al margen de cambios de horario, interfieren en la calidad del sueño.
Destacó que es importante dejar de pensar en función de que “son las ocho pero son las nueve y voy a dormir una hora menos”, y más bien establecer y respetar los tiempos para irse a la cama, lo cual es parte fundamental de la llamada higiene del sueño.
Indicó que dentro de la citada higiene del sueño está también la alimentación, la cual, sobre todo en la cena, debe cubrir algunos aspectos importantes y éstos se refieren a evitar el consumo de café, tabaco, alcohol, refrescos, tés y cualquier otra bebida que excite el sistema nervioso.
Asimismo es importante que la cantidad de alimentos que se consuman por la noche no sea muy abundante ni irritante y que de preferencia la ingesta sea alrededor de las siete, con el fin de dar oportunidad al proceso de digestión y con ello se logre un sueño eficiente y reparador, sin despertares continuos por algún malestar gastrointestinal, puntualizó.
Igualmente, continuó, no es aconsejable hacer ejercicio extenuante por la tarde o la noche con la errónea idea de “caer rendido”, porque por lo general dicha práctica trae el efecto contrario: “el cuerpo sigue con mucha energía una o dos horas después de actividad física intensa y entonces es más difícil que logremos dormir”, precisó.
En cuanto a las siestas, el médico dijo que éstas de preferencia deben hacerse alrededor de las cuatro de la tarde y no deben ir más allá de media hora, aunque en personas con problemas de insomnio lo mejor es no hacer siesta y esperar hasta la hora de dormir para que el sueño cubra entre seis y nueve horas que se aconsejan para que éste sea reparador.
También dijo que las condiciones de la habitación son importante, y para ello recomendó que ésta no debe ser ni muy fría ni muy caliente además de evitar los relojes luminosos y la realización de otras actividades como ver televisión o usar equipos de cómputo, “la recámara es para dormir”, apuntó.
Para finalizar, Santoyo Ayala dijo que “seguir un horario establecido, tenga sueño o no, es lo mejor para acostumbrar al ciclo biológico del organismo a las nuevas condiciones horarias, y esto puede llegar a un punto que ni siquiera necesitaremos un despertador”.- (Agencias)